Mariposas

El otro día estaba pensando en las mariposas monarca. Según yo no es temporada de migración ni nada, pero ya van varios años que pienso siempre en lo mismo: este año tampoco me tocó ver mariposas. Recuerdo que hace algunos años todavía nos tocaba ver grandes grupos de mariposas pasando por el patio de mi casa, por la calle, incluso muertas (ups) en los frentes de los coches.
No puedo recordar cuál fue el último año en que las vi pasando por mi ciudad.
Primero pasaba un grupo menos numeroso de mariposas de alas amarillas, a las que inmediatamente después seguían las monarca. Y durante varios días podías voltear al cielo y ver grupos de pequeños y maravillosos insectitos haciendo un viaje más largo que sus propias vidas.

No sé cuándo dejaron de pasar las mariposas por esta ciudad. Y ciertamente dudo que tenga algo que ver con la violencia citadina, con los malos gobiernos, con la falta de educación. Bueno, quizá sí tenga que ver. La parte triste (además de la inminente desparación de este ser) es que mis hijos no podrán deleitarse con tal espectáculo y, al paso que vamos, quién sabe si incluso yendo al santuario puedan conocer a estas mariposas. Vamos, no es que me fascinen las mariposas en general, simplemente era un episodio hermoso, fuera de lo común, que te hacía detenerte y decir “¡mira!” mientras apuntabas con el dedo. Era belleza gratuita, indómita, sorpresiva.
Y ahora…

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