Atenta carta a la fábrica de gatitos

Estimado señor don dueño de la fábrica de gatitos:

Yo soy una clienta frecuente de sus productos. De hecho en este momento de mi vida, soy la feliz poseedora de tres gatitos, aunque uno no se encuentre viviendo conmigo en este instante. Mi hermana también es clienta de usted, tiene una gatita cachetoncilla y gris que se llama Sharon. Mi gato más grande tiene ya 12 años, así que además de ser clienta, soy de las clientas experimentadas.
Pero tengo una queja. Los otros dos gatitos que tengo están defectuosos: uno tiene la cola chueca y el corazón demasiado grande, el otro es caso grave. Del primero, Mao, no puedo quejarme, pues ese “defecto” de tener la cola chueca hace que lo distinga en cualquier lado (y que además parezca un carrito chocón que ronronea) y el tener el corazón grande lo hace ser cariñoso para con todos y amoroso conmigo como ningún otro gato lo ha sido. Pero Beny, el otro gato, es francamente difícil de entender.
Verá, Beny, además de ser sordo, tiene unas costumbres muy extrañas. Su personalidad es como de autista: nunca ronronea, no le gusta que lo acaricien (excepto cuando está tan modorro que ni cuenta se da), es rarísimo verlo jugar como los otros gatos. De hecho cuando llegó con el pajarito que cazó fue una gran sorpresa, o el otro día que lo vi subir un metro arriba del árbol: casi lloro de felicidad de ver que mi gato se está conviertiendo en… un gato. El asunto es que claramente tiene problemas de desarrollo intelectual, o no sé cómo llamar a estas peculiaridades. Digamos que es un gato un poco tontillo, despistado, torpe. No sabe caer con gracia y es el único gato que yo conozco al que puedes hacer que se vaya de espaldas mientras mira algo que se mueve arriba de su cabeza.
Pero nada de esto es grave, al menos no tanto como su fascinación por gritar en las madrugadas. Podría decir que de los casi siete meses que llevamos viviendo juntos, sólo dos de ellos he podido dormir “de corrido”. Le dan temporadas en las que gusta de despertarme a horas inhumanas, digamos, cuatro, cinco, seis, siete de la mañana. Y así como vienen esas etapas se van, y transcurre una semana sin que me despierte, luego se pone de malas y volvemos a las serenatas. El problema es que no sé de qué dependa, o a qué responden estos episodios de odio materno. Por ejemplo, ahora lleva como una semana de despertarme entre las 4 y las 6, justo el fin de semana en que me tocó trabajar en el seminario. Cabe mencionar que además de los espantosos gritos y ruidos que hace, gusta de rascar mis sillones de piel. Los descansabrazos están llenos de escamitas que hace un par de semanas no estaban ahí, pareciera que está poseído en esos arranques de afilarse las uñas donde no debe.
En fin, yo quisiera saber si es posible cambiarle la programación. O preguntarle si acaso tendrá por ahí en la fábrica otro cerebrito que le pueda poner a Beny: a mi no me incomoda que siga siendo sordo y no atienda a mis regaños ni escuche las croquetas cuando caen al platito (aunque eso es más bien triste), lo que yo quiero es que sea como un gato común y corriente, que ronronee y no me grite en las madrugadas. Sobre todo que no me grite en las madrugadas. De verdad ya no sé qué hacer. Hoy al menos empezó a las 7, pero con eso de que me dormí a las 3 no fue nada ameno.
Dejo esta misiva a su amable consideración. Ojalá pudiera sugerirme algo, pero mientras tanto, compraré tapones para los oídos.
Cordialmente,
Una madre desvelada.

3 Replies to “Atenta carta a la fábrica de gatitos”

  1. Hola, guardé tu blog, me gustan los gatos, y tambien sufro varias cosas parecidas, tengo 2 gatitas, una de mucha personalidad y la otra como tu gatito, no maulla, y cuando lo hace, ni se oye, tienen años conmigo.

    No toy en twitter, pero si en el face, saludos.

  2. No se por qué se “quejan” por estos detalles. Son gatos. Así son los gatos. Esa es la razón por la que me fascinan los gatos. No quieres “actitudes” extrañas… compra un perro.

  3. El que te “quejes” de algo no implica que no te guste. Dime que nunca te has “quejado” de tu pareja, o de tu familia. Es normal, es natural y es parte de forjar una vida juntos. No por eso los voy a botar y comprarme un perro, además, me ENCANTAN los gatos a niveles extraordinarios y nunca los cambiaría por algo así, es más, ni siquiera lo he sugerido. El post es un chiste, si lo ves bien.

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