Suelo ser una persona muy nostálgica. Me encanta recordar cosas, leer cartas/mails/dedicatorias viejas. Repasar historias, contar anécdotas del pasado una y otra vez. Tal vez sea la edad -digo, honestamente no creo, tampoco es como que le estoy contando mis chocoaventuras a los nietos. También puede ser la felicidad: esa me hace recordar lo mejor de lo que he vivido, la gente que he querido y sigo queriendo, la que ya no está. Todo lo cual no me impide vivir en el presente que, debo admitir a riesgo de -supersticiosamente- jinxearlo, es hermoso.
Me gusta que la gente sea feliz. Hay gente de la cual me interesa particularmente su felicidad, por supuesto, amigos, familia, etcétera. Y me siento muy triste en este momento porque hay una persona en mi vida a la que he conocido desde hace muchos, muchos años, a la que quiero más por nostalgia que por otra cosa, que ha hecho algo que me parece reprobable. Tampoco soy quién para decírselo, pero no tengo el corazón para festejárselo. Así que heme aquí, un poco confundida sobre cómo me debo sentir o cómo me siento, triste porque alguna vez tuvimos una hermosa amistad y hoy no puedo sino desconocer y reprobar muchas de sus acciones. Me da mucha nostalgia, porque quisiera que esta persona fuera como antes -antes de que cambiara, o antes de que yo la conociera del todo. Pero desgraciadamente las cosas son como son, no se puede cambiar lo que hemos hecho y supongo que es normal que gente a la que quieres o quisiste te decepcione. Supongo que a veces lo más sano es alejarte de lo que repruebas o, de lo contrario, arriesgar tu propia paz mental.