siempre eres tú

Todo estaba listo para esa noche. Es como si cada segundo de su vida los hubiera preparado precisamente para este momento. Los corazones laten acelerados, las manos sudan, el perfume quizá es demasiado. Él sentado frente a la mesa estruja una servilleta de tela. Ella pasa un cepillo demasiadas veces por su cabello. Él frente a un plato vacío, ella frente al plato del espejo, en el que su imagen se sirve con un ligero sabor a angustia. El reloj tic tac al fondo de ambos. Estruja la servilleta. Una mano femenina enciende un coche. Una servilleta de tela blanca, corriente, casi ofensiva.

Y es que quién sabe si verse era la mejor opción. Dejar el hogar seguro, quemar las naves, acortar las distancias que hacen peligrar hasta a los conductores más diestros. El riesgo era, precisamente, acercarse el uno al otro. Como dos sustancias químicas que nunca deben mezclarse, pero por su misma peligrosidad, el acto atrae al curioso: “y que pasa sí…”

Ella fuma mientras conduce. Él fuma mientras espera, mira al mesero, a los comensales, el ruido del chocar de copas, de tenedores sobre el plato, quizá un piano desafinado al fondo, cómo saberlo. Ella acelera acelera, y todos los semáforos en verde le dicen sigue, aunque ella se muerda las uñas y no sepa si seguir. Pero sigue. En bocanadas de humo queman su angustia, que no se termina sino al contrario, se multiplica y se extiende en el ambiente con olor a cigarro.

Pero si sólo había pasado un año. Las razones por las que dejaron de verse están de más, o quizá ya ni se acuerden, o quizá no les importe, o quizá por eso quieran verse. El problema es que el tiempo avanzó a cuentagotas, el tiempo elástico que lejos de diluirlos, quemó en sus mentes la imagen del otro. Como un tatuaje sin color, como una silueta: tú eres este espacio que estará eternamente definido dentro de mi corazón.

Una botella de champán suda también dentro de una cubeta que moja la mesa. La mancha de agua sobre el mantel se ha ido extendiendo, él casi puede medir cómo pasa el tiempo al ver cómo ésta crece. Ella entra al lugar. El vestido negro le aprieta los muslos para que no pueda caminar, sus tobillos se doblan. Mira hacia adentro del restaurante, pero sólo ve muchas cabezas inclinadas sobre platos. Nada que resalte.

El problema quizá es que nunca dejaron de quererse. Y no pueden entender cómo es que todo salió tan mal, tan mal que quizá ya nunca tenga remedio y toda esta cita es una tremenda estupidez. Una trampa en la que cayeron a causa de un desliz de ingenuidad. Pero qué tontos. Si lo peor que podían hacer era verse, esa noche, en ese restaurante, con esa botella de champán esperándolos, nerviosa y sudando.

Hay una mesa vacía. No, no está vacía, hay un hombre sentado en ella. El hombre fuma y mira una mancha de agua sobre la mesa. Estruja una servilleta. Ella da uno dos tres pasos inseguros, los siguientes también. Le clava la vista, y él responde. El hilo rojo que los une todavía está ahí, perceptible, y quizá por eso les duele tanto el pecho al chocar las miradas, como un accidente automovilístico.

Pero qué hacer ante la necesidad. Ante el conocimiento de la existencia del otro, como una parte complementaria de sí mismo, como dos notas conectadadas en una misma partitura. Y qué hacer, cómo remediar el hecho de que están irremediablemente enganchados, de que no importa cuánto quieran burlar al destino, cuánto quieran evitarse, la ciudad cambiará todas sus rutas con tal de que ellos se encuentren de nuevo.

Se miran largamente. No sonríen. Ella aprieta su bolso entre los dedos, él sigue estrujando la servilleta. El tiempo elástico otra vez abraza sus memorias, los tortura, los exprime y los obliga a recordar. De golpe. Pero sus brazos siguen sin moverse, sus piernas siguen sin tener vida, sus labios que no se separan para emitir alguna palabra. Finalmente, es ella quien toma la inciativa. Apura una sonrisa apretada antes de dar la media vuelta y dirigirse hacia la salida. Sus tacones perforan la alfombra del restaurante. Él respira hondo. Ella enciende un cigarrillo mientras cruza la puerta hacia la calle. Él pide que le abran la botella. Creen que todo ha terminado.

Qué ingenuos.

7 Replies to “siempre eres tú”

  1. “Aquella noche no llovió
    ni apareciste disculpandote
    diciendo mientras te sentabas
    -perdoname si llego tarde.

    No me abrumaste con preguntas
    ni yo trate de impresionarte
    contando tontas aventuras,
    falsas historias de viajes.

    Ni deambulamos por el barrio
    buscando algun tuburio abierto
    ni te bese cuando la luna
    me sugirió que era el momento.

    Tampoco fuimos a bailar
    ni temblo un pájaro en tu pecho,
    cuando mi boca fue pasando
    de las palabras a los hechos.

    Y no acabamos en la cama
    que es donde acaban estas cosas
    ardiendo juntos en la hoguera
    de piel, sudor, saliva y sombra.

    Así que no andes lamentando
    lo que pudo pasar y no paso,
    aquella noche que fallaste,
    tampoco fuí a la cita yo.

    …aquella noche que fallaste,
    tampoco fuí a la cita yo.”

    El restaurant, era seguramente El Polidor.
    Al piano tocaba Theolonius Monk, y en la mesa contigua estaban Art Boucaya, Jean Ferry, Opach, Louis Barnier, Troulay, R. Fleury, Latis, Thiéri Foulc y los otros.

    Despues del champagne, siguió un Château Vieux Maillet, y otro.

  2. Que bien que haya usted buscado sobre la canción, si hizo lo mismo con el link de mi nick, o los personajes que en el anterior comentario aparecen, que mejor. Me gusto mucho lo que escribio hoy. ¿si pasó todo eso en el Polidor?. Seguro que si, no se por que lo dudo.

    Saludos muchacha, hasta otra ocasion.

  3. sus pisadas retumban en el pavimento como el deseo reprimido en su mente.
    y el probó y ella también estubo en sintonía.
    sin razón aparente la bebida desciende lenatamente por la pared de la copa.una sonrisa ilumina su rostro.el champán moja sus labios y el sabor de la figura femenina le asegura el futro .ese que habra de seguir sin temor.
    el reflejo de las luminarias marca el camino de regreso.esta vez las luces del trafico no están de su parte.la espera le atormenta con los recuerdos vividos.el trayecto se hace largo y pesado ,el verde del siga ilumina una parte de su rostro,no se puede distinguir si el reflejo es debido a una lagrima que desciende por el mismo.
    en el humbral del retorno,el ritmo del sus pisadas no reflejan temores pasados.
    el rtimo de su cabello marca la seguridad de sus pasos y una sonrisa ilumina su rostro.mañana,mañana sera otro día.

  4. Cierto…¿como cortar lo que no se puede continuar?…si alguien sabe la respuesta..que pase la receta…

  5. quien iba a prever que el amor ese tan imformal
    se dedicara a ellos tan formales

    mientras almorzaban por primera vez
    ella muy lenta y él no tanto
    y hablaban con sospechosa objetividad
    de grandes temas en dos volumenes
    su sonrisa la de ella
    era como un augorio o una fábula
    su mirada la de él tomaba nota
    de cómo eran sus ojos los de ella
    pero sus palabras las de él
    no se enteraban de esa dulce encuesta

    como siempre o casi siempre
    la política condujo a la cultura
    así que por la noche concurrieron al teatro
    sin tocarse una uña o un oja
    ni siquiera una hebilla o una manga
    y como a la salida hacía bastante frío
    y ella no tenía medias
    sólo sandalias por las que asomaban
    unos dedos muy blancos e indefensos
    fue preciso meterse a un boliche

    y ya que el mozo demoraba tanto
    ellos optaron por la confidencia
    extra seca y sin hielopor favor

    cuando llegaron a su casa la de ella
    ya el frío estaba en sus labios los de él
    de modo que élla fábula y augurio
    le dio refugio y café instantáneos

    uno hora apenas de biografía y nostalgias
    hata que al fín sobrevino un silencio
    como se sabe en estos casos es bravo
    decir que algo realmente no sobre

    el probó solo faltaba que me que a dormir
    y ella probo por qué no te quedas
    y él no me lo digas dos veces
    y ella bueno por que no te quedas
    de manera qu él se quedó en principio
    a besar sin usura sus pies fríos los de ella
    depués ella besó sus labio los de él
    que a esa altura ya no estaban tan fríos
    y sucesivamente así
    mientras los grandes temas
    dormían el sueño que ellos no durmieron.

  6. la nostalgia de las memorias, de lo que no pudo ser… como amamos lo que no pudo ser. si vivimos atados a algo que se nos escapó de las manos, y que aun asi amamos. nostalgica felicidad. destinados a vivir solos con su recuerdo

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