La reina de los sueños angustiantes

Ya les he comentado antes que mis sueños suelen ser muy angustiantes. Entran en la categoría de pesadilla solamente por la gran cantidad de angustia presente en ellos (aunque bueno, creo que el ingrediente esencial de la pesadilla es la angustia, aunque no haya monstruos involucrados en ella).

Total que normalmente tiene que ver con mis gatos: alguien los quiere matar, estamos en medio de un tsunami y tengo que salvarlos, traigo a Mao en brazos en medio de una multitud acelerada y tengo que ponerlo a salvo. El otro elemento es: nadie me cree, todos me juzgan loca, me ignoran (como la vez que soñé que me iban a meter a la cárcel injustamente, y mis papás me decían “mija, ni modo, si hay que ir a la cárcel pues hay que ir”). El tercer elemento es: estamos en medio de una catástrofe. Un tsunami, un terremoto, una guerra civil, una guerra entre narcos, una inundación, el fin del mundo.

Ayer, para variar, soñé con Lázara, mi perrita de “raza única” (corrientita, pues, o como dice mimarido “pastor zapoteco” y la gente se la cree). Un paréntesis: no soy muy fan de los perros (sí de los ajenos, no de los propios que llenan mis muebles con sus propios pelos de alambre de raza única) hago más click con los gatos, pero Lázara es mi hija y mi responsabilidad y no hay poder humano que pueda cambiar eso.

Total que atropellaban a Lázara y le rompían la espalda. Curiosamente podía seguir caminando y no se veía que estuviera en dolor, sólo se movía de forma extraña y desarticulada, aparentemente por que tenía algo roto por adentro. Yo quería correr al veterinario pero era domingo y sólo estaba abierta una veterinaria y el veterinario se iba en 35 minutos. Estábamos en medio de una guerra civil (pff) mi hermana iba manejando el coche y tomaba otra ruta que nos dejaba lejísimos de la veterinaria y yo con el tiempo encima y la violencia y la gente que me decía “ay equis, ya es hora de ponerla a dormir” y todos moviéndose lentamente y juzgándome loca. Yo estaba desesperada por encontrar una manera de llevarla al veterinario, porque cada vez ella lucía más y más apagada, pero toda circunstancia era opositoria. Hay más detalles complicados de narrar, sólo imaginen un poco lo mismo pero más intenso y desesperante, sobre todo desesperante.

Desperté con la respiración agitada. Es horrible despertar de tu “descanso” así, pero al menos no desperté llorando como en otras ocasiones, es más horrible. Despierto y de golpe me invade el llanto, un llanto casi infantil, lleno de sollozos y sin explicaciones. Un par de minutos de llanto después digo “chale, ya me acordé de qué soñé, ¿a poco estoy llorando por eso?” pero aunque sepa por qué lloro, no puedo parar. Si esto me mueven mis hijos cuadrúpedos, no quiero pensar en lo que me van a provocar mis hijos humanos, cuando los tenga, si los tengo. Me volveré peor de loca.

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