lesbian vampires

Ayer fui a ver una película llamada “La educación prohibida” (The fine art of love, 2005), una coproducción de Inglaterra, Italia y República Checa. La película en cuestión trata sobre un grupo de niñas que crecen en un internado (Alemán, aparentemente) donde las clases de etiqueta y ballet parecen ser lo más importante del mundo. Especialmente el ballet. Las maestras de este lugar tienen unas estrictas reglas de conducta, al menos aparentemente, porque hay otras conductas que empiezan a gestarse en cuanto estas niñas se convierten en vaporosas ninfas de diecisiete años.
Desde el inicio la película está saturada de tensión, empezando por la sexual pero no sólo esta. La película podría describirte como tensión tras tensión tras tensión llena de cosas pinches que les pasan a las chavitas, del despertar de la sexualidad (lésbica; hacia quien más si hay pura vieja) y un final que no es final. O sea sí es final pero no hay climax. Bueno ustedes lo entenderán cuando la vean. Yo jamás la veré de nuevo, pero sí me gustó, jaja.

También estoy escuchando un disco de Scary Bitches llamado Lesbian vampires from outer space (2002). Contiene inolvidables canciones como “You always eat the one you love” y “There’s a licanthrope on the bus”. Si les gusta el batcave, pueden descargarlo de Disco[teca], un site maravilloso que descubrí recientemente. A mi me encantó el disco.

Sangre eterna, aka, Vampire: The movie

Hace varios años, en tiempos de Sonitus Noctis (snif, lagrimita) leí por ahí de una película chilena llamada Sangre eterna. Mi fijación con los vampiros se remonta a tiempos inalcanzables con la memoria, o sea, por ahí de secundaria. (nota al pie que no está al pie: siento MUY cercana la secundaria, como que no me cae el veinte que ya pasaron 10 años desde que salí). Total, que esta película es chilena, vi algunas fotos del vestuario que me gustaron mucho, leí algo sobre el soundtrack, etcétera. Y pensé: uts, jamás la veré, esas películas no llegan acá.
Pues nada, que el otro día pasando por pubertópolis de garza sada, vi en la cartelera: Sangre eterna. Y pensé… mmh… ese nombre me suena… y sí, en efecto, era aquella película de 2002. Total que el miércoles fuimos a verla, y bueno, qué les puedo decir. Si les gustan los vampiros y/o los juegos de rol y/o los darkis, esta es la película para ustedes. La historia es… simple, y quisieron complicarla con una interpretación religiosa (hay por ahí un maestro que oportunamente da clases sobre la historia del cristianismo) pero la verdad no veo, no encuentro la relación. Si quedamos en que es una historia de unos darkis que juegan Vampire: The Masquerade *perdón* Sangre Eterna, y se encuentran con que en la vida real también hay vampiros y ellos también se convierten, todo está bien. Pero si uno de ellos, el más inteligente que no cae en la “trampa” de los vampiros, el master (a huevo) se da cuenta en sus clases de filo que “hay una explicación para todo esto”, puaj, no, arruinas mi historia simple y linda.
Visualmente está padre. Los vestuarios no son nada que encontrarías en un Hot Topic -incluso más allá, no es algo de lo que encontrarías dos piezas. Y están padres. La música, bueno, todos son grupos desconocidos para mí, excepto Lucybell que *sabía* tenía que aparecer por algún lado (por lo chileno, no por lo vampírico. Aunque por qué no.)
Con la peli recordé mis bellos tiempos en que jugaba LARP de Vampire, era divertido, eran tiempos más simples en donde mis habilidades sociales no habían decaído tanto como ahora. Era lindo disfrazarse, meterse en el personaje, y jugar tremendamente mal pero luciendo espectacularmente bien. Algún tiempo jugué en World of Darkness, no era Vampire sino alguna otra cosa creada por el master, pero con el mismo sistema de dados de 10. Tengo mi set, que originalmente es de Vampire: The Dark Ages, pero funciona igual, la diferencia es el color.
Y con esta última partida de WoD, terminó mi encuentro con los juegos de rol. Nunca me llamaron particularmente la atención, no me divierten así mucho que digamos, y en general no les tengo paciencia. Intenté desarrollarla con el Vampire de mesa, pero nunca hubo alguien que se tomara la molesta de “meterme” de lleno en el mundo, siempre quise ser storyteller y tener mi propio grupo, pero nunca se armó, y pues, así fue como desistí y ahora no me gustan.

Otra cosa que se me antojó a raíz de la peli fue una fiesta gótica. Gótica gótica de veras. Nada de performances ridículos, nada de grupos en vivo, nada de cosas electrónicas que bien podrías escuchar en cualquier otro antro, nada de electroharsh ni cosas inbailables. Gótica old school. Con velitas y Corpus Delicti. Jijiji. Bueno soñar no cuesta nada.

2+3=23

Ayer fui al cine (que ya está bien pinche caro, qué les pasa?!) a ver una película que se llama The number 23, y los creativos de acá le pusieron La revelación. La fui a ver porque sale Jim Carrey siendo otra cosa distinta a Jim Carrey y bueno, me gustó tanto que hasta hubo un momento en que me pareció guapo. La película en cuestión es un “thriller” psicológico que trata de un hombre aparentemente normal que tiene la mala suerte de toparse con un libro. Cuando empieza a leerlo, el libro desata en el personaje un comportamiento obsesivo en torno a los hechos que ahí se narran, que se encuentran íntimamente relacionados al número 23. Según la película, este número posee relación con un montón de cosas interpretadas numerológicamente (obvio).
A mi me gustó mucho la película, el final es… cuestionable, claro, porque una historia así de compleja no puede tener un final simple. Me mantuvo entretenida todo el rato; mi parte favorita es lo que ocurre durante el minuto en que suena She Wants Revenge. Y el tatuaje del personaje principal (siguiente cuadro: yo dibujando con un sharpie en la espalda del piantado aquel). De verdad que Carrey se ve muy muy distinto, y vaya que he visto *casi* todas sus películas.
En resumen, sí la vería otra vez. Además me hizo pensar que yo siempre relaciono todo con el número 23, me divierte mucho, y es un número que me gusta independientemente de que sea el número del día de mi cumpleaños. ¿Será acaso…?

películas varias

El fin de semana pasado me tocó ver muchas películas. El viernes vi The Holiday. Una película simplona, muy simplona y medianamente entretenida, cursilinda, con un final medio vomitivo. Pero entretenida al fin. Tiene dos cosas que me gustaron mucho: la casa de uno de los personajes (la que tiene mucha lana, cuál otra va a ser) y Jude Law. Creo que nunca me había realmente fijado en lo guapo que es. Y sí, es muy guapo.
El sábado vi Fallen Angels, de Wong Kar Wai. No me enamoré perdidamente de ella, pero sí me gustó. Es experimental en muchos sentidos, los colores son muy representativos del director, las tomas son muy originales. Creo que me provocó un poquito de malestar, últimamente me he vuelto muy huevona para entenderle a las películas, y aunque esta no es complicada, sí tiene su chiste. Hay una historia principal, la otra está como intercalada. La primera es de un asesino a sueldo y su pareja (de trabajo), una mujer que le consigue la chamba. Nunca se han visto, pero ella está enamorada de él. El hombre en cuestión se lía con otra mujer (media loca y desesperante), que… bueno, ya casi cuento toda la película. La otra historia son las peripecias simpaticonas de un mudo que quedó así cuando comió piña echada a perder.
El domingo vi, casi por casualidad, una película que se llama Little Children. En pocas palabras, es como un capítulo de Desperate Housewives, sólo que mucho menos divertido y mucho más sórdido. También está entretenida. Luego, en la noche me tocó ver Elektra. Una de las peores películas que he visto en mi vida, definitivamente.

verde y violeta

El viernes terminé de leer Sputnik, mi amor. Por la noche estaba sumida en una especie de marasmo, un cansancio crónico del que ya no sé cómo librarme. Cancelé mis planes de salir y me fui temprano a la cama. La verdad es que no me gustó el libro. Casi parece una copia al carbón de Tokio blues, pero en chafa. No, es más bien como un bosquejo. Hay muchos puntos de contacto, pero la historia es mucho más débil, los personajes me caen gordos. Curioso que su personaje se llama Sumire (violeta) y el de Tokio Blues se llama Midori (verde). Pues prefiero a Midori, la verdad. Lo que pasa es que yo me enamoré de Tokio Blues. Pero bueno, me falta leer un libro más de él, a ver qué tal.
Por otra parte, Gegen die wand era todo lo que esperaba, quizá más. La música de la película es espectacular (especial sorpresa escuchar a The Birthday Party, o I feel you de Depeche Mode, o a los protagonistas de la historia brincoteando Temple of love de Sisters of Mercy). Una historia que no tiene un final feliz, pero está llena de giros inesperados, de momentos que te quitan el aire. Ay no sé, todo, todo me gustó.

Y hoy me enteré de una feliz noticia: este año sale la película de Seda (sí, la novela de Alessandro Baricco) dirigida por Francois Giraud, el mismo que dirigió The red violin. La música estará de lujo, pues la compuso Ryuichi Sakamoto. Otra cosa más que hay que ver.

Hoy fui al super y me enfrenté a la furia de las señoras con camionetas gigantes y hombres de pene chiquito que estacionan sus enormes carros utilizando dos cajones. Pero como yo soy gente bien civilizada, no les digo nada, sólo les dirijo miradas de odio y repulsión y pienso “¡pero hay un Dios que todo lo ve!” jajaja. La verdad es que me divierte la gente. Sólo procuro no hacerles mucho caso, sobre todo en el supermercado, se ponen medio locos, y el super es un lugar que debe de disfrutarse, así nomás.

La semana ya ha empezado, y yo pienso: cuándo voy a alcanzar al tiempo. Siempre parece que va corriendo adelante, muy adelante de mí.

hey mr. dj

Luego de muuuucho, por fin pude ver Crossing the bridge, un documental sobre la música de Istambul realizado por Alexander Hacke (bajista de Einsturzende Neubaten, nunca sé si lo escribo bien) y dirigido por Fatih Akin, de quien también compré Contra la pared. Esta última no la he visto (estoy esperando a que sea domingo y podamos tendernos agusto en el sillón), pero Crossing the bridge es simplemente maravilloso. Hacke compuso un par de canciones para Contra la pared, y en esta incursión musical en la película le llevó a conocer la ciudad de Istambul y por lo tanto su música, de la que quedó prendado -según cuenta la historia- y por eso decide lanzarse a investigar los diferentes (muy diferentes) sonidos que pueden encontrarse en esta ciudad. Rap, noise, alternativo, dj’s, tradicional, kurda, muchos tipos de música son presentados aquí, mostrando una diversidad musical apenas sospechada. Quiero ir a Turquía malditasea. Al que le interese ver este documental, que me invite a su casa y ponga las palomitas, yo pongo el DVD, jiji.
El título de este post no se refiere a Madonna, sino al cover de Music realizado por Sertab Erener, canción que forma parte del soundtrack de este documental. Muy recomendable.