Desde hace muchos años tenía ganas de entrar a clases de tango pero entre que no encontraba dónde y mis horarios espantosos, lo de siempre, no lo había hecho. Luego el Piantao y yo buscábamos dónde pero nunca nos decidimos, hasta que vi que en la escuela ofrecen las clases y el horario más o menos se acoplaba… este semestre empecé con muchas ocupaciones y seguramente estaré pidiendo esquina dentro de poco, pero un día me voy a morir, y si la vida no es hoy entonces cuándo. Así que entré.
Llevo apenas una semana tomando clases y la verdad es que no puedo estar más feliz. Es muy interesante tener un acercamiento un poco técnico a este baile, del que yo no sabía absolutamente nada más que lo que se ve. Es decir, mi apreciación era meramente de espectadora, y vaya que me gusta, pero más bien estaba acostumbrada a escucharlo.
Sucede lo que pasa, supongo, con cada tipo de música. Antes de que yo tomara clases de danza y de derbake, al escuchar una pieza árabe era simplemente eso, una pieza de música árabe. Ahora sé cómo se llaman casi todos los instrumentos, qué base utiliza (si es un baladi, un saidi, un malfuf, etc.), cómo se baila, para qué se usa ese tipo de música, en qué tiempo está… y del baile también, si es egipcio, turco, libanés, fusión, tribal… entre un montón de detalles. Es conocer, quizá no a la perfección, pero al menos saber en qué andas. Es emocionante como todo descubrimiento, es poseer aquello que te gusta y nunca hacerlo del todo, exprimirlo, disfrutarlo.
Entonces mi emoción ahorita es muy grande. Primero que nada resulta interesantísimo pensar en un baile de pareja, siendo que yo siempre he bailado una danza que es muy histérica, que es muy egocéntrica, aunque bailes en tribu. El show es acerca de ti, de tus habilidades particulares, de tu conexión personal con el público. La bailarina, en un solo, lleva el control total de su presentación y si quiere a última hora cambiar los pasos no tiene que avisarle a nadie, si se quiere acercar al público lo puede hacer cuando le apetezca, puede pedir aplausos, hace gestos con las manos para que la atención se desvíe a tal o cual parte de su cuerpo…
Pero el tango, hasta cierto punto, no.
Por principio de cuentas, es un baile que está completamente dirigido por el hombre. Con cierta presión de su cuerpo o marcas (movimientos) sobre el cuerpo de su pareja, le indica con qué pie salen, hacia dónde, en qué momento el pivot, hacia qué lado… la mujer NUNCA puede llevar a su pareja y si es así, esto se verá reflejado en el baile y sencillamente se ve mal, porque atenta contra la estética de los cuerpos en movimiento.
Imagínense lo complicado que a mí me resulta: yo que soy mandona, impositiva, control freak… requiero un hombre de MUCHO carácter para que baile conmigo. Es un ejercicio interesante, claro está, yo creo que hasta puede servir de terapia de pareja. Me dio risa cuando el maestro dijo algo como “las mujeres tienen que esperar a que el hombre les dé la marca, ustedes no pueden tomar la iniciativa y hacerlo solas… relájense, es más, tómense una copita antes de venir a la clase”. Me reí pero de nervios al recordar cómo al chavo con el que bailo a veces, le voy contando los tiempos (JA). Es que es una sensación de lo más interesante, el cuerpo del hombre va casi como inclinado encima de la mujer y es la presión o la falta de presión la que indica si el movimiento es hacia adelante o hacia atrás, por ejemplo. No soy ninguna experta, así que discúlpenme si digo alguna cosa que no es, este es mi primer acercamiento y quizá es muy ingenuo pero es lo que hay.
En la clase de ayer me tocó practicar con el maestro porque faltaban hombres (raro, en las dos clases anteriores había más hombres que mujeres) y de verdad que… wow. Yo me derretía de los nervios: desde la forma en que te toma (por la espalda, no por la cintura) y todo tu cuerpo reacciona completamente por instinto… no sabes a qué obedece pero sale tu pie izquierdo en lugar del derecho, das vuelta cuando se debe, sientes que tu cadera debe girar sólo porque tu pareja mueve tu torso, te sientes completamente controlada por el otro. Hasta sentía como el maestro (prepárense para alburearme) se me venía encima cuando caminábamos hacia atrás. Es un baile machista. Pero una responde y esa es la cosa interesante: hay que ceder el control, entregarlo de modo ritual, disfrutar ser el títere (que además no se es cualquier títere, sino uno que baila tango). Y por eso se convierte en un baile tan pasional; para una personalidad como la mía, perder el control es un vértigo, un deseo oculto que debo traer a la luz de la pista y dejar que resbale por los pies. En fin, una delicia.
Sólo me arrepiento de no haber entrado antes, o quién sabe, quizá hasta ahora era el momento.
Lo mismito que tú pensé y sentí yo en mis primeras clases de tango. Debería retomarlas.
Muy buena descripción de la mecánica (y física y otras ciencias) del tango. Qué bueno que lo estás disfrutando a pesar de lo machista :P