start the play

Tengo espejos de nuevo (lindo, muy lindo). Tengo las mejores chanclas del planeta (rojas con diamantina). Tengo hueva (mucho, mucho sueño). No hay muchas novedades, la nieve de yogurth que me comí hace rato sabía igual de rica que siempre. Mientras la comía vi un choque muy tonto, de esos por alcance. A la camioneta que frenó no le pasó nada, al tsuru que se embarró seguramente sí. La camioneta huyó (casi le dijo “lero lero” al tipo de atrás) y el tsuru blanco la siguió -inultilmente, supongo. Esto propició una reflexión más o menos profunda acerca de la naturaleza de las reacciones, y por qué la gente es tan grosera. A mi me molesta ser grosera con los desconocidos, ergo, me molesta que los desconocidos sean groseros conmigo. En un medio como este, en el que no se choca pero se está tan expuesto, sucede muy a menudo el insulto anónimo, la crítica sin fundamento, el juicio anticipado. Y claro, uno tiene la culpa por estar desnudando sus sinapsis así como así (ya sé que las sinapsis no se desnudan, y tampoco constituyen el pensamiento, pero pensemos metafóricamente) y exponiéndolas cual plato de carne cruda en charolita a la venta. El asunto es que yo creo en esa frase cursilinda de Gandhi que dice que tú debes ser el cambio que deseas ver en el mundo.
Llámenme idealista, al menos MI mundo es más hermoso si creo que estoy haciendo las cosas como Dios manda. Me fui de algo muy particupar a algo muy general, lo sé, pero resumiendo es eso, ahí está. Nomás hay que pensar en el karma. (Me acordé de la hija de un amigo que se llama Dharma, y me acordé de Karmita, la hija de ese padre hippie que salía en un cómic que no recuerdo cómo se llama…). El punto es: la nieve de yogurth sabe chida, y las reflexiones en torno a ella pueden o no carecer de fundamento, pero si ocurre un choque como este, el ejemplo fundamenta la reflexión.

O sea: tengo sueño y ya debería irme a dormir.

2 Replies to “start the play”

  1. Me llegó esa reflexión. Muchas veces en el blog uno refelxiona sobre experiencias y sentimientos que no se expresan con la misma facilidad si vas a tomar un café y charlas. La ventaja de contar en internet es que en la mayoría de los casos es un poco más genuino y la atención es total en la pantalla mientras que en un lugar público la atención birnca de un lado a otro a la menor provocación.

    Mostrarnos en charolitas al mundo cibernético tiene sus cosas buenas y malas como conocer interiormente a las personas sin haberlas visto siquiera o decepcionarte de otras que resultan ser un personaje.

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