magentuosa y los carbohidratos

Todos los que me conocen saben que me gusta mucho el azúcar. Mucho mucho MUCHO. Podría ser postreriana, como alguna vez dijo el célebre Calvin (el de Hobbes). Cada que tengo hambre, y como no sean las 2 de la tarde, todo lo que se me ocurre comer es dulce. En diciembre me la pasé atascándome de chocolates y toda la comida deliciosamente engordativa que se me atravesara.
Por supuesto, el vestido lo resintió, porque ya no cierra tan fácilmente como antes. Yo misma lo empecé a sentir cuando me sentaba, agachaba o intentaba algún movimiento en el que hubiera lonja de por medio. Total que en enero dejé de tomar cocacola (sufro), en marzo volví al yoga y además empecé una dieta: la dieta de los asteriscos.
La nutrióloga me dijo que sí tenía algo de grasa que debería bajar, y dos kilos de más. Los que me conocen saben que me veo flaquérrima, pero eso de tener dos kilos de más fue totalmente una novedad: jamás me hubiera imaginado que en mi cuerpo pudiera sobrar grasa, hasta ahora. Supongo que, como dicen, es la edad.
La cosa es mucho más difícil de lo que parece. La nutrióloga me dio un listado de alimentos agrupados en cuatro colores: rojo, azul, verde y amarillo. Cada que comes debes combinar una cosa de cada color, aunque de lo verde puedes comer todo lo que quieras, ya que son casi puras verduras. Mi mamá también está haciendo esta dieta, y ya todo lo vemos en función de su color. Los amarillos son los carbohidratos. Uno en su sano juicio pensaría que comerse una fruta, digamos, plátano, manzana, mandarina, etc. es lo más saludable del mundo… pues sí, pero oh sorpresa, cuenta como amarillo! TODO lo delicioso en este mundo es amarillo. Y si la indicación de la nutrióloga es “cuida tus amarillos” pues la neta no se me ocurre otra cosa que comer lechuga -y cómo me aburren las ensaladas. Me resulta escalofriantemente difícil pensar en algo que no sea dulce en el momento en que tengo hambre. AMO LOS CARBOHIDRATOS, detesto las hierbitas.
Lo peor es que ya no sólo es el engordar, sino el riesgo de obtener diabetes… no por nada la gran cantidad de enfermos de diabetes que hay en este país… en fin… ¿alguien sabe de alguna botana saludable baja en carbs?

Las consecuencias

Este post no se trata del más reciente disco de Bunbury, aunque el título lo sugiera :P (sé de más de uno en mi twitter que quizá caiga en la finta, ja).

Estoy muy preocupada. Resulta que desde que regresé a la escuela (hace poco más de un año) me di cuenta de que se me dificultaba concentrarme en mis lecturas y dedicarles el tiempo suficiente. Pensé que era una cosa temporal, que le estaba agarrando la onda a las clases otra vez, etc etc. Pero creo que la etapa de adaptación terminó hace mucho, y como quiera sigo teniendo este mismo problema.
Lo que me preocupa, es que creo que ya sé cuál es la causa: pasar mucho tiempo frente a la computadora. Es que desde que Dios amanece estoy sentada frente a ella, hasta las altas horas de la noche. Me pongo de pie sólo para lo necesario, y el resto del tiempo estoy aquí aplastada, casi por reflejo. Tengo que pasar un mínimo de 6 horas diaras sentada aquí, cuatro de ellas es por trabajo, y otras dos de ocio o de “lectura”. Pero la verdad es que hay veces en que paso más, muchas más. La bronca es que la lectura que yo hago por internet suele ser bastante sencillita e intermitente, no suelo leer ensayos ni artículos muy largos, además seguramente habrán leído algunos artículos sobre cómo se escribe para internet, y en ellos regularmente se valora la brevedad y la concisión. Para poder leer algo concienzudamente, tengo que pasarlo al reader o de plano imprimirlo. La bronca entonces es que siempre me quedo con lecturas muy light, y otras tantas que no requieren de tanta atención, o simplemente salto párrafos y pienso en otra cosa mientras leo.
En resumen, mis hábitos de lectura se han ido al carajo debido a eso.
Recuerdo con nostalgia y tristeza aquellos días de licenciatura, en los que me sentaba en la cama por la noche o de madrugada y podía leer dos horas seguidas sin cansarme ni tener sueño. Ahora tengo que sentarme lo más lejos de la computadora (pero con el iphone al lado) para poder concentrarme aunque sea 20 minutos, antes de que me llegue alguna notificación de facebook. Y si no me llega ninguna, empiezo a cabecear y termino por quedarme dormida, cuando yo jamás de los jamases he acostumbrado tomar siestas.
A veces lo atribuyo al cansancio o al desvelo, porque sí tengo días muy pesados y suelo dormirme bastante tarde, poco y mal. Pero me espanta, me asusta, me da terror darme cuenta de que no he podido pasar una hora leyendo un texto teórico. Ficción sí, con esa no tengo tanto problema. Y digo *tanto* porque lo mismo hay libros que me ha tomado mucho más tiempo leer, del que usualmente me llevaba. La bronca siempre es la misma: me da sueño, me distrae la computadora, o empiezo a leer del mismo modo en que leo en internet.
La cosa es que soy super adicta a la computadora, no les puedo explicar. Aunque no me guste chatear (porque de verdad no me gusta), aunque no agandalle twitter y escriba diez mensajes seguidos, aunque no me la pase posteando aquí en el blog, lo cierto es que todo el tiempo estoy aquí. Y eso está muy mal.
Empecé mi proceso de corrección de vicio (por decirle de algún modo) comprando otro escritorio. Ajá, este está lleno de computadora, multifuncional, teléfono, cosas distractoras y oficinescas. Mi otro escritorio, el que me regaló el Piantao, es antiguo y tiene pocas cosas encima, entre las que destacan un bote con muchas plumas de colores, mi tarjetero con fichas de los libros de la tesis y algunos libros de la tesis. Así que ese es el espacio para trabajar con el papel y con la lectura, digamos. Pero luego empecé a distraerme y acercarme a la computadora cada tanto, a pesar de estarle dando la espalda, sentada frente a otro escritorio.
Entonces empecé a leer en la sala. El problema es que es demasiado cómoda y en cuanto me da sueño, no tengo más que tirarme hacia un lado y me puedo quedar dormida en segundos. Así que empecé a tomar café “obligatoriamente” mientras leo. La bronca sigue siendo la comodidad de la sala y que regularmente me siento en el sofá grande: sí, en ese que es más cómodo y cabe todo mi cuerpo horizontalmente.
He decidido que ahora aplicaré otros cambios: me sentaré en el sofá de dos plazas, que es más pequeño, no subiré los pies a la mesilla (que me colocaba en una posición muy agusto y yo creo que eso en parte es lo que me provoca el sueño), no tendré el teléfono con internet demasiado cerca (sólo lo suficiente como para contestarlo si timbra) y lo más importante: TENDRÉ QUE APAGAR LA COMPUTADORA. Y lo que eso implica, que es pasar menos tiempo sentada frente a ella. Es que todo el día está encendida! de 9 am a 2 am, cuando menos.
Espero que atacando el problema de la adicción y dedicando más tiempo a la lectura en papel (sin pararme con cualquier excusa y sin quedarme dormida si no logro encontrar una excusa para pararme) se corrija mi problema de la falta de concentración y capacidad lectora. Antes, mi promedio de lectura eran 80-100 páginas en una hora. Hoy no puedo leer una hora seguida :(
¿Tienen algunos otros tips que me ayuden? ¿A ustedes les sucede algo así? ¿Es sólo que estoy loca y vieja?

la desviación (y cómo cambió mi vida)

Cerca de donde vivo están construyendo un paso a desnivel (o algo así), y no muy lejos, otro. O sea que hay dos avenidas grandes con bloqueos graves, y todo el tráfico se desvía quién sabe a dónde. Bueno sí se sabe a dónde, sólo hay que tomar las “vías alternas” en hora pico y ay mamita. El asunto es que mucho del tráfico que desvían está pasando por una calle muy cercana a mi depa: de por sí el asunto ya era medio ruidoso, pero era un ruido al que te acostumbrabas luego de unos días. Ahora el asunto es francamente insoportable, el ruidazo es insoportable sobre todo a hora pico. Hay una esquina en la que TODOS los días hay choque, al menos uno diario. De verdad estoy pensando en iniciar otro blog, con cobertura fotográfica de los choques y hasta webcam, con eso que desde mi casa se ve. Obviamente las frenadas y las mentadas de madre están a la orden del día, joer, creo que hasta camiones urbanos pasan por la esquina.
El asunto no es sólo el tráfico y cómo desmadra el trayecto al estudio de danza o a la casa de mis padres (o la carnicería, la frutería, la tortillería, you name it) sino la gente. QUÉ DIABLOS PASA CON LA GENTE. Manejan como si estuvieran encabronados por todo, como si la desviación fuera culpa del coche de adelante, o del que está al lado. Digo, es que una cosa es manejar mal (como normalmente lo hace mucha gente en esta ciudad) y otra cosa es poner todas tus frustraciones y tu odio al volante; juro que antes no era así. Antes de la desviación, al menos. Y es que ¿cómo se les ocurre desviar tráfico en dos avenidas tan grandes, tan cerca, al mismo tiempo? Es como alterar un hormiguero de hormigas rojas, es una broma de mal gusto, es una planeación muy mala por decir lo menos.
Hoy me dieron un susto que ya me quiero borrar de la cabeza. Resulta que por primera vez en la vida hice una seña de “tranquilo” a una camioneta que no observé detenidamente… o sea que no me di cuenta de que era una escalade negra, limpiecita, con vidrios polarizados. Estaba yo metida en el rollo de “mucho tráfico, gente descortés, hora pico, desviación, semáforo lento” etc etc y no me di cuenta de que la camioneta que me estaba tocando el claxon insistentemente decía “QUÍTATE SOY UN NARCO”. Después de que le hice el gesto (algo así como mover la mano de arriba a abajo con la palma hacia abajo, diciendo “tranquilo”) la camioneta me rebasó violentamente, se colocó frente a mi, se frenó (en este momento me di cuenta de mi error) y como el semáforo estaba en rojo, me hice la loca viendo a otro lado laralaralarala… cuando desvié la vista un poco al frente, sólo alcancé a ver cómo el tipo tenía el vidrio abajo y toda su horrible carota se reflejaba en el espejo lateral, me hacía el gesto de silencio con el dedo índice mientras articulaba “cállate el hocico”. No sé si me dijo o mostró algo antes de eso, sólo sé que me espanté porque el hombre ese tenía la cara de los hombres que salen en el periódico identificados como maleantes/narcos/loquesea. O sea, un rostro que no correspondía al precio de la camioneta, al menos no a nivel estético. El semáforo lento lento, yo moría de nervios, el semáforo en verde y lo dejé que se adelantara, lejos, lejos, y yo mientras más atrás mejor. Tomé otra ruta y lo perdí de vista, pero para entonces el asuntito ya me había robado la paz.
Ya no puedes hacer nada, ni un gesto, ni ponerte al tiro, ni tocar el claxon, ni manifestar la frustración: no sabes cuándo puede ser alguien armado, ya no digamos con armas de fuego, algún loco con un bat, qué sé yo. Claro que por el clima de paranoia e inseguridad que se vive en esta ciudad, ya todo coche nuevo, negro, grande y con vidrios polarizados puede ser un potencial narco. Ni siquiera voy a entrar en detalle, la situación es deprimente, frustrante: súmale las desviaciones y agradece que todavía no es verano, ahí sí a ver quién nos rescata.

out of service

Por lo regular, cada año me enfermo siempre de lo mismo. Sufro de gastritis, como casi toda mujer que conozco, y ya es como una condición natural (el omeprazol y yo somos uno mismo, ohoh) y lo otro que siempre se me descompone es la garganta/vías respiratorias de dos maneras: o me da faringitis o gripe. Sin falta ocurre cuando terminan los periodos estresantes o cuando hay cambio brusco de clima.
Como ahora hubo cambio brusco de clima, “me enfrié” porque no me cubrí suficientemente los pies (ajá, como toda una viejita que soy) y al siguiente día sentí la garganta chistosa y al siguiente día (el jueves) madres: griponón marca diablo. Lo peor no era la gripe, sino que ese día tenía clase de turco y luego una exposición en la otra clase, y de verdad que estaba tan empastillada que hasta me movía lento, tenía que releer todo para entenderlo, no no, horrible. Salvé la clase y la presentación quién sabe cómo (creo que medio me aluciné con tanta pastilla) y descansé el resto de la noche. Ayer viernes yo juraba haberme levantado mejor, pero la verdad era sólo una ilusión. Me tomé un medicamento más fuerte porque las gripes suelen ser bastante incómodas (sobre todo para obsesitivas como yo: no quiero hacer ningún ruidito fuera de lugar, ni lucir con una pestaña despeinada) así que me arreglé para tratar de sentirme como me veía pero no funcionó.
En clase de tango fui un poco más torpe que de costumbre pero lo peor venía después… tenía que dar otra clase (qué puntería, dos clases seguidas en periodo de gripe) pero me sentía muy mal… y el resultado, obvio, fue desastrozo. Me avergüenza particularmente porque la maestra no me conoce, y la mayoría de mis compañeros tampoco, excepto 3 que podrán decir que normalmente no doy así de mal las clases. Al frente del salón todo me daba vueltas, no podía hilar un pensamiento después de otro, qué digo, una palabra después de otra. Dije una serie de estupideces sobre un tema que me gusta y divierte mucho, pero lo peor, lo verdaderamente peor, es que siento que hice el ridículo y eso es un pensamiento insoportable. Que la primera impresión que mis compañeros nuevos (que además van semestres adelante de mi) y mi maestra (de la que paranóicamente percibo que no me tiene en buena estima -y conste que esta percepción es completamente irracional-) me hayan visto dar una clase así, en una materia que para colmo de males, no creo que vaya a ser mi nota más alta del semestre es… bueno, no hay ni qué explicar. Fue una de esas veces en que me hubiera gustado presionar “Reset” o desmayarme o algo así.
Ayer en la noche me fui a la cama no sin antes empastillarme de nuevo, pensando que hoy me sentiría mucho mejor, ¡pero no! mi cuerpo realmente se dejó vencer por esta gripe sin escrúpulos y me levanté a mediodía sintiéndome de la mierda. Ahora con la novedad de que tengo tos, claro está, como sucede en esta parte de la enfermedad. Y ni hablar de que mi casa está toda tirada, hay tres días de platos sucios y el caos se ha instalado cómodamente en mi habitación.
Así que en este momento me debato entre limpiar la casa o tirarme a leer algo que NO esté relacionado con la escuela.

beam me up, scotty

Antes de que lean todo y después digan tristemente “buuu eso no tiene nada que ver con Star Trek” os lo advierto: esto no tiene nada que ver con Star Trek más que tangencialmente. Ya luego verán por qué.
Dicho lo anterior procedo a la queja cotidiana que inicia con forma de pregunta: ¿alguna vez se han preguntando cuánto tiempo gastan durante su día en trasladarse de un lugar a otro? ¿cuánto esperando el camión o cuánto buscando estacionamiento? Yo no quiero ni hacer cuentas, porque si las hago me traumo.
Realmente son pocos los lugares en los que tenía que estar ayer, tres a lo más. Y todos están bastante cerca. De mi casa a la escuela hago 15 minutos a lo más, pero con eso de que cambiaron la maldita circulación de las calles aledañas a la escuela, todo es un maldito caos. No entiendo la lógica, a menos que la lógica sea causar crisis nerviosas a estudiantes obsesivitos como yo. Y eso sin contar el tiempo que tardo en encontrar estacionamiento, porque no sé si lo sabían, pero los estudiantes tenemos que pagar si queremos estacionarnos dentro de los terrenos de la escuela. Ajá, es lo que digo. Pero bueno, cuando voy a clase regularmente salgo de casa una hora antes: los diez-quince habituales más otros quince (que pueden ser más, pueden ser menos) en encontrar dónde dejar el coche que no sea demasiado lejos aunque a veces resulta ser milagrosamente cerca (por ejemplo, frente a la puerta que está a un lado del edificio donde tengo clase, o algo así). El punto es que regularmente pongo pie en la escuela unos 20 minutos antes de la clase: muy pocos para hacer una lectura decente pero muchos para esperar simplemente afuera del salón sin hacer nada. Resumen: ahí va una hora perdida en nada.
Cuando salgo me toma otro tanto en caminar hacia el coche, salir del tráfico, entrar al tráfico, salir del tráfico, llegar a casa. Normalmente una media hora, a veces más. O sea que de fijo, cada que voy a la escuela pierdo una hora y media en traslados. ¡Una hora y media para menos de 20 km recorridos! y eso que voy en coche, no quiero pensar cuánto sería en camión.
En fin, esto por cada lugar al que asisto. Con todas las desviaciones que han montado cerca de mi casa, llegar al estudio donde doy clases de bellydance me toma 200% más tiempo que cuando no había desviaciones. Vamos, no me molesta en el sentido de “estoy perdiendo mi valiosísimo tiempo”, más bien creo que podría ser tiempo mejor utilizado. Por eso a veces prefiero no salir de casa, o permanecer lo más posible en otro lugar y no estar cambiando de sitio a cada rato.
Supongo que mi caso no se compara con el de otras ciudades mucho más pobladas… es que acá en Ranchorrey cada vez hay más y más coches, lo que es inversamente proporcional al talento de los conductores. Por eso creo que si tuviésemos un buen servicio de metro, nada de esto estaría pasando. Pero no lo tenemos ni lo tendremos y tal, así que no queda más que apechugar -al menos hasta que podamos teletransportarnos. Sí, a la Star Trek.

pido esquina!

Mis queridos tres lectores:
Estos días han sido intensos. Muy intensos, por no decir “estúpidamente ajetreados”. Desde la semana antepasada que no he parado: primero me fui al defectuoso a un curso con Jill Parker (el cual valió absolutamente la pena) pero me la aventé en camión (nota mental: NUNCA MÁS). Queremos que Aviacsa reviva, inches aerolíneas aumentaron sus precios un montón. Pero en fin, aplasté las nalgas como 13 horas para luego bailar dos días non stop, y después aplastar las nalgas otras 13 ó 14 horas (qué locura salir del defe) y llegué el lunes antepasado en la mañanita cuando sale el sol y me puse a trabajar ENCHINGA en la tarea que por supuesto no había hecho.
Tuve una semana (la pasada) ajetreadísima y el fin de semana me la pasé con cosas del depa, el sábado fui al gabacho a comprar chácharas para el depa -y que se poncha una llanta, etc. Algo chido es que ya manejé en carretera por primera vez :) de Mty a Reynosa, y estuvo paique. En fin.
Esta semana ha estado también medio de locos, el lunes recibí el refri (ya tengo reeefriiiii) y hoy martes recibí el comedor (que por ahora sólo tiene dos sillas, pero eventualmente tendrá más).

El punto es que todo el asunto de la mudanza ha estado cansadísimo… soy obsesiva y me fijo en los detalles, por lo que resulta doblemente torturante cada que entro al depa y sigo viendo todo de cabeza… siento que no avanzo, que los libros siguen regados, que mis papeles todavía no encuentran su sitio, que los PINCHES GATOS (sí, leyeron bien: pin-ches-ga-tos) son un desmadre y tiran todo… es como si de pronto me hubieran dado dos hijos malcriados que se la pasan rodando y haciendo ruidos de como si los estuvieran llevando al matadero. Y es que me canso… me canso mucho, los días pasan, las SEMANAS pasan y todavía no hay espacio para mí entre el caos. No pensé que tuviera tantas mugres, y eso que todavía no me llevo todo… es la primera vez que me mudo sola, y apenas me voy dando cuenta de que 28 años ni se cargan ni se acomodan con facilidad.
Me estoy volviendo loca, todo me da ganas de llorar y casi no me da hambre.
Quiero dar “fast forward” hasta el punto en que me veo sentada en la sala (que no tengo) viendo la tele (que no tengo) una película en un dvd player (que no tengo) y mis gatos duermen tranquilitos como angelitos en el mueble que les compré y me costó medio ovario.

En una nota un poco más amena, les comparto que mis sartenes son magenta, mis tazones para el cereral son morados y ya hay Dr. Pepper en el refri. Ah, y mi amigo Can me envió lokum de la mejor tienda de lokum en Estambul y otras cosillas turcas que me hicieron tan, tan, pero tan feliz…