Cibernavegación:

Cibernavegación: Proceso por el cual se avanza de la tortícolis a la ceguera con una invencible cara de pendejo.

(La nota de sabiduría de hoy, fue presentada gracias a Xavier Velasco. Esa frase sieeempre aplica).

Nadie como tú me sabe hacer café

Una de las tantas y tantas cosas que me gustaron de Turquía es, obviamente, el café. Aunque en Turquía no se cultiva, el café turco es famoso en todo el mundo y consiste en una forma de preparación, en lugar de un producto en particular. tazaPara prepararlo, se utilizan los granos arábicos (o grano arábica, no sé cuál sea el modo más adecuado de llamarlo) pero molidos a una consistencia que asemeja el azúcar glas (o la harina). No necesitan ir a Turquía para conseguirlo, sólo pidanlo molido para preparar café turco; incluso en algunos supermercados tienen la máquina para moler el grano, y ahí mismo tiene la opción que dice “turkish”.
La preparación es muy sencilla. En Turquía se prepara en un recipiente pequeño, regularmente de cobre o aluminio llamado cezve. Acá podemos usar una pequeña vasija de peltre o aluminio, pero lo más pequeña que encuentres. Deberás tener lo siguiente:
1. Vasijita de aluminio
2. Dos tacitas (puedes usar las del expresso) con su platito.
3. Café molido a punto de talco
4. Azúcar (si quieres)
5. Cucharita
6. Paciencia

cremaPrimero, mide el agua para preparar el café, normalmente se hacen dos tazas a la vez (estoy hablando de tacitas). El agua deberá estar fría. Coloca una cucharadita de café por cada taza, y media de azúcar por cada taza, o si prefieres poner más, o quizá lo prefieras sin azúcar. En Turquía hay cuatro niveles de dulcicidad (ja): sade (sin azúcar), az şekerli (muy poquita azúcar), orta (medianamente azucarado), y çok şekerli (con mucha azúcar). Si no especificas al pedirlo, te lo servirán orta.
Entonces, el café y el azúcar van en el agua fría. Lo mezclas con una cuchara y lo pones al fuego, que no debe ser alto, más bien medio/bajo. Poco a poco el café se irá calentando y podrás ver una deliciosa capa de espuma o crema que se forma sobre la superficie de tu café. Cuando ya esté a puntísimo de hervir (no hirviendo pero casi), deberás tomar con una cuchara la espuma que está sobre el café, y servirla a partes iguales en las tacitas. Esta es una parte bastante difícil, que todavía no logro dominar. Luego, deberás servir una taza, colocar el café nuevamente en el fuego y dejar que casi-hierva otra vez (tomará segundos) y servir la segunda. La segunda taza normalmente es la más rica, así que no le quites el ojo de encima.
Normalmente en esta parte de “casi hervir” yo la hago más bien “hervida”, pero la verdad es que preparar este café es un juego de paciencia, entonces puedes jugar al “casi hierve pero no” para darle a tu café una consistencia más cremosa. Si hierve, lo que pasa es que se hace más líquido, pero si ya rescataste la crema con la cuchara realmente no hace mucha diferencia. Lo que sí debes cuidar es no apresurar el hervor, normalmente toma de 5 a 10 minutos llegar a ese punto de casi-hervor/hervor.
Este café se sirve con un vaso de agua fresca, del que debes beber antes de tomar el café para limpiar el gusto y disfrutarlo mejor. Se bebe a tragos pequeños, sin mover mucho la taza, cuidando que el poso no se vaya en uno de los tragos. Por eso, una vez servido, debes esperar un minuto a que se asiente y después beberlo con cuidado. Cuando terminas el líquido, en el fondo de la tacita queda el poso con consistencia de lodo, y es lo que se usa para la adivinación. A este café nunca se le agrega crema, ni azúcar una vez que ya está preparado. Y la persona que te lo invita, tiene 40 años de mérito ;)
El sabor es especial, porque no sabe al café americano (obviamente) pero no es tan fuerte como un expresso. Tiene un sabor muy consistente, intenso pero no agresivo. Jamás te va a provocar que hagas muecas, pero tampoco va a ser como beberse una taza de café “de calcetín”. Yo lo recomiendo ampliamente, como les digo, es un ejercicio de paciencia… ah, y algo muy importante: nunca pero NUNCA debes quitarle el ojo de encima… cosas terribles pasan a los que se descuidan (a las estufas de los que se descuidan, más bien). Ojalá se animen a prepararlo y me cuentan cómo les fue.

siempre me gusta lo más caro

Pongan tres prendas (pares de zapatos, camisetas, lo que sea de ropa) frente a mí, y seguramente podré identificar cuál es la más cara: la que me guste más. Esto funciona en los aparadores, las revistas, los catálogos… no importa que no sepa la marca ni la tela de la que está hecha la prenda. Ni el material de los zapatos, ni el costo: si hay dos que cuestan 5 pesos y uno que cuesta 10, me gustará el que cuesta 10. Si hay dos que cuestan mil dólares y uno que cuesta mil 500, me gustará el más caro. Al menos hay un 90% de probabilidad de que esto ocurra.
Acabo de ver una página en cosmo, donde colocan dos suéteres, dos vestidos, dos bolsas, dos relojes, y uno de cada grupo es más barato que el otro. Acerté en TODOS los que eran más caros. Si les digo que a mí me recortaron para rica pero me cosieron para pobre.
Credit cards of the world: Bigüer.

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Now playing: inside treatment – blasphemous rumours
via FoxyTunes

Bir Melek Ölürken

Video de la canción “Bir Melek Ölürken” (cuando muere un ángel) del cantante turco de ascendencia yugoslava Cem Adrian. Podría definir esto definitivamente como experimental, conceptual, poco usual (disculpen la cacofonía) e impresionante: todas las voces en esta canción están hechas por el mismo Cem Adrian; leí por ahí que su voz tiene el doble del rango vocal (no sé si se diga así) que una persona promedio, de ahí que pueda cantar en tantos tonos. La canción me parece demasiado larga (a veces me falta la paciencia) pero claro, me gustó. Es de lo más loco que he escuchado, en lo que a música actual turca se refiere.

sí, más de spotify

ACTUALIZACIÓN: Este método ya no funciona. Parece que Spotify se las arregló para evitar que los pobres tercermundistas tengamos acceso a su programa chafa. Pfff.

Para todos aquellos que (todavía) no tengan Spotify, una manera rapidísima de obtener una cuenta.
1. Regístrate en Ivacy.com. Esto es para engañar al sitio y hacerte pasar por alguien de UK (o de otro país en donde sí esté permitido usar Spotify). El servicio es de paga, pero cuando sacas tu cuenta te regalan 100 MB, que obvio son más que suficientes para registrarte en Spotify.
2. Abre el monitor de Ivacy, conéctate como si estuvieras en UK.
3. Entra a Spotify, no necesitas invitación. Te pide un código postal, puedes ponerle “SE17 2DJ” o cualquier otro que pertenezca a UK.
4. Regístrate y descarga el programa. Una vez que hayas registrado tu cuenta, no será necesario usar Ivacy de nuevo.
5. Y ya.

Yo llevo apenas un día usando el programita, y está simpático. Hay que resaltar la calidad del sonido (que es buenísima) y que existen montones y montones y montones de música que escuchar. Legalmente, según. Hasta ahora el servicio sólo es gratuito en Suiza, Noruega, Finlandia, Reino Unido, Francia y España. Es de paga en los países anteriormente mencionados y aparte Estonia, Alemania, Italia, Países Bajos, Noruega, Polonia, Portugal y Suecia. Como sea, en mi caso particular, hay muchas bandas que escucho y que no están ahí, así que aún y con Spotify no dejaré de descargar/comprar música como algunas personas han dicho que harán. ¿Compraré cuenta algún día? No lo sé. Seguiré evaluándolo, por lo pronto, me ha servido para escuchar discos que no había descargado por hueva o porque no me interesaban tanto. Ah, y lo maravilloso (al menos para mí) es que está asociado con last.fm, de modo que todo lo que escuchas se registra ahí.
En fin, ahi me cuentan cómo les fue.

y despertar a tu lado, cada amanecer…

*Este es un post cursi, advertidos están.*
El otro día me estaba acordando de una historia… verídica, muy verídica, vivida muy de cerca. C.C. no me dejará mentir. Me acordé de una chava -bueno, señora joven- que trabajaba en el mismo lugar que yo. Ciega. Vamos a llamarle Lucy. Lucy perdió la vista en un accidente de trabajo, no sé exactamente las circunstancias (un golpe en la cabeza, quizá) pero el asunto resultó en una inflamación del nervio óptico que la privó de la vista. Cuando ella llegó a trabajar con nosotros, tenía poco de haberse quedado ciega… en los entrenamientos de repente lloraba, estaba muy sensible. Tenía, no sé, a lo más un año. Pero aparte de que es una persona bien chida, muy inteligente, es bien luchona. Está casada y tiene dos hijos, un niño como de 10 y una hija adolescente, como de 16, no recuerdo bien las edades. Total que a todos nos caía muy bien y a mi parecer, era una de las que mejor desempeñaba su trabajo.
En diciembre del año pasado (para entonces ella llevaba al menos unos 3 años siendo ciega), cuando regresé de mi correspondiente semana de vacaciones, Lucy fue a la oficina. Tenía algo de tiempo de no verla, pero tampoco mucho. Como siempre, la saludé y le ofrecí mi brazo para guiarla hacia adentro de la oficina. Cuál sería mi sorpresa cuando me dice (en tono super juguetón): “Susy, ¡ya puedo ver!”. Y yo me saqué de onda, claro está: qué pedo con los ciegos de hoy en día. Me quedé así como inundada por la sorpresa, cuando procede a contarme su historia.
Resulta que durante las vacaciones, un día cualquiera (que por diosidencias de la vida era día de navidad, oh sí, la realidad supera a la ficción) suena su celular con la alarma para despertarla. Alguna canción de Shakira. Ella abre los ojos y *ve* el techo, entonces piensa, “estoy soñando”. Presiona ese botón que todos amamos de “cinco minutos más”, y se vuelve a dormir. Cinco minutos, y Shakira canta de nuevo. Ella abre los ojos otra vez, y nuevamente ve el techo. Parpadea. Apaga la alarma. Parpadea. Empieza a mirar alrededor (en esta parte estoy alucinando, si llevas tanto tiempo de no ver, ¿hacia dónde diriges tus ojos? ¿qué sería lo primero que buscarías? ¿te tallarías los ojos como en las pelis? ¿llorarías de felicidad? claro que llorarías… qué bendición abrir los ojos y ver a tu amor durmiendo a tu lado.) Entonces despierta su marido: ¡puedo ver! ¡puedo ver! Me imagino entonces las lágrimas, los abrazos. El marido le pregunta: “¡¿Cómo me veo, como me veo?!” a lo que ella responde: “¡Más viejo!” y se ahogan en risas. Entonces llegan los hijos, que seguramente oyeron el alboroto. El niño le pregunta, “Mamá, ¿cómo me veo?” “bien guapo, mijo, bien guapo”.
Y así fue como Lucy recuperó la vista. No completamente, como antes, pero apenas el día anterior no veía nada.
Las reflexiones se las dejo a ustedes (son bienvenidos a comentar al respecto). A mi esta historia me fascina, me toca el corazón por ella (feliz) y por toda la gente que nunca podrá recuperar la vista; pero sobre todo, por toda la gente que tiene vista pero jamás podrá ver.