El teléfono y los sueños

Es común que mis sueños sean muy angustiantes. Más bien lo raro es que no lo sean.

Desde que tengo 15 ó 16 años (sí, le puse acento a la ó entre números, y qué y qué) no puedo hablar por teléfonos en sueños. Ya les he contado, pero si no, las posibilidades son estas: los números se mueven cuando intento marcarlos, el teléfono no tiene números, la operadora no me escucha/entiende/hace caso, la tarjeta donde viene el número de teléfono es tornasol/3D/está rayada/no la puedo leer, el teléfono no funciona/le faltan partes/tiene estática… en fin, todas las posibilidades que se les ocurra.

El otro día soñé que mi coche (nuevo, que por supuesto no tengo un coche nuevo pero en el sueño lo tenía) se descomponía y terminaba en un paraje nada amigable, lleno de criminales, prostitutas, qué sé yo, coloquen sus ingredientes favoritos. Estaba por oscurecer, mi coche estaba varado en una carretera en medio de la nada -le contaba al Piantao- y saqué mi teléfono y le hablé a mi papá y le dije que viniera a recogerme porque estaba en un lugar horrible y mi papá me dijo que le enviara mi ubicación por el iphone (mi papá bien tecnológico hasta en sueños) y entonces la batería se estaba acabando y… a ver, espera, espera (me dice el Piantao): HABLASTE POR TELÉFONO.

Sentí como un golpe que me sacaba el aire. Después de 15 años (o algo así) de no poder usar el teléfono en un sueño, por fin, hablé por teléfono. Me quedé anonadada, mirando al Piantao con los ojos como platos y la boca abierta.
Hasta que extendió la mano y me dijo “son $350 pesos”. (Ba dum pss!)
-Muy gracioso, ahora me dices qué significa esto.
-No sé…yo no sé, te urge ir a terapia.
(Sí, eso de tener psicólogo en casa no lo exime a uno de ir al psicólogo).

Y entonces me di cuenta de que, chale, no voy a saber qué onda con mis teléfonos descompuestos hasta que vaya a terapia. Eso si algún día decido ir. Que el asunto de la terapia amerita otro post (aparentemente soy “muy analizable”, vaya usted a saber si eso es un piropo). Yo sólo sé que sentí una alegría muy grande y casi ganas de llorar cuando el Piantao me dijo “hablaste por teléfono”. Que a nivel consciente, digamos, sólo significó eso, pero “en el fondo” sentí verdaderamente algo muy grande que no puedo explicar. Quién sabe.

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