love tragedy

No lo puedo evitar, me encanta el drama. Si no hay suficientes tragedias en mi vida, siempre encuentro la manera de generármelas yo, así sean pequeñas angustias o grandes y lacrimógenas peleas. No puedo ser feliz de manera natural, ese “y vivieron felices para siempre” no me atrae, aunque sí me atrae. Me explico: me gusta generar conflictos artificiales, controlables, como una pequeña fogata en vez de un gran fuego que consuma todo un bosque.

Para mí es tan fácil ver lo negativo de las cosas, cuando quiero. Cuando me da la gana, el más hermoso paisaje puede convertirse en una escena de muerte y devastación. No entiendo por qué soy así. Está bien que no me guste aburrirme, que de cuando en cuando necesite algún cambio, que deteste la monotonía. Pero me gustaría poder disfrutar de lo bueno, todo el tiempo que dure, sin necesidad de aburrirme de la felicidad. Cómo será eso posible, no lo sé.

How can I hope to live what I cannot dream?

Fue un fin de semana ajetreado pero muy divertido. Ya he hablado muchas veces de lo mucho que me gusta The Crüxshadows, una banda de música electrónica (futurepop, para ser más precisos), porque su música dista mucho de ser simple. Me parece muy interesante todas las fuentes inspiracionales que utilizan para crear sus letras, sus discos conceptuales (por la temática) y la conexión que hay entre uno y otro. Además, por supuesto, de la calidad humana de sus integrantes, con los que afortunadamente he tenido oportunidad de convivir. La última vez que los vi fue en 2004, cuando los trajimos a tocar a Monterrey (y que se descompuso su camioneta, etcétera). Ahora los vimos en San Antonio (por segunda vez ahí) y bueno, el que nos reconocieran y nos dieran ese recibimiento que nos dieron, sólo me hace adorarlos más. Ojalá los pueda traer este año de nuevo a Monterrey. Ahora están presentando su nuevo disco, Dreamcypher, mismo que estoy escuchando y todavía no termino de digerir (por aquello de que es muy nuevo).
Estoy contenta porque tengo a mi lado una latita de doubleshot (que descubrí gracias a Lilith), una gran cantidad de kisses rellenos de crema de cereza (oh-por-dios) y esos son los pequeños placeres que hacen el día más amable, sobre todo si estás en el trabajo. El frío allá afuera está de no mames, riquísimo, me recuerda el viaje que hice a Europa hace ya casi un año. Pasa el tiempo rapidísimo.

wake up, little susie, wake up

Siempre pongo dos alarmas, una con diez minutos de diferencia de la otra. Esos diez minutos sirven para maldecir, decir chingadamadre ya me tengo que levantar, pensar en todos los pendientes del día, agobiarme, pensar en mejor no me baño, bueno sí, bueno no, bueno para qué te haces, ya sabes que no puedes salir de casa sin ducha y sin maquillaje. Y cuando cierro los ojos y pienso en lo delicioso que sería dormir de nuevo, suena la segunda alarma y entonces sí, al mal paso darle prisa.

Pero hoy me quedé dormida. Desperté veinte minutos antes de la hora en la que ya debería estar en el coche, y eso sólo hizo que mi mañana fuese peor: olvídate de la ducha, de ponerte ropa linda, de arreglarte como habías pensado. Y para colmo de males, tenía junta con la jefa de mi jefa para presentar un proyecto, y para esas hay que ir peinada con limón. No pues… chale. Salí con los párpados hinchados, los anteojos en vez de los lentes de contacto, bueno, para qué entro en detalle, soy todo un caos. Lo bueno, es que cancelaron la junta de la tarde, así que podré dejarme de estresar por eso.

Por ahí leí una frase que dice algo como “no hay nada peor que un día que empieza con tener que levantarse” (y casualmente escucho en este instante “Hoy no me puedo levantar”, viva el randomness). El que haga frío sólo empeora las cosas… en fin. Tendré que pensar una manera creativa y poco tortuosa para elegir sí levantarme por las mañanas, voluntariamente y sin que nada ni nadie me obligue.

no hay rosa sin espinas

El viernes pasado me reuní con mis amigas de preparatoria, a las que tenía al menos siete años de no ver. No sabía que esperar, pero todo salió muy bien, nos actualizamos en el chisme, me invitaron a una despedida de soltera (otra de mis amigas cercanas se casa) y me di cuenta de los rasgos que verdaderamente nos definen, porque siguen ahí. Me dio mucho gusto verlas, saber que están creciendo en sus sueños, que tienen planes. Además de darme gusto por saber eso de ellas, me generó mucha angustia volver a pensar que sigo sin tener planes. No me quiero ir del país porque me da un miedo irracional (supongo, quiero pensar, que es por un trauma generado en el pasado y no  por simple y llana cobardía), no he encontrado ninguna maestría que verdaderamente me enamore, no se me ocurre algo en particular qué hacer. Me encanta mi trabajo, no gano mucho pero es suficiente, sin embargo quiero aspirar a otras cosas. No sé. Dudo que sin maestría pueda conseguir un ingreso mayor (o al menos de eso me convencieron en el Tec). El dinero quizá no sea todo, pero ah, qué importante es. Si algún día quiero vivir por mi cuenta, casarme, debo trabajar por conseguir un lugar decente, un coche, una boda decente; es imposible conseguirme un marido rico. Y si bien el dinero no hace la felicidad, sabemos que la compra hecha. Ja.
Ya en serio, quiero contar con que tendré ciertas cosas, ciertos pequeños lujos que nos damos una que dos veces en esta vida, que sólo es una. Pero como dicen por ahí, a mi me recortaron para rica pero me cosieron para pobre. Aww.

días pasados

Estoy releyendo mi antiguo blog, ahora vedado para los ojos internetarios. Empecé por el mes de enero, y además de descubrir que cumplí con 5 de mis 7 propósitos para el 2006 (¡récord!), me topé esta simpática historia que ya no recordaba y la conté un 28 de enero de 2006.

El otro día fui a Galerías a entregar un trabajo que recién terminaba, un pequeño librito que corregí. Lo puse en manos de la mamá de la dueña, y me pagó con un billete de 500 doblado; yo le di un doblez más y lo metí en el fondo de mi bolsillo. Luego de despedirnos, ella fue al cajero para pagar el estacionamiento (¡putos! valle oriente nomás vino a poner el mal ejemplo) y yo entré al sanborns, di una vuelta, vi unas novelas que me parecieron interesantísimas y carísimas, y salí. No traía dinero para el cajero.
Caminé al coche en ese laberíntico estacionamiento, encontré afortunadamente 10 pesos, salí del coche y fui al cajero a pagar mis 15 minutos de estancia. Cuando iba caminando de regreso al coche, un angelote de la guarda comisionado especialmente para cuidar a personas taradas, me hizo que mirara al piso y oh, qué sorpresa: un billete de 500 doblado exactamente igual al mío. Mmh. Es el mío.

A veces me leo, y no me reconozco. No hablo de la historia, sino de mi manera de contar las cosas. Es raro.

ticketmaster me deprime

Bunbury y Vegas, Corvus Corax, Ojos de Brujo, Yann Tiersen, The Idan Rachel Project, TODOS en menos de tres meses y TODOS en el DF. LOS ODIO.