(des) esperar

Un timbrazo telefónico sin atender. Un correo electrónico sin respuesta. Una propuesta indecorosa ignorada. Una canción que no termina de sonar. Una ansiedad sin remedio. Tu boca cada vez más lejos. Tu rostro indeciso. Una noche demasiado larga. Una respuesta retardada. Un silencio hecho de elástico. Un sombrero a la conciencia. Un grito encerrado en el estómago. Un cursor que parpadea. Las calles vacías al anochecer. El frío de madrugada en la borrachera. Ver tu espalda alejarse. Tus labios que se me olvidan. Comerme las uñas. Una llamada pospuesta. 

Yo espero en tus silencios. Porque sé que sólo estás cerca cuando quieres.

Y no me resta otra cosa que no sea esperarte.

una noche en el parque

Te dije que sentía un hueco en el estómago. ¿Tienes hambre? No en el estómago, más bien arriba. Tú me abrazaste y el latido de tu corazón me hizo cosquillas en la oreja. ¿Me cuentas un cuento que no le hayas contado a nadie?, dijiste. Claro, pero sólo si te duermes en mi regazo.
Después, te robé un beso.
Y sonreíste.

leer en sueños

No sé quién me dijo que no se podía leer en sueños. Que recuerdas quizá el contenido del texto, pero uno es incapaz de descifrar, propiamente, las combinaciones de letras. Pero juro que ayer leí en sueños, una historia que además, estaba contada en post de fotologs y correos electrónicos.
Creo que paso demasiado tiempo en internet.

más libros

Recientemente terminé de leer Choke, de Palahniuk (para los que no saben quién es, como yo no sabía, es el que escribió la novela de Fight Club) y cuando cerré el libro, no sabía si me gustaba o no. Al siguiente día me di cuenta de que sí me había gustado, y mucho. Hay textos que necesitan digerirse, acomodarse en la mente. Según la teoría constructivista, el proceso de aprendizaje implica necesariamente un reacomodo del conocimiento previo, para darle cabida a las nuevas ideas. Yo lo veo como una especie de Tetris (ja) y quizá para reacomodar mi cabeza requiero tiempo, o dormir (me acordé de un amigo que resuelve dormido los problemas matemáticos que no pudo resolver despierto). En fin, que vale la pena leer este libro.
También leí por segunda ocasión El último lector, de David Toscana (me vengo enterando que hay otro libro del mismo título, pero de un tal Ricardo Piglia) al que siempre me da gusto leer.
La lista de libros en espera cada vez se hace más y más grande, y a mi se me acaba la vida antes de leer todo lo que quisiera. Pero qué puede uno hacer, sino seguir leyendo.

you look like rain

Nunca dejará de llover.
El agua se resbala por las paredes de la ciudad, alcanzando a acariciar los lugares más íntimos. La gente huye del azul del cielo que cae a pedazos, pedazos que absorben los agradecidos árboles y las sedientas calles que sólo suelen alimentarse de sangre y polvo.
La lluvia es un acontecimiento inusual en una ciudad reinada por un sol despeinado que nos sigue como un perro. Por eso, las manos se pegan a las ventanas de las casas, y contemplan los ojos al unísono la rítmica caída de las palmas de agua.
Una cascada invisible canta tras de todas las paredes en un susurro que arrulla. Los árboles inclinan la cabeza ante el paso de la lluvia, y el cielo, despreocupado, brilla azul y gris. El viento sana a la ciudad del calor de los días anteriores.
La lluvia no ha dejado de caer, y uno se siente desprotegido y se resguarda en la seguridad de cuatro paredes y un techo, o de un techo por lo menos. Y es que la lluvia purifica nuestro cuerpo, nuestra alma, y es necesario de cuando en cuando recibir un buen baño de lluvia.
Me pregunto cuándo será el día en que las personas, en lugar de abrir un paraguas negro y evitar pisar los charcos, extiendan sus brazos mirando al cielo y con una sonrisa, reciban en su cuerpo el azul vivificante.
Entonces, nunca dejará de llover.