El año pasado, el Piantao y yo tuvimos la gloriosa oportunidad de visitar Budapest, una de las ciudades más chidas en la que su servidora haya puesto pie. Todo fue maravilla sobre maravilla, y una de estas tantas maravillas fue el goulash, plato nacional de nuestra querida Hungría.
El goulash es de origen humilde y no es pretencioso. Los pastores acostumbraban comerlo y se preparaba en una gran olla colocada sobre el fuego, al aire libre. Varía según quien lo cocine y la región geográfica donde se prepare (ya se consume en tantos países, que me imagino debe haber cientos de variedades) y puede prepararse un poco más seco (como un guiso) o “caldudo” (como una sopa). Tiene un sabor muy cercano a la sazón mexicana, excepto porque no es picante y tiene mucha paprika, que es un condimento que no he visto que usemos mucho por acá.
En Hungría lo probamos de dos maneras: una en caldo, y la otra más seco, servido con los csipetke a un lado. Los csipetke son como noodles de huevo, que parecen pellizquitos (se pellizcan antes de echarlos a cocer) son blancos y no tienen mucho sabor. Estos pueden servirse dentro del goulash o a un lado. El goulash se come con pan, y se sirve como único plato o sobre una cama de arroz. Es bastante pesado, así que yo lo sugiero como único plato, aunque también con arroz blanco sabe chido.
Yo para nada soy una cocinera excelsa, me defiendo y me defiendo medio bien, pero para salir victoriosa las más de las veces, siempre procuro recetas sencillas y en cristiano. Esta es una de ellas, les garantizo que queda riquísimo y además es muy fácil de preparar. Así que les comparto la receta (la que más me gustó de muchas que leí, con pequeñas adaptaciones mías).
Primero, póngale play:
Ingredientes (para 4-5 porciones):
600 g de carne de res (puede ser pulpa o cualquier parte suave de la res) cortada en cubos de 2×2 cm
2 cucharadas de aceite
1 cebolla mediana, picada
2 dientes de ajo, picaditos
1-2 zanahorias, cortadas
1-2 ramas de apio, cortadas
2 tomates medianos, pelados y cortados
1-2 cucharaditas de pasta de tomate (opcional, o en lugar del tomate picado -yo usé el tomate picado y 1 cucharadita de pasta)
1-2 pimientos verdes frescos, cortados
2-3 papas medianas, cortadas
3 cucharadas de paprika (o al gusto -yo sí le puse bastante, para que el sabor fuera muy claro). Fíjate que sea dulce, en el supermercado seguro lo encuentras como “pimentón dulce”.
1 cucharadita de comino molido
1 hoja de laurel
sal y pimienta al gusto
Agua
*Considera que al final te quedará un caldo muy vasto, por lo que sugiero que cocines en una olla grande.
Preparación:
1. Calentar el aceite en una sartén y acitronar (o sofreír) toda la cebolla, hasta que quede cafecita/transparente.
2. Incorpora 1 cucharada de paprika, cuidando que esta no se queme, mezclando bien con la cebolla.
3. Agrega la carne y séllala, hasta que quede cafecita también.
4. Agrega el ajo picado muy fino, el comino, sal y pimienta al gusto y la hoja de laurel. Agrega agua hasta que cubra la mezcla, tapa la olla y cuece a fuego muy bajo.
5. Cuando la carne esté medio cocida (puede llegar a tomar hasta 1 hora, dependiendo del tamaño de los cortes de carne -cuando yo la preparé, los cortes eran pequeños y no tardaron mucho) agrega las zanahorias, las papas, el apio, más sal y más agua (2 a 3 tazas). Puedes agregar una cucharada más de paprika.
6. Cuando los vegetales y la carne estén casi listos, agrega el tomate en cubos, la pasta de tomate (si gustas) y el pimiento verde. Puedes agregar una tercera cucharada de paprika.
7. Deja cocer por un rato más. Si quieres que espese, destapa la olla.
8. Sirve y acompaña el plato con pan en trozos (creo que con virote debe ser delicioso).
Que no te engañe su humilde apariencia, su sabor es delicioso. Además, todo es natural, no hay nada que provenga de una lata en este platillo, pura verdurita buena ondi :)
Si lo preparas, ¡me cuentas!