Allá en los lejanos años 90 del siglo pasado, cuando estaba en secundaria (no sé, ¿segundo? ¿tercero?) compré dos discos. Bueno, un casete y un disco. En esos tiempos creo que mi hermana todavía creía en Santa Clos (¿o ya no?) pero mi hermano y yo, que ya éramos grandes, pedíamos lo que queríamos de regalo de Navidad. Ese año, no sé por qué, me dio la onda de comprar el Acústico desliz, de Fratta, y el Un mundo separado por el mismo Dios, de Nacho Cano. Yo creo que fue culpa de TeleHit. El caso es que me enamoré del disco de Fratta, el único que le he escuchado si soy sincera, y hoy que se me ocurrió escucharlo (creo que soñé con alguna canción de ese casete que escuchaba en el receso de la secundaria, en mi walkman) me sigue pareciendo un muy buen disco. Me encanta la participación de Rita Guerrero y Ely Guerra, incluso la de Julieta Venegas (aunque luego me cayera gorda). Qué gusto, qué lujo, ¿no? tener a Rita cantando un par de líneas de Luz de mar o diciendo que para volar no le hace falta nada (*suspiro*).
Si se sienten nostálgicos de los 90 (quién no, a estas alturas de la vida) corran a escuchar el de Fratta. Ninguna canción tiene desperdicio. Y si les da curiosidad el de Nacho Cano, también es muy buen disco, loquísimo. Seguramente recordarán El profesor de danza y su maravilloso video, en el que Cano luce muy muy guapo.