Colibrí

Un colibrí hizo nido en la enredadera del balcón. Lo descubrimos hace poco más de dos semanas. Desde entonces le hemos procurado macetas con flores, agua y cero molestias. No salimos a regar las macetas a menos que estemos seguros de que el colibrí no está en el nido. El colibrí se acercó a nosotros, nos permitió observarlo en pleno vuelo y cuidando de sus huevecillos. Todos los días lo saludábamos, lo mimábamos (de lejos) nos dejábamos enternecer por su postura.
El fin de semana lo vimos en una actitud distinta: parado en la orilla del nido, haciendo algo “hacia abajo”. Nos emocionamos mucho y pensamos en lo bello que serían los siguientes días.
Pero hace tres días que ya no está. Me asomo insistentemente al balcón, mañana, tarde y noche, pero nada. No puedo imaginarme algo bueno con esta situación. Supongo que eventualmente saldré al balcón y miraré dentro del nido, a ver si encuentro alguna pista de lo que sucedió con “nuestro” colibrí. Pero no quiero. Sólo quiero que vuelva.

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