apología del cigarro

“El cigarro es la soledad que uno elige”. No sé dónde leí o escuché eso, pero es una afirmación que encuentro perfectamente comprensible. Cuando uno está solo, realmente no lo está si tiene al alcance una cajetilla de cigarros. Los cigarros sirven para muchas cosas, obviamente para fumar, pero hay muchas aplicaciones que este acto sencillo y en apariencia solitario puede tener. No hace falta escribir sobre la utilidad que pedir un cigarro tiene para socializar con alguien más, e incluso conquistarlo(a). Pero en este caso, específicamente en este caso, como en todos los casos de ausencia de compañía, un cigarro ocupa la mente, entretiene la mano de ociosidades y da una imagen del más perfecto glamour y misterio que sólo esta efímera compalía puede dar.

Yo empecé a fumar a mis escasos 15 años, aunque eso es un decir. Querer aparentar algo que no se es no es un buen pretexto para iniciarse en el acto, y tampoco significa que haya sabido fumar. No. Hay más motivaciones que pueden o no ser válidas, y todo dependerá del caso. En lo personal, el cigarro para mí no es un vicio -aunque en algún tiempo lo fue, lo admito. Hoy en día, los cigarros sólo salen de mi bolso cuando estoy en compañía de personas que disfruto, o cuando estoy con alguien con primera vez (o segunda, o tercera) pero me sigue poniendo nerviosa. Fumar es mi manera de decir “te hago caso pero no tanto caso, ves, no me pones nerviosa y no me cuesta trabajo quitarte la mirada de encima”.

Fumar también me da un descanso entre una idea y otra cuando escribo, es como poner una coma al pensamiento, una pequeñísima pausa que me permite exhalar una idea más articulada, si se me permite la expresión. El cigarro es una persencia viva que termina demasiado pronto, un acto vano que se disfruta más cuando la experiencia de vida es mayor. Estoy hablando, claro, de un fumador ideal. He visto a jóvenes de prepa encender un cigarro tras otro sin el menor asomo de disfrute; fuman como si fuera un acto reflejo, como si se les terminara la vida al dejarlo en el cenicero.

Una persona puede delatarse mesurada, ansiosa, interesada, pacífica, nerviosa, etcétera, sólo por su manera de fumar. El cigarro también es una buena manera de medir el tiempo. Cuando llegamos tarde a una cita, sólo basta con mirar el cenicero de nuestro compañero al llegar: la cantidad de colillas en él nos dirá el tiempo preciso que ha estado esperándonos. Durante la charla, las mejores pausas dramáticas se logran cuando el que expone inhala un poco, guardando el silencio obligatorio para que el humo haga su trayecto, y después de exhalar prosigue su relato.

Pero el cigarro también delata, su olor se impregna en cada fibra de nuestra ropa, en cada cabello, en las yemas de los dedos. Y en la boca, por supuesto. Aunque he de decir, muy a modo personal, que uno de los mejores besos es aquel que sabe a café y tabaco.

Qué más puedo decir del cigarro que no se haya dicho ya. Quizá lo único que realmente importa, es que el cigarro también es una forma de evasión, de ignorar el aquí y el ahora, de la misma manera en que la escritura puede llegar a serlo para algunos. Como para mí, que en vez de fumar escribo, en este bar en que la luz cambia de rojo a azul y viceversa, pero que resulta suficiente para que yo pueda garabatear estas palabras en una pequeñísima libreta. Quizá lo mejor que puedo hacer ahora es dejar de escribir, poner atención a mi mojito que se diluye en hielo, y encender un cigarro. Nomás para no verme tan sola.

5 Replies to “apología del cigarro”

  1. ha sido mi mejor infaltable, a la hora de escribir, siempre son 5 ¿porqué? nose, pero siempre terminan siendo 5 Camels no mas, no menos. El estar ejerciendo el movimiento y apreciando la ondulaciones del humo y el brillar de la braza a contra luz del monitor en el cuarto oscuro, es como mi ancla para no perderme en mi imaginación y mi mente y continuar escribiendo. Me fascina admirar el cigarro y cuando estoy solo y comodo es mas delicioso.

    y ni hablar de lo exquisitamente liberado y relajado que me deja despues de un “rush” en la cocina…

    tenia un año y medio quiriendo escribir lo que tu haz redactado, pero nunca supe por donde empezar, que suerte dar un ojeada po´r adicción a tus escritos (de cualquier tipo)

  2. Orale…lo de los puntos y las comas me parecio delirante (ya se que no dijo puntos pero en ocasiones los tiempos con fumadores son muuy largos)…

  3. Me encanta ver a la gente fumar, son muy expresivos y en las mujeres es sexy. Yo fume pero como realmente no era parte de mi personalidad, no me marcó ni nada, lo dejé super rápido.

    Mis amigos son fumadores, pero la neta el olor a veces me enloquece, me jode y me molesta.

    ;)

  4. Sabes, de vez en cuando en las madrugadas y en las noches mas eternas fumo un solo cigarro, pero solo lo puedo disfrutar estando solo completamente solo, ahora -nunca se me habia pasado por la cabecita- entierndo que busco la compañia en este momento de soledad en el que contemplo la oscuridad.

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