No lo puedo evitar, me encanta el drama. Si no hay suficientes tragedias en mi vida, siempre encuentro la manera de generármelas yo, así sean pequeñas angustias o grandes y lacrimógenas peleas. No puedo ser feliz de manera natural, ese “y vivieron felices para siempre” no me atrae, aunque sí me atrae. Me explico: me gusta generar conflictos artificiales, controlables, como una pequeña fogata en vez de un gran fuego que consuma todo un bosque.
Para mí es tan fácil ver lo negativo de las cosas, cuando quiero. Cuando me da la gana, el más hermoso paisaje puede convertirse en una escena de muerte y devastación. No entiendo por qué soy así. Está bien que no me guste aburrirme, que de cuando en cuando necesite algún cambio, que deteste la monotonía. Pero me gustaría poder disfrutar de lo bueno, todo el tiempo que dure, sin necesidad de aburrirme de la felicidad. Cómo será eso posible, no lo sé.