los tacones y el glamour

Cuando uso zapatos de tacón, camino con la gracia de un cerdo en patines. Estoy más cerca de los 30 que de los 20, y no soy capaz de entrar a la “adultez” en la vestimenta: me niego a usar “trajes sastre”, faldas con saco a juego, pantalones de vestir con blusita, estampados de flores, nada, nada de eso. El problema es que para las entrevistas de trabajo y eventos formales tengo que hacer malabares con mi ropa, la de mi madre y la de mi hermana. ¿Zapatos de tacón? Me encantan, pero no tengo. Bueno, tengo dos pares, que uso dos veces al año. Me encantan, es cierto, me fascina cómo los tobillos se ven más pequeños y las pantorrillas más llenas. Pero no los puedo caminar, se me entumen las piernas y se me hinchan los pies, y luego tengo “resaca de tacones” (o sea, entumecimiento de chamorros al siguiente día o dolor en el talón). Hay sólo cierto tipo de zapatos con tacón que puedo utilizar: aquellos que hayan costado como mínimo 800 pesos. No es capricho de moda, es que los tacones baratos me lastiman muchísimo los pies, tienen que ser unos zapatos comodísimos (pero así, comodisisisisisísimos) para que los pueda usar todo el día sin tener ganas de aventarlos por la ventana. Hasta ahora, solo hay UN par de botines con tacón alto que puedo usar sin tener ganas de suicidarme.
Otro gran problema es mi cabello: ¡no me sé peinar! Fuera de traerlo suelto, agarrado con pinza, en un chongo fodongo o con cebolla restrictiva para esos días de muchísimo calor, no me sé hacer nada. Puedo más o menos plancharlo, nunca he intentado secarlo, *olvídense* de que me haga un peinado. A mí no se me da el glamour de manera natural. No me sé enchinar las pestañas, casi nunca uso labial, no me sé hacer difuminado en los párpados. Sí me maquillo los ojos, mucho, pero más en estilo gótico/rockero. Sabrán entonces el problema que representa para mí tener que ir a un evento formal, serio, entrevista de trabajo, algo del tipo. A lo mejor el resultado no es tan caótico, pero me siento tan fuera de mí, de lo que soy, que no aguanto mucho tiempo vestida así. Siempre debo encontrar algo, un toque, un color, algo que siga siendo yo. Ayer parecía dominatriz según mi hermana (por cierto, no sé cómo mi mamá puede usar unos tacones tan altísimos sin cansarse… yo los usé dos horas ayer y ahorita no aguanto los chamorros) pero según yo estaba formal. No sé. No sé seguirle la corriente a la gente, no sé verme normal/formal. ¿Sólo me pasa a mi?

5 Replies to “los tacones y el glamour”

  1. jajaja, para nada eres la única a la que le pasa eso, la verdad nunca he podido comprender como le hacen aquellas mujeres que llegan al trabajo impecablemente maquilladas con sombra que combina al color de su traje sastre y caminando esos taconsitos de los mas delgado y superaltos.
    A mi me da una weba enorme, lo mas que hago es delinearme la ceja y un poquitito de brillo labial.
    Me encanta como se ven los zapatos de tacón alto en los aparadores pero ese es su lugar y no mis pies.

  2. No, no eres la única. Me inscribo al club de las personas no aptas para la formalidad.

    Tampoco entiendo como le hacen para estar siempre como maniquís :S , soy incapaz de hacer algo así, y soy incapaz de andar en tacones.

    Saludos :)

  3. No eres, ni serás la única. Yo, me uno a eso de ‘más cerca de los 30 que de los 20’, ‘normal/formal’, ‘me encantan los tacones/no sé caminar con ellos’. Me aterra más eso de ‘más cerca de los 30 que de los 20’, pero me alegra al mismo tiempo, a estas alturas de esa cercanía temporal, tampoco he sabido seguirle la corriente a la gente, y, yo creo que es mejor, ¿no?.
    Saludos :p

  4. No te preocupes. Tu estilo siempre me pareció más “formalizable” que el mío. Mi abuela siempre ha dicho que el color negro es muy elegante y combina con todo.

    A mi siempre me intimidarán esas mujeres que parecen haber nacido para vivir en una oficina. Para mi es un misterio cómo consiguen qué ponerse, con accesorios a juego, con maquillaje “natural”, peinado “ejecutivo” y, por supuesto, tacones. Cuando yo lo intento, siempre siempre hay una cosa o tres que no se ve bien con todas las demás. Sospecho que una de esas cosas es mi cuerpo.

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