todos los perros van al cielo

No quería tocar el tema pero es imposible.
Mi perrita Azul se está muriendo. Los que nunca han ido a mi casa, quizá no sepan que tenemos una perra. Es una husky, que está cumpliendo ya 15 años. Sí, quince. Empezó hace unos meses con un tumor en una pata, que resultó ser benigno pero tenían que quitárselo, y con eso, dos dedos. Nos dijeron que quizá no volvería a caminar, pero caminó y corrió y saltó. Luego empezó con una afección respiratoria, que resultó ser un tumor (o algo así) que le obstruye las vías respiratorias y crece espantosamente rápido. La radiografía del lunes mostró que le queda un pedacito en un pulmón para respirar.
Para mí la muerte es un tema muy delicado. Es más, no quiero ni escribir sobre eso, escribo por mero ejercicio literario (y quizá psicoanalítico) pero no, la muerte es algo que no puedo concebir y mucho menos enfrentar. Y muchísimo menos, todavía, si se trata de alguien a quien amo. Imaginar que alguien cercano a mí muere es automáticamente un acto masoquista, que me provoca malestar y largas reflexiones sobre los “y si” y los posibles escenarios y etcétera.
Un perro, por ser un perro, no es menos importante. Menos si es alguien que ha formado parte de nuestras vidas por tanto tiempo, que nos ha cuidado y a quien hemos cuidado con todo el esmero que nos es posible, incluso en estos días que aparentemente serán sus últimos. Ahora mismo que escribo pienso que no sé si sobrevivirá para mañana: lleva mucho sin probar bocado, con todo lo fuerte que es, ahora está en los puros huesos. Lo peor es que pensar en su muerte me hace pensar también en la muerte de Ozzy, que se encuentra completamente sano y feliz a sus once años, pero como dicen, “para allá vamos todos” y eso lo incluye a él, y pensar eso es simplemente insoportable.
Sólo me queda pensar en que seguramente ha sido feliz y pasará tranquila estos días. Definitivamente mi familia y yo evitaremos su sufrimiento en lo que nos sea posible. Pero no es posible evitar que se muera :(

Esta foto es de fin del año 2008, para los que no conocían a mi perrita. La mensa que está al lado soy yo.

azulita

2 Replies to “todos los perros van al cielo”

  1. uchs, amiga…
    la muerte es dificil para todos, aunke tengamos distintas formas de sobrellevarla. Yo igual hace poco he estado pensando constantemente en que a mis jefes les queda poco, y en qué carajos voy a hacer sin ellos, que han sido excelentes conmigo. Pero lo unico que se me pasa por la mente es disfrutar, si, disfrutar lo que mas pueda su presencia, su mirada y sus palabras (aunke sea perro, los huskies hablan ;), para asi no hacer tan dificil aceptar el hecho que no va a estar. Creo, en mi humilde opinion, que debieras aprovechar y abrazarla, besarla y mimarla lo mas q puedas ahorita. Ella te lo agradecerá y se irá sabiendo que la quieres mucho…
    un abrazo y ánimo,
    te quiero mucho, amigaza

  2. Y a eso venimos :( A sentir todas las emociones, buenas y malas. Nunca estamos (ni estaremos) preparados para decir adiós, las mascotas – no me gusta llamarles así, pero, bueno- también nos enseñan que la muerte es inevitable y de hecho hasta nos preparan para eso. Con ellos aprendemos a vivir el duelo, yo opino que por eso los niños deben tener un animal a su cuidado. Aceptar la muerte es parte del crecimiento y educación de un ser humano. A mi cuando me pasa prefiero pensar que dan su vida a cambio de la de alguien de la familia: papás, hermanos, que lo hacen por amor. También me ayuda lo que mi mamá me decía de niña, que son los que nos guían cuando llegamos al cielo, jojo, o sea iré al cielo porque me esperan allá ;) Si es inevitable, pronta resignación para todos. Fue muy bondadosa con la familia por los años compartidos.

    Y si como terapia quieres llorar un chingo, a mi me llegó bastante la película “Marley y yo” Me duró una hora la chilladera. Estás advertida. Un abrazo.

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