conozcan a beny

Como el año nuevo ameritaba corte de cabello nuevo, ahora tengo un fleco con el que no estoy muy contenta que digamos, pero qué remedio. Quisiera decir que cada día lo odio menos pero no es cierto, más bien hay algunos días en que no lo odio tanto. En la foto salgo con Beny, nuestro nuevo gato que es también mío aunque no viva conmigo sino con el Piantao. Me es difícil quererlo sin sentir que traiciono a Ozzy, lo que me hace preguntar… ¿sentirán los padres lo mismo cuando tienen varios hijos? Interesante cuestión.
Mientras tanto: conozcan a Beny. Que conste que yo no le puse el nombre, ya nos los dieron así y no se me hacía onda rebautizarlo.


beny

Beny es muy desmadroso, pero buena onda. Además está bonito y suave, y no tiene un pelo de otro color que no sea blanco. Me encanta :)

caminito de la escuela

Extraño los veranos. Esos veranos de cuando era estudiante de primaria, secundaria o incluso prepa. Esos veranos en los que te dedicabas a levantarte tarde, no hacer nada, ver la tele, salir a jugar con los de la cuadra, hablar interminablemente por teléfono. En el mejor de los casos, salir de vacaciones con la familia. Decir, por ahí de mediados de julio “me muero por regresar a la escuela” -bueno es que yo soy bien ñoña y yo sí decía eso. Y cuando las vacaciones de verano estaban por terminar, venía una de mis partes favoritas: ¡surtir la lista de útiles! Ir a la tienda atestada de gente -el supermercado, las grandes papelerías, las pequeñas- con una tremenda lista en la mano, y llenar el carrito. Ver desfilar una gran cantidad de libretas: forma francesa, italiana, profesional, de raya, doble raya, cuadro grande, cuadro chico, en blanco, pautada, papel milimétrico… carpetas (esas eran las que menos me gustaban, por sus colores pastel aburridísimos), y mi delirio: plumas, lápices, COLORES, CRAYOLES, PLUMONES!! que nunca usé para cosas maravillosas, es fecha que no sé dibujar más que monitos de palitos pero me encantaría tener esas cajas de prismacolor, crayolas o pincelines para hacer garabatos en hojas de libretitas cute. En verdad: me matan todos los artículos para pintar… si me regalan una caja gigante de crayolas seré feliz y al mismo tiempo triste porque no sé dibujar. Aunque la solución perfecta sería que me regalaran las crayolas y un cuaderno para colorear… uff, horas de diversión. ¿Han visto esas crayolas “twistable” que le giras y sale el color? Madre santa, si no estuvieran tan caras y si no estuviera yo tan ocupada, me compraría paquetes y paquetes y los abriría todos y los manosearía (chale, hasta porno estuvo eso). Pero bueno, me ocuparé de mis obsesiones con objetos para escribir/rayar/colorear en otro momento.
Una vez que ya tenía todos los útiles en la casa (borradores, pegamento, lapiceras, sacapuntas, regla, todo eso) lo que seguía también me fascinaba: forrar las libretas. Que si dos amarillas, que si las de cuadro van naranjas, las de español en rojo… uy, era tan feliz forrando. Tan feliz que hubo un verano en el que trabajé algunos días en una papelería forrando libretas de los paquetes escolares… tenía como 11 ó 12 años. Ahí aprendí algunas mañas de las más expertas forradoras de libretas, los mejores trucos para que el papel contact (que apenas se empezaba a estilar en mis libretas) no saliera con burbujas… o si iban forradas con plástico (que mi mamá compraba por metros y olía de-li-cio-so) ponerle algo de talquito para que no se pegaran unas con otras (efecto que suedía con regular frecuencia, sobre todo los primeros días de clases… ¿alguna vez rompieron la pasta de una libreta al intentar sacar otra que se quedó pegada?).
El deleite continuaba una vez comenzadas las clases. Yo siempre acomodaba mis libretas por tamaños, de la más grande a la más pequeña. Ir llenando de palabras esas blancas hojas con lápices largos y recién afilados me daba como emoción, hacer los márgenes rojos con regla nueva y sin manchas de plumón, con pluma o color rojo también nuevo… usar la esquinita perfectamente cuadrada y blanca de un borrador pelikan blanco… o borrar de más con los de migajón que se desbarataban rápidamente… sacar el prit antes de que se te perdiera o se manchara de negro por pegar recortes de periódico… podría seguir y seguir, pero el punto es explicar cómo todo el ritual del regreso a clases era algo completamente disfrutable, que podía extender incluso hasta todo el primer mes de clase. Porque claro, el asunto del uniforme también era otra cosa muy disfrutable: las calcetas nuevas, los zapatos nuevos o recién boleados, las camisetas del uniforme con el escudo sin deslavar… en fin.
Hace años que no disfruto de este ritual. En la carrera podía tomar notas casi en servilletas y daba igual. Sin embargo continué con mi labor de selección de libretas especiales, forrarla con algún tema en particular, hacer collages con recortes y palabras… aunque poco a poco lo fui perdiendo. Mis libretas de los últimos semestres eran de esas de divisiones por colores, procuraba cargar siempre lo menos posible. Pero las plumas diferentes y medio caras son un placer que nunca me he negado. Jamás usé una bic convencional. Y jamás lo haré.
Ahora ya casi no compro libretas, para la escuela, al menos. Tengo mi colección de libretas en blanco, pero esas son de lugares especiales, o regalos. Pero digamos, libreta para ir a la escuela, no. Plumas sí, montones, de hecho temo que se sequen antes de que pueda siquiera probarlas.

Ya pronto regresaré a clases, después de cinco años de ausencia. Supongo que será muy diferente a cuando estudiaba la carrera, creo que ahora sólo llevaré tres materias, y no tengo idea de la frecuencia con la que debo asistir a clases, ni las duraciones. Supongo que será ya un rollo muy “adulto” y mi libreta de chococat no será muy bien vista, y aunque se me ocurren algunos buenos collages (con gatitos, claro) quién sabe si al final me anime. No sé. Extraño esa sensación de emoción al ver el carrito llenarse de útiles escolares, con sus empaques plásticos y colores. Supongo que para los padres no debe ser muy emocionante gastar toda esa lana que implica el regreso a clases, pero uno como niño qué sabe. A mí denme libretas, papel lustre de colores, contact, cinta scotch (con dispensador), tijeras, y seré completamente feliz.
¿Alguna mamá que necesite ayuda para forrar los libros de sus hijos?

La luna roja

Hace algunos días terminé de leer “La luna roja”, del escritor español Luis Leante. luna Por principio de cuentas debo decir que es un libro que no te deja en paz hasta que lo terminas; podríamos decir que es una novela de… no sé, ¿suspenso? pues hay una historia que se va develando poco a poco, con sus complicaciones y nudos, para al final mostrarse clarísima para el lector. La novela va más o menos así (copio y pego la cuarta):

Una novela sobre secretos y pasiones, sobre el amor por los libros, por las historias y por contarlas. Las vidas paralelas de un escritor, Emin Kemal, y su traductor, frustrado por su falta de talento literario. Y en el centro, una mujer ambiciosa a cuyo alrededor giran los dos hombres incapaces de escapar del círculo.

Un autor turco en el declive de su carrera muere en extrañas circunstancias. Su traductor al castellano se verá envuelto en la muerte del escritor y en una trama que lo obligará a destapar su propio pasado y el de Emin Kemal en Estambul. En la atmósfera de confusión flota la presencia oscura de Derya, esposa y amante.

Un conmovedor viaje por el tiempo, por paisajes y personajes que nos resultan cercanos y exóticos a la vez gracias a la habilidad narrativa de Luis Leante, Premio Alfaguara de Novela. La Luna Roja es un minucioso juego de espejos, un inquietante relato sobre la identidad y la literatura como parte de la vida.

La historia es muy interesante, sobre todo al principio. Ya a mediación, casi llegando al final, los personajes me empezaron a caer gordos, principalmente el de Aurelia con todo ese misterio inecesario. Creo que pudo haber sido una muy buena novela, pero a ratos el velo -“lo oculto”, digamos- me resulta tan forzado, como un recurso para obligarte a seguir leyendo. Me pasaba que leía más bien por fastidio, como un “ya, anda, dime qué es”, en lugar de “oooh ¿qué irá a pasar?”, no sé si me explico. A ratos sentía que había demasiada historia (e histeria), es decir, de pronto (y no sé si es porque regularmente la leía de madrugada) sentía la cabeza confundida, como con demasiada información que a final de cuentas no me llevaba a algo.
Sin embargo, disfruté el libro y cumplió esa difícil misión de mantenerme pegada y desvelada, aunque no sé si fue con los recursos adecuados. Sí lo recomiendo… pero no les aseguro que les cambiará la vida ni nada parecido. Si quieren algo entretenido, definitivamente esta es la opción.

shine

Hace algún tiempo había comentado algo sobre un grupo mexicano llamado Radaid, que me impresionó cuando lo descubrí y hasta la fecha me sigue gustando. Hace como un mes descargué su disco más reciente (tienen tres) y es muy diferente a lo que les conocía anteriormente, pero igual me gustó mucho. La Rolling Stone le dio miles de estrellitas al disco (llamado L’intent) y su primer sencillo “Shine” está muy chido. Tiene un tinte hindú que le da una frescura muy agradable, y el video también es muy llamativo visualmente.




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maryyyoPor azares del destino (nunca mejor dicho) conocí a la soprano de la banda, Mary. Yo no sabía que era ciega. Lo anterior, por supuesto, ni aumenta ni disminuye el mérito de su talento, es simplemente una curiosidad, pues fue precisamente por esta razón que la conocí. Tiene mi edad. Tuvimos la oportunidad de charlar un poco, sobre ella y sobre la banda, y la verdad es que siento que me faltó oportunidad de conocerla más… me da la impresión de que tenemos cosas en común. Si no vieron el post anterior sobre Radaid, aquí les dejo “Cuando salga la luna” (que es muy del gusto de la gente, aunque a la banda no le hace muy feliz porque no es de ellos, jiji), es una grabación en vivo para que vean a Mary en plena acción y se les ponga la piel de gallina. SOY FANS.



el día en que lloré porque el vestido no me cerraba

Yo tengo un vestido muy MUY hermoso que encontré en una tienda de segunda mano en Austin, allá en noviembre de 2004. El vestido estaba flaquitititito pero me quedó, de hecho la chica hizo el comentario de que a nadie le quedaba y que era muy bueno que por fin alguien que se lo merecía se lo iba a llevar. Yo estaba retefeliz. Aparte estaba en Austin con la Nutria, cuando fuimos por los Crüxshadows para traerlos a que dieran el concierto acá. Pero esa es otra historia.

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Este vestido lo usé en pocas ocasiones, pero recibí muchos cumplidos. Me gusta muchísimo mucho mucho, sólo lo uso en ocasiones especiales. La última foto que tengo con este vestido es cuando cumplí 25 años.
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Era evidente, pues, que ese vestido era el indicado para la inauguración de mañana: negro, exquisito, hermoso. Sin pensar lo empaqué en la maleta, y fue lo primero que colgué al llegar al hotel. Pero vaya sorpresa… hoy que quise probármelo porque ni me lo medí con los tacones… no cerró. Pensé que era porque acababa de cenar, pero el problema era en las costillas. No cerró… al principio me dio mucha risa, me miré en el espejo, dí saltitos, saqué el aire de los pulmones, todo. Y seguía sin cerrar. Me empezó a dar pánico, le marqué al Piantado, que fue cuando me cayó el veinte. Luego colgué el teléfono, y lloré tantito. Crecer está bien chafa, la neta, dentro de una semana cumplo 28 años y mi vestido favorito ya no me cierra. Ya sé que sueno bien payasa, pero cada quién tiene sus encuentros con los cambios y con la edad de manera diferente, esta fue la mía. Además ni puedo engordar bien, de los lugares en los que sería bueno engordar; el vestido no tiene problema en la cadera ni en la cintura, pero en las costillas no cierra… ¿qué lugar es ese para aumentar de talla? Me pone triste, tener que deshacerme de ese vestido que tanto me gusta… aunque quisiera bajar de peso ni se me ocurre cómo pueda empezar a bajarlo, y de dónde o por qué.
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Pero bueno, después de un ratito de duelo, sólo me queda pensar a quién puedo regalárselo y que le quede, por supuesto que no pienso abandonarlo por ahí… y mañana veré si me compro algo lindo, porque no traigo nada más para la inauguración.
Ay, que triste, mi vestidoooo :(