La historia de la gata indecisa y el macho alfa

Había una vez una gatita llamada Motiti, que tenía cuatro hermosos hijitos. Todos vivían afuera del departamento de Magentuosa, hasta que a ella se le ocurrió andar de alma caritativa y decidió sin más adoptarlos a todos. Los planes no salieron exactamente como estaba planeado: a Motiti no le gustó eso de estar encerrada y desde entonces entra y sale más o menos a su gusto. Juan y Manchita, dos de los hijitos, se fueron a una casa muy grande donde ahora viven con unos niños. Los otros dos hijitos, Patricio y Tito, ahora viven felices con Mao y Beny. A este último lo quieren muy particularmente y siempre buscan arrecholarse en su panza de peluche.
Patricio está buscando una casa donde vivir de manera permanente, pero Tito ya está oficialmente integrado a las filas felinas de Magentuosa.
El problema es Motiti, y un nuevo personaje: el Macho Alfa.
Como Motiti no tiene horarios establecidos, viene y maulla cuando se quiere meter. El problema es que maulla por donde le da la gana (puerta, ventana, ventanal) y a la hora que le da la gana. La otra noche no la metí, y entonces se trepó a la ventana de la lavandería, hizo un hoyo en la malla mosquitera y se metió, cual vil ladrona. Cuando desperté y la vi en la sala… neta se me cruzaron los cables, hasta que se me ocurrió ver la única ventana que dejé abierta y sí, había un hoyo. Tapé ese hoyo con unas tablitas y al siguiente día había OTRO hoyo al lado. Así que con el mosquitero todo agujerado, opté por cerrar la ventana.
La cosa no para ahí: ahora rompió el mosquitero de las dos ventanas de mi cuarto y en este preciso instante acabo de quitarla de la ventana del estudio de la cual ya rompió el mosquitero. Y le hablo por el ventanal y la maldita no viene acá (que es por donde puede entrar), sino que sigue ahí trepada en el marco de la ventana pidiéndome entrar por donde no le puedo abrir.
Usted, sabio lector, podría decir :¿por qué no la metes cuando te lo pide y ya? Pues porque la muchacha no me pide entrar, me pide que le ruegue para que entre. Así que puedo estar cinco minutos con el ventanal abierto, cuidando que no se me salgan los otros gatos, diciéndole “ándale nenita, métete preciosa, ándale Motiti”, etcétera, etcétera. Y puede que se meta, puede que no, pero con el tiempo este asunto de dejar lo que estoy haciendo y abrirle para que entre y luego tener que rogarle, me está fastidiando un poco.
Es aquí donde entra en la acción el Macho Alfa. Este personaje es otro gato, macho por supuesto, del que mi vecino gatófilo y yo sospechamos que sea el padre de los bebés de Motiti. Por supuesto, cuando el Macho Alfa se topa con Beny o Mao, les arma un lío… el otro día peleándose con Beny le arrancó el collar con su plaquita y no lo encontré por ningún lado. En otra ocasión le hizo una herida muy fea en el cuello que tuve que estar desinfectando por varios días. Y el otro día, vino al ventanal a buscarles pleito… ¡a las 4 de la mañana! Así que estos pendejos le estaban bufando y haciendo escándalo y medio, y el otro les conestaba desde el otro lado del cristal.
Cuando Motiti está adentro de la casa, por la noche, Macho Alfa viene y le maulla y le maulla y le maulla… y que ni se acerque al ventanal porque ya sabemos lo que pasa.
Total, no puedes tener un gato porque luego llega otro, y luego otro, y luego otro…
Lo interesante es que, mientras escribo, Motiti la mensa intenta bajarse de la ventana pero al parecer se quedó atorada o le da miedo saltar… y mientras hace ruiditos como maullidos y ronroneos, se escucha otra voz que no pertenece a la del Macho Alfa… ¿habrá más gatos involucrados en esta historia? ¿acaso hay otros personajes nocturnos que no tengo el gusto de conocer?… ¿Algún día podré dormir decentemente?

2 Replies to “La historia de la gata indecisa y el macho alfa”

  1. Uy hace un chorro que no comentaba en tu blog,
    me dió mucha risa tu tragicomedia gatuna, la verdad que a veces nuestros queridos animalitos nos hacen unas travesuras que de no ser porque los queremos tanto ya estarian de patitas en la calle.

  2. De patitas en la calle, así es, nunca más literal, jaja. Desgraciadamente el amor se multiplica con cada gato, así que ni modo, seguiré con mis tragicomedias… que por cierto, me da gusto que no sólo a mí me dan risa, jaja. Saludos.

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