El miércoles pasado, el Piantao se encontró a un gatito (con ese talento que posee para que los gatos le sigan) muy maltradado en un estacionamiento. Por circunstancias de la vida y cálculos matemáticos (el Piantao ya tiene a Garabato y a Beny en su casa) Mao (como se llama ahora este minino) terminó conmigo. Lo simpático es que tiene los mismos colores que Ozzy, entonces es como un mini-Ozzy pero con un caracter precioso.
Mao (se llama así porque así maulla) llegó con muchas heridas, especialmente una dentro de la patita delantera izquierda, y la cola chueca. Sí, resulta que seguramente se la pisaron y rompieron en algún momento, y soldó chueca… de modo que cuando la para la punta cuelga y forma un lindo signo de interrogación.
Lo llevamos a que el veterinario lo revisara, le dieron un antibiótico, lo desparasitaron y lo bañaron. Es increíble que sólo hayan pasado 5 días de eso, pues Mao luce ya muy alegre y juguetón. Es muy cariñoso, lo que me encanta de él… muy agradecido, muy bien portado y se la pasa ronroneando. Le encanta comer, pero si le acercas la mano, deja de comer y se frota contigo. Se me figura que su vida en la calle fue muy desagradable, y ahora que todo mundo está al pendiente de él y tiene su comida especial, caja de arena, juguetes, cama suavecita… no sé, como que no se la cree. Al principio nos tenía miedo, pero ahora se la pasa jugando con todos. Menos con Ozzy, claro, como que todavía no tienen ganas de conocerse muy a detalle.
Ay, ¿a poco no es adorable?