Sonó el despertador. Como siempre lo apagué y me arremoliné en la sábana para acomodarme de nuevo. Como siempre llegó Mao a acostarse conmigo, me deja abrazarlo y él se recarga en mi pecho. Estábamos entrando felizmente al sueñito antes de levantarnos cuando escuché que un gato subió corriendo y se metió al closet, haciendo mucho ruido. No sonó ningún cascabel así que no era Beny, y Motiti no suele andar corriendo por la vida (por eso está tan gorda ahora) así que pensé: Garabato. Luego escuché ruidos adentro del closet, como de golpecitos. Mao dejó mis brazos para ir con su juguetón hermano, y mientras yo pensaba “el cabrón seguramente subió una cucaracha moribunda y la está cazando adentro del closet, QUÉ ASCO, voy a tener que pararme”.
En eso empecé a escuchar unos maullidos rarísimos, como nunca le había escuchado a Garabato… largos, profundos, débiles pero sonoros. Como maullidos de… ¡DOLOR! ¡En la madre! Me levanté de un salto y me asomé al closet (es un closet grande) y lo que vi fue a Garabato con la cola esponjada, tratando de mantenerse en pie, cayendo, tambaleando. Mao lo veía con cara de interrogación. Se me disparó la adrenalina, le grité al Piantao ALGO LE PASA A GARABATO y mientras él se levantaba rápidamente corrí a buscar el teléfono del veterinario. Como no contestó, Carlos se lo llevó a la veterinaria más cercana, y cuando lo puso en la caja transportadora me dijo que el gato estaba todo aguado, débil. Salió como alma que lleva a su gato enfermo y yo me quedé en la casa tratando de que algo tuviera sentido. Recorrí todos los espacios: el gato no sale de casa nunca, no hay sustancias ni alimentos tóxicos al alcance, había una vomitada en el piso pero era pequeña y normal (o sea, de pelos, gracias) lo único que se me ocurrió es que quizá hubiera comido una cucaracha a la que le hubiera caído insecticida del que rocié debajo de la puerta hace tres días. Pues era lo único, así que eché el bote de insecticida en una bolsa y me lancé al veterinario.
En el camino le iba pidiendo a Diosito que no fuera nada, porque yo ya me imaginaba al Garabato patas pa’rriba: él suele tener buena salud y me parecía muy extraño que dadas las casi perfectas condiciones de vida que tiene le pasara algo. Todo me pasó por la cabeza menos lo que vi cuando entré al cubículo de consulta: Garabato de pie, cola estirada hacia arriba, felizmente comiendo de una pequeña lata que la veterinaria le estaba ofreciendo. Lo primero que sentí fue alivio, luego vergüenza (qué penita que yo había llamado cual madre desamparada: MIMARIDO VA PARA ALLÁ, ALGO LE PASA A NUESTRO GATITO *respiración agitada*) y luego coraje: pos pinche gato, ¿qué fue?
La teoría de la veterinaria es que, a juzgar por la(s) vomitada(s) reciente(s), el gato anda teniendo problema para sacar los pelos y a lo mejor una vomitada lo sacó de onda, o algo así (insertar explicación que no puedo reproducir). Mi teoría es que el pendejo se pegó, y perdió piso por la intensidad del madrazo. Nunca he visto a un gato golpearse tan duro que luego de eso se caiga o se maree, pero no descarto la posibilidad. Las señales concuerdan: el gato andaba de juguetón, ruidos en el closet, maullidos de dolor, mareo, cola esponjada por la sorpresa, recuperación pronta. No creo que sea un problema neurológico porque el gato no hubiera llorado ni se le hubiera esponjado la cola, en los problemas neurológicos el gato simplemente no puede hacer tal o cual cosa. Además Garabato ya anda como si nada corriendo y jugando, arqueando el lomo cuando lo acaricias, etcétera. O sea al grandísimo cabrón no le pasó nada.
Aprendí dos cosas: una, que es muy buena idea tener también los números de emergencias veterinarias a la mano, y dos, que independientemente de si sepas que lo que sucedió es grave o no, el factor tiempo es clave. A la siguiente que suceda no me voy a quedar a preguntar qué pasó, voy a correr al veterinario igual, aunque haga el ridículo. Más vale prevenir y pagar una lata de alimento consulta de $220 pesos, que luego lamentarse.
Ay, Garabatito.
Asi es con los hijos, yo veo más al veterinario que a un médico y nos dan cada susto :S
Que bonito esta garabato. Yo siempre quise un gato (a) negro y no se me ha cumplido. Lo bueno es que no paso a mayores. Y solo fue un poco de actuación. Y le dieron su paleta, digo su lata :)
Tal vez puedas probar unos rayban la proxima vez que vayan a su hora de sol (y a ver cual se deja jaja)http://youtu.be/-Hev4WcxBKk
Saludos!
jajajaj ay noooo es a Beny a quien me encantaría ver así!!! claro que después de eso me asesinaría mientras duermo.