ay milonga de amorrr

Que no, que nadie ha muerto y todos estamos bien. Y estaríamos mejor de no ser porque el tráfico de la mañana nos pone de muy mal humor. Tengo que hacer uso constante de mi respiración de yoguina (juar juar) para no tener microinfartos cada que un imbécil me echa el carro encima. Se les va la vida si te ceden el paso, al parecer, y ni hablar de entender las direccionales. En fin, todo son gajes del oficio y es una maravilla conducir etcétera, porque prefiero eso a andar a pie -mi respeto a los peatones.
Lo bueno es que hoy desperté con una cancioncita de Gotan Proyect en la cabeza, lo malo es que no la tengo por aquí y sólo está dando vueltas en la cabeza. (Edit: ¡tengo todo el disco en mi servidor! a veces me sorprendo, jojojo.)
Además traigo puesto mi saco morado, nada puede salir mal. Que no.

viva la evasión

Quiero mucho a mi computadora nueva. ¿Alguna vez lo había dicho? La quiero. Pero la única forma de que ella lo sepa, es viéndolo reflejado en su pantalla ultrabright. La misma que me leyó quejarme y quejarme ayer en la noche, sólo porque todo el día me puse melancólica sin razón aparente. Me dormí tarde, de nuevo, aunque valió la pena el porqué. Hoy desperté con unos cólicos para morirse; la última vez que me sucedió eso tenía quince años. Recuerdo que era enero. Hoy como en ese entonces, me doblé del dolor y sentí cómo se me fue la sangre al piso (vaya metáfora); mi mamá dice que estaba pálida. Pensé que me iba a morir… bueno no, sólo pensé “camacamacamacamacama” y me hice bolita ya estando en la cama.

A veces no entiendo a mi cuerpo. Yo siempre presumo la buena relación que llevo con él, lo mucho que nos comunicamos, la unidad y el equilibrio, viva el yoga, etcétera. Pero hay días, como hoy, que sinceramente no lo entiendo. No se trata de un simple proceso mens(tr)ual, creo que hay algo más. El cuerpo es sintomático, refleja cómo se siente la mente, bla bla, nada nuevo, el estrés es como una bala para el estómago, por ejemplo. Últimamente he negado mis depresiones, las he bloqueado, porque si no oigo soy de palo y eso me viene de maravilla. Y trato de no quejarme, y hasta dejé el blog privado donde contaba mis verdaderas tristezas, porque como sabiamente dijo Gaby, si no escribes las cosas no toman forma y se desvanecen. Y a veces es mejor dejar que las cosas se desvanezcan.
Sin embargo, como le decía al señor d el viernes por la noche, hay cosas que necesito conservar, y esas las convierto en cuentos. Masturbaciones mentales, donde por supuesto hay una imagen que las provoca, pero el final es siempre satisfactorio sin importar lo que haya ocurrido en “la realidad” (ya sabemos que la realidad es completamente prescindible). Leve mareo. Cólicos. Casi las siete de la tarde y no he comido nada. Pero como decía al principio, quiero mucho a mi computadora; Miroslava y yo estamos a punto de ver episodios de Invader Zim.

in other words, please be true

Todo fue una gran señal compuesta de un complicadísimo artificio, un mecanismo de reloj antiguo cuyo tic tac nos fue acercando, tic tac. El punto es que ahí estabas tú, ahí estaba yo, y nos mecimos al ritmo de las casualidades. Siento que ahora te necesito, aunque quizá mañana no existas.

Si hay algo que detesto es el después. El durante es delicioso: la incertidumbre, la ansiedad, la felicidad inexplicable, el vértigo constante. Lo peligroso es idealizar, pero para qué resistirse, siempre sucede. Yo sólo espero que haya suficiente material para seguir endulzándome la boca y la mente, aunque la distancia nos mate poco a poco. Qué más da.

Ilusión:gentil narcótico que puebla de fantasmas los sentidos…

yo, que me figuraba el paraíso bajo la especie de una biblioteca

Ya terminé de leer el libro de Barbara Jacobs, y el de Fadanelli. Del primero puedo decir una cosa: aburridísimo. Más detalles, próximamente en una reseña en La Rocka. Del segundo: equis. Ni fu ni fa, ni me va ni me viene, ni me aburrió ni me emocionó. El primero lo terminé de leer por orgullo, el segundo por obligación. Ahora debo elegir un libro que realmente quiera leer, que sea algo que yo elegí voluntariamente; un libro que haya ejercido una atracción magnética en mi persona por quién sabe qué razón.
Me encantan los libros, tengo cientos. Jaja, suenan a miles. Pero dije cientos, no miles. Comprar libros es algo delicioso… es como comprar golosinas, o pedacitos de ti, o ropa bonita que te durará años, o mentiras encuadernadas, o verdades potenciales, o explicaciones del mundo, o lagunas de ausencia, o paliativo para la realidad, o cápsulas de felicidad, o suicidios ajenos, etcétera, etcétera, etcétera. Los libros son maravillosos, son una de las mejores cosas que hay en el mundo, punto. Yo, como Borges, me imagino que el Paraíso es una biblioteca. Una biblioteca donde podré descubrir… los secretos del universo (léase con voz de comercial de Discovery Channel).

En otras cosas, apenas me he terminado dos plumas de las cien que me regalaron hace un mes. Creo que me tardaré mucho, mucho más de lo previsto.

…que yo no quiero sufrir

La tardanza no fue intencional, hace menos de 24 horas regresé de una brevísima expedición a otra tierra. Me gustan mucho los viajes, etcétera, lo malo es que este fue muy corto y de trabajo. “De trabajo”. Bueno, en realidad fue un viaje que me sirvió para encontrar un cuento que estoy trabajando y luego les mostraré. Será cursi y terrible como todos mis cuentos, pero qué más da. En otras cosas, luego de aproximadamente… ¿ocho años? ¿nueve? conocí al sr. Hamletmaschine, en circunstancias muy infantiles (jaja, chiste local) pero bueno, no será la última.

Siento como si me faltara algo. Es domingo y mañana hay que ir a trabajar. No quiero ni abrir la agenda para ver todo lo que no he hecho. Quisiera simplemente dormir, que él recordara mi nombre mientras lo sueño, despertar sin dolor de espalda.