Mi casa es su casa

Hace poco más de un año me mudé de la casa de mis padres a un departamento, con mis dos gatos que con el tiempo se hicieron 4 (no entre ellos, cabe mencionar). Extraoficialmente llegué a tener 12 gatos, pero eso ustedes ya lo saben. Me mudé por un rollo muy Woolfiano del cuarto propio y todo eso, y la verdad es que ha sido una experiencia inigualable, educativa, formativa y por demás necesaria. No voy a negar que al principio fue muy difícil acostumbrarse a la soledad y al eterno ruido del bulevar, a pagar las cuentas, a instalar los servicios, a darle mantenimiento a un espacio que finalmente ni es mío ni nada pero tenía que parecer y sentirse mío. Con mi obsesión en los detalles, me armé un hogar en menos de un mes con apoyo de mi familia, del Piantao y algunos amigos. Me hice de muebles, decoré la casa, mi hermana pintó un hermoso mural y el Piantao convenció a una pared a convertirse de un necio anaranjado a un violeta gitano (o algo así se llamaba el tono de la pintura).
La verdad es que le he tomado cariño a este lugar, y me arrepiento de no haber invitado a más gente, de no haber organizado más reuniones, de no haber cocinado más seguido aquí. Pero la cosa es que ya se acerca la vuelta de página y me da un poco de nostalgia pensar que ya muy pronto dejaré de vivir aquí.
Estas fotos las tomé en uno de mis días favoritos para estar en el depa: viernes. Me gusta ese día porque Elo viene y limpia después de todo el caos de la semana. Por la tarde, la casa huele a limpio y está en orden, y es anuncio del descanso del fin de semana.

Comedor

Sin duda uno de mis espacios favoritos. El cuadro es de Klimt (“El árbol de la vida” me parece que se llama) y el mural lo hizo mi hermana, con ayuda de Damián. Se distinguen los trazos de ella y los de él: los de él son más limpios, pensados, cuidados. No digo que los de mi hermana no estén bien hechos, pero es tan fácil distinguir cuáles son los que hizo él. Así que mirar este mural detenidamente y encontrar estos detalles me hace pensar en mi amigo y en esas cosas que dejó a mi alrededor antes de dejar el mundo. Está de más explicar el valor que esa pared tiene para mi, por las personas y las ideas que representa.
Las cortinas… bueno, no las juzguen. Sólo las colgué ahí porque debajo hay una persiana blanca -y DETESTO las persianas. El comedor lo encontré en un remate… bueno, sólo la mesa, las sillas sí las tuve que comprar al precio. Primero compré dos, para que el Piantao y yo pudiéramos comer. Luego las otras dos. Las botellas de vino son de mi colección de botellas que se han consumido en esta casa :) A veces les pongo flores, pero en esa ocasión tenían velas.

Sala

Esa es una de las paredes de la sala. No sería interesante de no ser por el cuadro de Mucha, que me parece fascinante. Oh, y la tele, claro. Bueno, el espejo vino después y me gustó mucho que sirviera como una ventana para ver el librero de atrás :)

Sala

Paredes


La foto en blanco y negro la tomó mi hermana, son mis papás enfrente del Hôtel de Ville. El cuadro de abajo son algunas postales antiguas de Estambul.

Si quieren ver el resto de las fotos con sus respectivas notas, están aquí.
O sin los comentarios acá:

Dispositivo controlador de acceso para gatitos

Como ya los gatitos cabroncitos, que apenas el sábado cumplen un mes, andan bien inquietos, tuve que ingeniármelas. Normalmente se mantenían dentro del closet, y yo dejaba una abertura pequeña para que la mamá pudiera entrar y salir. La cosa es que ya son ellos quienes entran y salen… ¡ya corren, los canijos! Y me daba miedo que siendo tan pequeños anden corriendo por toda la casa.
Entonces, ayer a la 1.30 am, mientras sólo podía pensar en dormir pero no podía ir a dormir hasta solucionar el problema, se me ocurrió poner una caja pesada en la puerta. Así, todos los adultos -gatos y humanos- podemos pasar sobre la caja pero los bebés no, y tampoco los gatos la pueden arrastrar poque está llena de libros; del otro lado, puse unos zapatos pesados para que la puerta no se abriera y liberara espacio para pasar. Con este sistema (marca registrada del Dr. Chunga) los gatitos pueden andar libremente por el cuarto.
A Motiti le gustó la idea, y hasta usa la caja como puesto de vigilancia.

Motitis

Motitis

Abajo, la vieja loca saliendo al mundo (afuera del closet) con todo el esplendor de su pequeñez.
Motitis

una semana después…

Lo prometido es deuda: he aquí la segunda generación de la Motiti :)


(click para ver las imágenes en grande)


Los bebés cada vez se mueven más, sus maulliditos son adorables y Motiti se ha portado como toda una madre responsable y querendona. La verdad la casa es un caos: Beny y Mao suelen ser bien portados, pero Tito (que es hijo de la primera camada de Motiti) insiste en seguir amamantando a sus siete meses y luego peor, intenta aparearse con su mamá. Antes de que me digan cualquier cosa, Tito irá al veterinario mañana para su operación. Pero por ese asunto, no los puedo dejar solos sin vigilancia… y la verdad es cansado estar tras de ellos todo el tiempo, y manteniendo a la mamá y sus bebés en mi cuarto, y a los demás afuera del cuarto.
Pero bueno, qué podía esperar yo que ahora tengo DIEZ gatos en casa. La verdad es que me comen las ansias de que ya abran los ojitos y estén un poquito más grandes, para verlos correr y jugar por ahí :)

El fin de la espera

Ayer salí de casa a la 1 pm. Motiti se veía bien, más cariñosa que de costumbre y jugando a la navecita espacial (es que la pobre parecía platillo volador, jaja, y caminaba tantito y hacía ruiditos, luego caminaba otro poquito y hacía ruiditos, etc). Pensé, a lo mejor es hoy. Regresé a las seis y fui al closet a buscarla, porque ya pasaba más tiempo ahí adentro y entonces la vi: estaba ADENTRO de la camita que le compré y nunca había pelado. Tenía un gatito ahí con ella, todavía con la placenta pegada, y cuatro afuera, sobre la toalla. Quise gritar de felicidad (y por la impresión) pero antes le puse los gatitos ahí en la cama con ella. De ratito se comió la placenta del quinto y todos muy tranquilos y felices comieron mientras ella descansaba.
Transcurrió el resto del día en calma, ella salió, comió un poquito, tomó agua… todo muy normal. Los nenes se veían super bien.
Luego como a la 1 am, Motiti se hiperventiló. Después empezó a tener contracciones. Yo estaba angustiadísima, no sabía si despertar o no al veterinario, si era normal… la pobre estaba echada con los gatitos comiendo y su cuerpecito se contraía… y ella suspiraba, se notaba que le dolía mucho. Yo la miraba y la acariciaba despacito… ella me miraba… ay no, fueron horas de estar a la expectativa.
Y digo a la expectativa porque como el Piantao bien notó, y yo noté después, todavía tenía un bultito que no sabíamos qué era. Yo leí en un libro maravilloso que compré (y si tienes gatos, DEBES tenerlo) que algunas gatas interrumpen el parto y lo pueden continuar incluso hasta 24 horas después. Así que supuse que por ahí iba la cosa…
Como a las 2.30 ya no podía mantenerme despierta. Puse mi alarma a las 4, y a esa hora me levanté a checarla… la vi bien, tranquila, ya no estaba hiperventilada. Lo mismo a las 6. Puse mi última alarma a las 9, pero unos 15 minutos antes me despertaron los maullidos de la reina. Cuando me levanté, vi que tenía un cuerpecito de bebé, aparentemente muerto. Me miraba y me maullaba. Yo pensé que quizá había aplastado un gatito y lo había matado, pero luego vi mucha sangre en el piso y vi que temblaba… y en eso, ¡nace otro gatito! ¡Me cayó el veinte de que acababa de parir DOS gatos más! La pobre se veía exhausta… apenas si pudo lamer al recién nacido para quitarle el saquito en que viene envuelto y que pudiera respirar. El gatito ya estaba completamente afuera pero su placenta seguía dentro… y Motiti estaba echada, no se le veían intenciones de seguirlo lamiendo (que es importantísimo). Así que me armé de valor, toallitas, tijeras, hilo, gel antibacterial y me lavé las manos como cirujano (yo estaba instaladísima en el papel). Tomé con cuidado al gatito nuevo y con mucho cuidado, jalé la placenta (que tiene unida al cordón umbilical) para que saliera del cuerpo de la gata. Motiti maulló despacito. Puse al gatito sobre una toallita y con la misma lo empecé a limpiar, para emular el efecto de las lamidas. El gatito se empezó a mover mucho más. Se lo puse enfrente a la nena y como que de pronto le daba uno que otro lenguetazo. Le amarré el hilo a 1.5 cm. de la base del ombligo y corté el cordón umbilical. La nena se metió a la camita con los otros cinco, y le acerqué al sexto. Entonces sí lo bañó, lo dejó comer y se durmió con los seis, me imagino que suuuuuper cansada y adolorida.
Regresé al gatito muerto. Fue entonces que me di cuenta que Motiti no le había quitado la bolsita, así que hay un alto grado de probabilidad de que haya nacido vivo, pero al no sacarlo de la bolsita se haya asfixiado. Para entonces ya era muy tarde, el gatito estaba heladísimo y obviamente no respondía a ningún estímulo. Me siento culpable al pensar que pude haberlo salvado si hubiera notado eso inmediatamente.
Después me tocó la limpieza… todo este asunto de los gatitos ha sido una experiencia increíble, con mucho aprendizaje pero sobre todo, llena de admiración hacia esta nena bellísima y hacia Dios, que la diseñó. Los gatitos son criaturitas perfectas, en todos los sentidos. Y el instinto maternal es muy cabrón. Eso del “milagro de la vida” no es cursilería, no…
De momento no tengo fotos (bueno, sólo esta, pero ahí falta el sexto) pero cuando tenga mi cámara de regreso, se van a hartar de fotos :)

En fin… ¿alguien en Monterrey quiere gatitos? :3