restless

En este preciso instante estoy por empastillarme con dos gordas pastillotas antigripales que, con algo de suerte, me dejarán insconsciente en aproximadamente 20 minutos y podré dormir libremente, sin escuchar balaceras reales o imaginarias, ni a Beny gritándome a las 6 de la mañana que le abra la puerta de mi cuarto para meterse y poder seguir durmiendo, claro está, y despertarme de nuevo a las 9 para pedirme salir a la calle con esos tremendos alaridos que sólo le he escuchado a ese gato del mal.
Y no estoy yo para contarles, pero es que estos últimos días no han sido nada buenos para mi descanso, debido a razones chidas (como mis múltiples festejos de cumpleaños) y otras no tan chidas y otras nada chidas y otras francamente terroríficas como el silbido de armas de alto calibre y artefactos explosivos a dos calles de mi casa por cerca de una hora.
Digamos que las inquietudes me persiguen, tal cual como si estuviera loca, que de seguro lo estoy pero ustedes también. Lo bueno, o lo malo, es que ya pronto vuelvo a la escuela y eso significa joda-sin-fin pero también estar de regreso en las clases de tango y estrenar (POR FIN) mis nuevos zapatitos que tanto tanto taaaantoooo me gustan y tanto me costaron. Ah, y también significa que estaré demasiado cansada como para pensar en cualquier cosa más inquietante y terrorífica que mi tesis, por decir algo.
Así que eso… pastillas antigripales, contamos con ustedes.

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