death opened a boutique

En la mañana mi papá me pasó una nota del periódico donde se narraba el accidente trágico en el que dos chavos de la prepa donde yo daba clase perdieron la vida. Iban cuatro en un coche, y por un cerrón o un exceso de velocidad o una carrerita o lo que sea, se estrellaron contra una columna de cemento de la avenida las torres. Dos fallecieron, los que iban adelante. De los cuatro nombres que leí tres saltaron a la vista: habían sido alumnos míos. Dos de ellos fallecieron, el otro está en el hospital. Es difícil tratar de describir qué fue lo que sentí. Es una maraña de cosas. Primero traté de ubicarlos, no estaba muy segura de quiénes eran pero sí ubicaba las clases y el semestre. Era como tratar de identificar sospechosos en un álbum lleno de fotos. Pero en la tarde, las tres caras aparecieron frente a mí. Ahora los muertos tenían un rostro.

Luego empecé a pensar qué se sentiría morir calcinado. Creo que es una de las peores muertes que se me pueden ocurrir (de las que ocurren comunmente, tampoco nos pongamos muy creativos). Los dos de atrás lograron salir, de los dos de adelante uno quedó inconsciente por no llevar cinturón de seguridad, pero el otro estaba consciente cuando el fuego lo alcanzó. Dicen que no dejaba de gritar. Una de las amigas que iba en el otro coche ahorita está en el hospital, sedada, por la fuerte impresión que tuvo. Y podría seguir abundando en detalles, en hubieras, pero no es el caso. Tenían 17 años, diecisiete putos años. Qué no he hecho yo desde los diecisiete. Una amiga maestra aplicó un examen final una hora después de ocurrido el accidente: todo el salón lloraba. Uno de sus alumnos estaba costernadísimo: él iba a acompañarlos, pero una amiga lo convenció de que se quedara estudiando con ella.

Los recuerdo en un día de clases normal, riendo, regañándolos porque no habían entregado la tarea, llenando de tachas sus ensayos o tomados de la mano de su novia. Nunca fueron mis grandes amigos, no los tengo (tuve) en messenger, pero no por eso deja de ser algo terrible. Cuando el muerto tiene una cara, una forma de reír o de sacar excusas para no trabajar, el acontecimiento toma otra dimensión.

Es un poco como cuando falleció mi amigo Abraham. En ese entonces ya no éramos amigos tan cercanos, él se quedó en el grupo apostólico donde nos conocimos, a mí la prepa me hizo niña mala.  Pero habíamos compartido un tiempo maravilloso, éramos como hermanitos inseparables, nos escribíamos cartas, inventábamos personajes. Luego la leucemia se lo comió. Y yo no pude decirle nada, no hubo tiempo.

La muerte es algo terrible, aunque sea parte natural de un proceso. Lo malo es que un accidente no tiene nada de natural, es abrupto e inoportuno. Sigo pensando en todo lo que he hecho desde los 17, y en las cosas que ellos ya no podrán hacer. Sólo me queda pensar que más vale que el Paraíso sea un lugar realmente chingón. Y que Dios los tenga en su Gloria.

10 Replies to “death opened a boutique”

  1. Sí, eso estuvo feo. A también conocía a uno.
    17, ese número parece tan chiquito a estas alturas de la vida.
    Yo juraba que no pasaba los 18; vivir era tan difícil y de hueva. El día que cumplí 20 me sentí salvada del desastre… luego hay cosas como esta que te lo recuerdan.
    Fuerza, comadre. Saludos.

  2. I don’t want to start
    any blasphemous rumours
    but I think that God’s
    got a sick sense of humour
    and when I die
    I expect to find Him laughing

  3. Yo también me imaginé lo horrible que debe haber sido para el que estaba conciente. Siempre he pensado que lo peor de morir es darte cuenta. Y, en este caso, el dolor.

  4. Porque se hace mas oscura conforme pasa el tiempo?…cuando era pequeño y se moria alguien que conocia pero no convivia con el, no la sopesaba, pero cuando murio mi primer familiar…de ahi todo cambio…

  5. sufrimiento..en verdad no es justo…dame 2 meses y vivi la gloria…dales una vida y bueno que hubiera sido? solo 17!!

    pero despues del fuego, las cenizas quedan y las lagrimas de los que nos quedamos terminan de apagar las ultimas brazas, si sufrimiento…hey, los veremos el proximo año cuando regresen a comer, beber y pasarla con los seres queridos un Dia de Muertos cualquiera, luego regresaran a descansar y a esperarnos.

  6. La muerte nunca dejará de impresionarnos, a todos nos deja en shock y más cuando son personas cercanas a tí o cuando es gente joven “con toda la vida por delante” Nadie sabe qué hay más allá y siempre que nos enteramos de algo así llueven las preguntas existenciales.

    A mi me agrada saber que alguién muere de un infarto o de manera instántanea, creo que es un regalo, lo peor es el mal morir, el morir lento o vivir con la sensación de muerte constante como alguién con leucemina o sida. Seguramente su vida hasta los 17 estuvo de poca madre y llena de risas juveinles.

  7. ja! el paraiso…

    ustedes hijos de Cristo creen que merecen eso ??

    no me parece que por tener 17 años te puedas ganar el “paraiso”, que por un “accidente” el pueblo te llore… hacen su desmadre y van al “paraiso” pero… no es su culpa, ese Dios padre del nazareno les perdona todo :)

    el fuego de Odin es su voluntad!, el mismo!

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