one of those days

Entre el café, la lluvia y el exceso de trabajo que nadamás no sale, me estoy volviendo loca. Es un decir. Realmente estoy como en corto circuito constante. Y como bien dijo Gaby, el exceso de café no me permite hacer lo único que podría hacer que el día se fuera más rápido: dormir.

Este post no dice nada interesante, así que dejen de leer aquí y mejor váyanse a otra parte.

A los que se quedaron, les voy a contar la historia de una muchacha internada en un centro de rehabilitación, que se recuperaba de su adicción a la cocaína o heroína o lo que sea. Su recuperación era positiva, los doctores y su familia estaban muy contentos porque después de mucho trabajo y sufrimiento, la muchacha se veía muy bien, comía de nuevo, dormía de nuevo, se sentía bien consigo misma y con las personas que la rodeaban. Pero justo el día que iba a salir de esa clínica maravillosa en la que se había recuperado por completo *alguien*, no se sabe por qué razón, puso la droga de su perdición escondida en la comida, o revuelta con la limonada, o untada en el pan. La pobre muchacha, apenas la paladeó, experimentó un frenesí incontrolable, un placer que le rebotó por el cuerpo, un sentimiento que había olvidado y que ahora la condenaba a quedarse otra temporada en esa clínica. La pobre está otra vez ansiosa, lamiéndose los labios y los dedos por si alguna partícula de aquella droga quedara escondida entre los pliegues de su dermis. Lo peor de todo, es que su “benefactor” anónimo nunca regresó a resarcir su daño. ¿Por qué hay que pagar por algo que no pedimos? ¿Por qué empezar una recuperación de algo que no elegimos voluntariamente? Voluntariamente es aquí la palabra clave. Voluntariamente. Bah. Malditos espejismos.

En cosas menos crípticas, debo admitir que uno de los pocos placeres que me quedan en días como este, es ver videos de bellydance en youtube. La gracia que tiene el raks sharki libanés, a diferencia del raks sharki egipcio, es que resulta más vistoso en los escenarios. Sin embargo, la técnica del egipcio es más exigente y elegante (me atrevería a decir), por lo que pasar de egipcio a libanés es más sencillo que pasar de libanés a egipcio. El turco tiene más ondulaciones de vientre, entre otras características que desconozco. Y lo curioso es que todas las bailarinas turcas que he visto usan tacones. Pero las palmas del día de hoy, se las lleva esta mujer, que la verdad se ve hermosa y dominante y wow, hablando de verse bien en el escenario. Quiero bailar como ella, sus descaderados son hermosos y sus gestos faciales también (un gran porcentaje del atractivo de este baile es la presencia, el coqueteo, la habilidad para lograr que todo tu público te esté viendo embelesado A TI). Pero me estresa que se agarre tanto el cabello. ¡El solo de derbake al final! Yo *tengo* que aprender a tocar ese instrumento.
En otra cosa pero en el mismo tema, espero que mi clase de danza nunca, nunca, NUNCA se vea como esto. Qué horror.

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