dreamboat queen, queen of all my dreams

Estos días han sido muy interesantes. Por decir algún adjetivo, porque la verdad, no se parecen en nada a algo que haya experimentado antes.
Desde mantener la caja de arena de los gatos limpia (diario, porque entre dos gatos… bueno, mejor ni entro en detalles), pasando por hacerme responsable de la limpieza de la cocina y orden de todas las habitaciones (las tres mil que hay en esta casa); ser responsable de cada tornillo/foco que falta, de cada mueble sin pintar o sin comprar, de cada cuadro sin colgar, de los pelos de gato en el futón… de cerrar con llave, cuidar las persianas de las garras de los gatitos, darles de comer, abrirles su lata por las mañanas, enseñarle lenguaje de señas a Beny… todavía no terminar de adecuar el estudio, tener una caja llena de cosas que no he guardado -en realidad dos cajas de papeles y dos de ropa.
No es nada fácil, cierto. He llegado a pensar que elegí un mal momento para mudarme, iniciar el doctorado, trabajar y hacerme responsable de una casa y de dos roomies, no son necesariamente cosas que se deban iniciar/hacer al mismo tiempo. Claro que he contado con el apoyo incondicional de mi familia y el Piantao, pero aún así, el agobio mental es pesado. Por ahora han pasado menos de dos semanas y espero que eventualmente pueda acostumbrarme y hacer más llevaderas -o incluso, imperceptibles- todas esas cosas que ahora debo enlistar en interminables listas que cuelgo por toda la casa y apunto en mis libretas, revolviendo la lista del súper con las lecturas de Gadamer y la exposición de Russell con las cuentas de ingresos/gastos. Voy al súper y no me fijo cuánto cuestan las cosas (ya lo voy a hacer) y calculo mal las cantidades de comida.
Pero algo bueno es que ya compré perecederos: eso implica subir un nivel más en la escalera de responsabilidades, o sea, implica cocinar, involucrarse con algo orgánico que puede echarse a perder si no se usa. Ya sé, suena tonto, pero hay un universo de diferencia en comerse un sandwich sin verduras o con verduras.
Las cosas van, en este momento estoy ahogada en trabajo, tengo MILLONES de cosas qué leer, el lunes me toca dar clase, el martes entregaré un ensayo del que no tengo uta idea de cómo empezar (ni cómo continuar, ni cómo terminar) y bueno… está de más explicar por qué casi no he posteado.
En una nota completamente al margen y que no tiene nada que ver: ayer descubrí el queso philadephia en rebanadas! así, como los cuadritos de queso amarillo, pero queso crema! ya sé, qué mensada, pero nunca los había visto y ese queso me encanta, etc.
Les dije que iba a hablar de cosas de ama de casa. Esperen a que cuelgue los cuadros y ponga un par de cortinitas que quiero cambiar, y les muestro fotos de esta casa de felinos locos :)

La casa de los gatos malcriados

Hoy dormí por primera vez en el depa de Beny. Descubrí que tengo un problema muy grande de gatos malcriados (eso pasa cuando su mamá casi no está en casa, o sea yo) pero espero que ahora que ya vivo acá con ellos, pronto Beny entienda el significado de “¡NO!”, porque el wey tiene un caracter rarísimo, todo se le resbala… no le gusta que lo acaricien, pero sí le gusta que lo carguen, es rarísimo que ronronee, maulla un chingo y no entiende regaños. Pero en el fondo es bueno, es muy lindo… de una extraña manera. Total que no me gusta andarle pegando/gritando a los gatos para educarlos, sé que así se hace pero no tengo el corazón para restringirles cosas, sobre todo porque en cierta manera es también su casa y pues la cosa es que todos seamos felices… no?
No?
Bueno para que se den una idea de cómo fue mi noche, vean este videito. Además me da risa que el gato está idéntico, jaja blanco y peludo. Chequense todos los juguetes regados por el piso, así está acá, igualito. Claro que en lugar de ser sólo un gato eran dos, aunque Mao es mucho más decente y él sí aceptó dormir a ratos en mis brazos.




Próximamente, más chocoaventuras de “Mi nueva vida como ama de casa” :P

beny, inspector de cajones y bibliotecario

Para procurar el armado correcto de mi escritorio nuevo (querido Piantao: gracias infinitas) Beny, el nuevo inquilino, verifica que todo el proceso haya sido realizado correctamente.

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El Piantao, con la paciencia que lo caracteriza, espera a que Beny le dé el visto bueno.

Pero además de ayudarnos con el control de calidad del escritorio, Beny cuenta con un talento innato para clasificar libros.
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Al final, después de mucho rodearlos, frotarse y perder dos pelotitas entre ellos, decidió que en lugar de un acomodo apropiado, los libros necesitaban vigilancia constante. Y yo le doy la razón.
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