Fue un fin de semana ajetreado pero muy divertido. Ya he hablado muchas veces de lo mucho que me gusta The Crüxshadows, una banda de música electrónica (futurepop, para ser más precisos), porque su música dista mucho de ser simple. Me parece muy interesante todas las fuentes inspiracionales que utilizan para crear sus letras, sus discos conceptuales (por la temática) y la conexión que hay entre uno y otro. Además, por supuesto, de la calidad humana de sus integrantes, con los que afortunadamente he tenido oportunidad de convivir. La última vez que los vi fue en 2004, cuando los trajimos a tocar a Monterrey (y que se descompuso su camioneta, etcétera). Ahora los vimos en San Antonio (por segunda vez ahí) y bueno, el que nos reconocieran y nos dieran ese recibimiento que nos dieron, sólo me hace adorarlos más. Ojalá los pueda traer este año de nuevo a Monterrey. Ahora están presentando su nuevo disco, Dreamcypher, mismo que estoy escuchando y todavía no termino de digerir (por aquello de que es muy nuevo).
Estoy contenta porque tengo a mi lado una latita de doubleshot (que descubrí gracias a Lilith), una gran cantidad de kisses rellenos de crema de cereza (oh-por-dios) y esos son los pequeños placeres que hacen el día más amable, sobre todo si estás en el trabajo. El frío allá afuera está de no mames, riquísimo, me recuerda el viaje que hice a Europa hace ya casi un año. Pasa el tiempo rapidísimo.