sick sad world

La semana pasada, no recuerdo bien si el lunes o martes, pasé por afuera de la Arena Monterrey como toooodos los días. A últimas fechas, la gente tiene la costumbre de acampar afuera del lugar cuando va a haber un concierto: recuerdo que para el de Iron Maiden, unos chavitos se formaron desde la mañana del día anterior, y ahí estuvieron sin moverse hasta la noche del concierto. Hasta los entrevistaron de diferentes medios. Y bueno, cuando vienen artistas poperos la gente hace fila desde en la mañana, o desde muy temprano por la tarde (recuerdo que para Evanescence o como se escriba, se formaron como desde las 12).
Y bueno, les decía que la semana pasada que pasé por ahí, vi a un club de fans de RBD, con su lona atada a la reja. No eran más de 5 personas. Estaban en el lugar donde usualmente empieza la fila, por lo que pensé “a lo mejor hoy hay concierto”. Cuando pasé más tarde, ya eran tres clubs. Se me hacían muy pocos para que el evento fuera el mismo día, entonces pensé que quizá era al siguiente. Pero cuando al siguiente día por la mañana vi dos tiendas de campaña y algunas mantas abandonadas, pensé, qué onda. Así pasó el martes, el miércoles, el jueves, el viernes, el sábado, el domingo, el lunes, el martes…. UNA SEMANA. La fila nunca crece mucho, siempre se ven dos o tres o cuatro montoncitos de gente sentados en el piso, dentro de la tienda de campaña, durmiendo, comiendo, siendo entrevistados por diferentes medios (ayer me tocó ver la camioneta de tv azteca, hoy vi la de exa).
Yo no sé si esos tipillos de Rebelde van a dar una presentación (porque estamos de acuerdo en que ellos no dan concierto, nomás muestran sus caras caritas) (update: me dice mi compañera de trabajo que hay un concierto de esos de mil bandas organizado por exa, donde aparentemente se presentará esta chafibanda… y será EL 19 DE JUNIO!!).
Lo que me pregunto es, ¿estos tipos tendrán trabajo? ¿estudiarán? ¿tendrán metas en la vida? ¿qué le van a contar a sus hijos cuando los tengan? “hijo mío, yo alguna vez fui rebelde, y estuve tres (putas) semanas esperando a mi banda favorita para que tocara dos canciones haciendo playback… es de los recuerdos más hermosos de mi existencia”. ¿O acaso lo pondrán en su currículum? ¿irán a la escuela con sus libretas de rebelde y las forrarán con contact para que la imagen de esos tipos no se manche con la basurita del sacapuntas? Me intriga muchísimo. ¿Por qué la juventud no se planta en la huasteca para que no construyan el estúpido valle de reyes, pero sí espera tres semanas por una reverenda pendejada? Estoy en chok (que es más fuerte que el shock, para los que no lo sepan). Pobres criaturitas, ojalá un rayito de inteligencia les ilumine el cerebro y no sólo empiecen a escuchar música de verdad, sino que además aprendan a utilizar sabiamente su tiempo que, como todos sabemos, está contado.

hoy viernes, persépolis

No dejen de ir, aparte es gratis!!

29 y 30 de mayo: Persépolis
(Persépolis, Francia, 2007)
Dir: Vincent Paronnaud y Marjane Satrapi. Drama (Animación).
Funciones 6:00 y 8:00 Pm en Sala 1
Cineteca Nuevo León, en Parque Fundidora.

Yo leí la primera mitad de Persépolis (que originalmente es un cómic, o una novela gráfica) primorosamente ilustrada en blanco y negro. Y al final, lloras. Es preciosa. La película abarca toda la historia, que son como cuatro volúmenes (publicados en su totalidad en dos libros).

De wikipedia:
Persépolis narra la vida de la iraní Marjane Satrapi desde su infancia en Teherán, donde vivirá una guerra que acabará haciendo que sus padres la saquen del país. El cómic empieza en 1979, cuando Marjane Satrapi tiene tan sólo nueve años y comienza a sufrir las consecuencias de la Revolución islámica. Será testigo entonces del cambio social y político que pone fin al reinado del sha en Irán y da paso a una república. Marjane Satrapi intentará comprender el mundo que la rodea y es aquí donde comprobaremos la influencia de sus padres, una familia de clase alta y de ideología progresista, su considerable inquietud intelectual y su gran imaginación. Marjane conocerá la historia de algunos de sus familiares, estrechamente relacionados con los sucesos que se desarrollan en el país.

Muero por verla. Seguro ahí estaré.

es que cuando tengo gripa, tipo, no puedo respirar

Hace un par de días, tenía frente a mí a un grupo de chavas de prepa… les calculo unos 17, 18 años, de una prepa fresísima de aquí de la ciudad. Pero fresísisisisima. Tan fresa, que seguramente el pago de la colegiatura es inversamente proporcional al IQ de los que estudian ahí. En fin. Es una escuela de mujeres, y estaban todas sentadas frente a CC y yo, y él les explicaba lo que estaban a punto de vivir, y cómo es que al dejar de utilizar un sentido (la vista) iban a poder ponerle más atención a los demás sentidos, como si se desarrollaran. Yo de pronto interrumpía contestando algunas preguntas, y en eso CC les contaba que al final del recorrido, que es completamente a oscuras, iban a poder consumir un alimento, también en completa oscuridad. En eso, la airhead 1 interrumpe:
Airhead1: Pero, o sea, tipo, ¿cómo me va a saber la comida si no la puedo ver?
CC (haciendo un esfuerzo mayúsculo por no reírse): A ver, ¿tú comes con los ojos?
AH1: Nooh…
Yo (tratando de emular su código, a ver si me entendía mejor): Precisamente. Deque, la comida no te sabe rica porque la veas, es más, ni siquiera por que, tipo, se vea rica. Es como, tipo, te ha pasado, deque, el plato se ve suuuper rico y a la mera hora ni al caso? La comida te sabe porque la puedes oler…
AH1: Ahhh… pero osea, tipo, también cuando pierdes el olfato pierdes el oído, no?
Yo (whaaaaat?) (tratando de adivinar el hilo de su pensamiento): Este… noo… A veces pasa que con una infección fuerte de la garganta, puedas llegar a perder el oído… o que cuando tienes gripe no puedes respirar y por eso la comida no te sabe…
AH1: Aja, pero de que, tipo, cuando yo tengo gripa no puedo respirar…
Grillos: cri-cri, cri-cri
Yo (pensando: claro, los mocos de seguro se te fueron al cerebro): Ajá…
(Mutis. Tres minutos después, CC y yo muriendo de la risa afuera del edificio).

En ese mismo grupo, venía una chavita como de 16 años que tenía una vendita en la nariz. Tenía miedo de que la lastimaran, porque se acababa de operar la nariz. Le pregunté que por qué se había hecho la operación (ilusamente pensando que era una cuestión médica) y me contesta “ay, es que, no me gustabaaaa”. Ooook. My mistake.
Ese mismo día, llegaron otras chavitas de la misma calaña. Me tocó atenderlas en la taquilla, les vendí sus boletos y me preguntaron: “¿Aquí tienen cieguitoooos?” (nota: me caga que les digan cieguitos. NO se llaman cieguitos, son personas ciegas chingadamadre) a lo que con mi más bitchesca sonrisa le contesto “No, no tenemos cieguitos. Aquí trabajan personas ciegas, tipo, si quieres”.
Y así, recibimos cada caso… como recuerdo esa ocasión en que preguntábamos a un grupo de niños de otro de esos colegios de qué manera podían ellos ayudar a las personas con discapacidad. Los niños no tenían más de 11 años. Una niña del grupo levantó la mano y dijo “podría ser, tipo, que de todas las compras hechas con mastercard se done un porcentaje”. Ya uno no sabe si reír o llorar.
Yo creo que antes que atender a los grupos vulnerables (pobreza, discapacidad, marginación) deberíamos atender a los ricos pendejos. Crecen en círculos de pendejez extrema, luego pasan a otros círculos de pendejez extrema (algunos llegan a ser directores de empresas, funcionarios de gobierno, nada) y la vida se les desarrolla en un mundito donde creen que los pobres son los que andan en vocho (historia verídica). Y yo me pregunto, ¿para qué van a la escuela? ¿Cuántos de ellos se logran, cuántos pueden verdaderamente aprender algo del mundo en el que viven? No me refiero sólo a esta ciudad, y por supuesto, no me refiero a todos. Pero la mayoría de los casos que a mí me ha tocado ver, son francamente… deprimentes. No sé. No quiero juzgar, pero tengo demasiado material para pensar mal. Viéndolos a ellos, hasta Cindy es una persona más decente y brillante.

servicio a la comunidad

Si mañana sábado andan de ociosos, dénse una vuelta a Cintermex. Voy a bailar (ahora sí) en la convención de comics y en la expo tatuaje. En la conve a las 5 (aprox) y en expo tatuaje a las 8 (aprox), ya saben cómo son los eventos. Nuestro grupo se llama, tentativamente, Sacra Tribal Fusion Bellydance Cabaret Gothic, jajaja. No es cierto. Todavía no nos bautizamos… a ver si se nos ocurre algo antes de la presentación. No sé cuánto cobren en los eventos, ojalá que no mucho :S
Bueno, pues ya saben.

ACTUALIZACIÓN: No bailamos en expo tatuaje. Será el domingo a la 1.30. Chale.

la discapacidad

Me molesta mucho, MUCHO, que la gente se estacione en los lugares reservados para personas con discapacidad. ¿Tanto les cuesta caminar 10 metros más? Digo, al menos tienen piernas para poder usarlas… deberían usarlas, no vaya a ser que de tanta hueva que les da moverse, les vayan a salir várices. Donde más he visto esto, es en HEB, Costo, y ciertos centros comerciales. Normalmente, veo SUV’s, camionetas de mamá o coches del año. Lo que nos dice bastante sobre la cultura de las personitas que manejan estos coches y se estacionan en estos lugares -ojo, no digo que TODOS los que traen carro del año sean unos ineptos (eso sería la envidia hablando, jiji) sino que habla de cierta posibilidad económica la que les da el “derecho” de adueñarse de un lugar que no les corresponde. Un mensaje para toda esta gentecita: NO SEAN HUEVONES. Nada de “no me tardo nada”, “nomás voy al cajero”, “al cabo hay más disponibles”. El respetar un lugar implica precisamente eso: RESPETO. Quizá haya otros seis cajones disponibles al mismo tiempo, pero ese no es el punto. El punto es que te estás parando en un lugar que no debes sólo porque tu hueva gigante no te permite usar tus piernas que -¡gracias a Dios!- funcionan bien.
Cuando veo coches estacionados en cajones azules, siento unas ganas irrefrenables de hacerle algún daño al coche, o como mínimo escribirle alguna grosería en el parabrisas (“pinche huevón/ona irresponsable” sería lo más indicado). Pero como soy una persona decente (cuando quiero), lo que hago es dejarles unas tarjetitas de las que me enteré hace tiempo en ocho cuartos. Básicamente dicen “Este lugar es para alguien que lo necesita. Ojala tú nunca lo necesites”. En la página está el archivo en pdf, lo imprimes y lo recortas por la rayita y ya. Me pareció una excelente idea, y le escribí a los chavos con la esperanza de realizar alguna otra actividad que fuera en pro de la cultura de respeto. Pero aparentemente olvidaron el proyecto o algo, porque nunca recibí respuesta. Pero al menos nos heredaron sus tarjetitas que son bastante útiles.

Pero esta es sólo una de las miles de trabas que tienen las personas con discapacidad. Sólo basta con asomarse a la banqueta de enfrente para ver las rampas para silla de ruedas mal hechas (según las leyes de accesibilidad universal deben tener cierto ancho y cierto ángulo de altura… son rampas, no resbaladeros, no manchen), los señalamientos en medio de la banqueta, los pozos, los parabuses invadiendo espacio… tantas cosas que hacen las calles intransitables, ya no digamos para una persona en silla de ruedas, ni siquiera una persona ciega con bastón podría salir ilesa de tanto obstáculo y semáforos sin audio.

El transporte urbano… puff, qué no decir del transporte urbano. Los choferes nacieron por esporas (es que no tienen madre los cabrones) pues la mayoría de ellos no tiene un gramo de decencia. Mis compañeros del trabajo (que están ciegos) me comentan que a veces los ven con el bastón blanco y no los quieren subir, “no vaya a ser que anden limosneando”. Si no los acompañamos nosotros a tomar el camión, los hijos de su chingada ni se paran. Y algunos ecotaxistas que se quieren pasar de listos, y darles más vueltas para cobrarles más. Lo que no saben, es que ellos aunque no vean, se saben el camino con santo y seña, cuántos topes, cuántos pozos, cuántas vueltas. Intenta hacer pendejo a un ciego llevándolo a su casa por otro camino, y ya verás como se da cuenta ipsofactamente. Pero la gente es gandalla.

Por cierto, para los que anden en la calle: si ven a una persona ciega (normalmente los reconocemos porque traen bastón blanco… si tiene la punta roja es que es ciego, si la tiene azul es que es débil visual. Aunque en México no se usa tanto este sistema, en países más “avanzados” socialmente sí se usa) bueno, si ven a una persona ciega apuntando con el bastón hacia la acera de enfrente, es que quiere cruzar la calle. Si la punta está hacia arriba, es que está perdido. Si golpea ligeramente la banqueta con la punta del bastón, es que necesita ayuda. Si vas en coche y ves a una persona atravesando su bastón hacia la calle, PÁRATE. Porque la mayoría tiende a acelerar, “para cruzar antes que el cieguito”, háganme el refregado favor. Párate. La persona se dará cuenta de que te detuviste, y con eso le facilitas el trabajo. Si andas de peatón, acércate, tócale del hombro, preséntate, pregúntale que si necesita ayuda. Son ciegos, no sordos, ni tampoco imbéciles. No intentes jalarlo del brazo para llevarlo hacia donde tú crees que quiere ir, dile que te tome del hombro o del codo, ellos así se mueven más fácil. Háblale todo el tiempo. Recuerda que no ve, y si no te ve y no te oye es como si no estuvieras ahí.

Claro, existen varios tipos de discapacidad. Las más reconocidas son la intelectual, la visual, la auditiva, la motora. La manera adecuada para llamarle a alguna persona que tiene algún tipo de discapacidad, es “persona con discapacidad” o por sus siglas, PCD. Por ningún motivo les llamen “discapacitados” (lo que los define es ser personas, no su discapacidad), “personas con capacidades diferentes” (todos tenemos capacidades diferentes) ni tampoco con diminutivos “ciegüitos”, “angelitos”, etcétera. Siempre antecede la palabra “persona”, pues nacen siendo personas, independientemente de alguna característica especial.

Bueno, y si andar en la calle fuera todo el problema, quizá tendría una solución más o menos inmediata. El problema es que no los integramos a la educación regular, ni al trabajo. Hay ciertas discapacidades que pueden atenderse en escuelas regulares. Por ejemplo, si mi amiga Margarita anda en silla de ruedas, con que la escuela tenga rampas y elevadores es suficiente. Si mi amigo Pedrito es ciego o débil visual, con que en la escuela tengan material en braille y una computadora especial con Jaws, es más que suficiente. Afortunadamente, ya hay algunas escuelas que integran niños con discapacidad, pero no en todas la integración es exitosa.
Si alguna de esas empresas en las que nomás se la pasan haciendo llamadas, tuvieran rampas, podrían contratar gente que utilice silla de ruedas, o bastones canadienses. Bueno en general, a las empresas les falta una gran gran GRAN cantidad de responsabilidad social. Hay poquísimas que están dispuestas a conocer cuáles son las capacidades de una PCD, y por eso no se dan cuenta de que son tan valiosas como una persona sin discapacidad. A la sociedad le hace tanta falta reconocer a estas PCD como iguales; que sólo necesitan a alguien que esté dispuesto a darle una oportunidad. Y por oportunidad me refiero a un lugar físicamente aceptable en el que puedan laborar, y la misma oportunidad de laborar. Conozco personas ciegas que son psicólogas, licenciados en lengua inglesa, licenciados en derecho, masajistas (terapeutas), maestras y maestros de computación… los que tienen trabajo en su área, es porque tienen mucha suerte. Si la gente les diera trabajo, muchos de ellos no andarían pidiendo en las calles, ni sintiéndose estorbos en sus casas. Lo mismo se casan, tienen hijos, y sean ciegos o no, tienen necesidades.

Y aquí es donde me detengo, porque tengo mucho que decir del tema. Mucho qué lamentar, mucho qué admirar de otros países. Y entre las cosas que lamento, hay una que es una de las discapacidades más graves, que muy pocas veces se reconoce y desgraciadamente, hay pocas maneras de salvarse de ella: estoy hablando de la indiferencia. La indiferencia, la falta de respeto, de tolerancia, de aceptación. Esto es la verdadera discapacidad: vivir en nuestra burbujita de indiferencia, donde todo nos da igual, donde dejamos que “el gobierno” se encargue de todo. Porque eso no nos está pasando a nosotros… ¿y si un día perdemos una pierna? ¿las dos? ¿la vista? ¿un oído? hasta entonces haremos conciencia e iniciaremos nuestra fundación “Mi hijo chocó borracho y quedó parapléjico A.C.”.

Pero para entonces, ya será demasiado tarde.

Conclusión: No sean ojéis, no se estacionen en los cajones azules. Y todo lo demás, tiene que darse por añadidura.