Acerca del vivir

Acerca del vivir – Nâzım Hikmet

I
El vivir no admite bromas.
Has de vivir con toda seriedad,
como una ardilla, por ejemplo;
es decir, sin esperar nada fuera y más allá del vivir;
es decir, toda tu tarea se resume en una palabra:
Vivir.
Has de tomar en serio el vivir.
Es decir, hasta tal punto y de tal manera
que aun teniendo los brazos atados a la espalda,
y la espalda pegada al paredón,
o bien llevando grandes gafas
y luciendo bata blanca en un laboratorio,
has de saber morir por los hombres.
Y además por hombres que quizás nunca viste,
y además sin que nadie te obligue a hacerlo,
y además sabiendo que la cosa más real y bella es
Vivir.
Es decir:
has de tomar tan en serio el vivir
que a los setenta años, por ejemplo,
si fuera necesario plantarías olivos
sin pensar que algún día serían para tus hijos;
debes hacerlo, amigo, debes hacerlo,
no porque, aunque la temas, no creas en la muerte,
sino porque vivir es tu tarea.

II
Sucede, por ejemplo,
que estamos muy enfermos;
que hemos de soportar una difícil operación;
que cabe la posibilidad
de que no volvamos a levantarnos de la blanca mesa.
Aunque sea imposible no sentir
la tristeza de partir antes de tiempo,
seguiremos riendo con el último chiste,
mirando por la ventana para ver
si el tiempo sigue lluvioso,
esperando con impaciencia
las últimas noticias de prensa.
Sucede, por ejemplo, que estamos en el frente,
por algo, por ejemplo, que vale la pena que se luche.
Nada más comenzar el ataque, al primer movimiento,
puede caerse cara a tierra, y morir.
Todo esto hemos de aceptarlo con singular valor,
y a pesar de todo, preocuparnos apasionadamente
por esa guerra que puede durar años y años.
Sucede
que estamos en la cárcel.
Sucede
que nos acercamos
a los cincuenta años,
y que falten dieciocho más
para ver abrirse las puertas de hierro.
Sin embargo, hemos de seguir viviendo con los de fuera,
con los hombres, los animales, los conflictos y los vientos,
es decir, con todo el mundo exterior que se halla
tras el muro de nuestros sufrimientos;
es decir: estemos donde estemos
hemos de vivir
como si nunca hubiésemos de morir.

III
Se enfriará este mundo,
una estrella entre las estrellas;
por otra parte una de las más pequeñas del universo,
es decir, una gota brillante en el terciopelo azul,
es decir, este inmenso mundo nuestro.
Se enfriará este mundo un día,
algún día se deslizará
en la ciega tiniebla del infinito
-no como una bola de nieve,
no como una nube muerta-,
como una nuez vacía.
Desde ahora mismo se ha de sufrir por todo esto,
ha de sentirse su tristeza desde ahora,
tanto ha de amarse el mundo en todo instante,
se le ha de amar tan conscientemente que se pueda decir: “He vivido”.


*Gracias a Gamze por darme a conocer este escritor. Te prometo que algún día lo leeré en turco.

Que el amor no admite cuerdas reflexiones

Uno de mis poemas favoritos, de Ruben Darío.

(A la manera de Santa Fe)

Señora, Amor es violento,
y cuando nos transfigura
nos enciende el pensamiento
la locura.

No pidas paz a mis brazos
que a los tuyos tienen presos:
son de guerra mis abrazos
y son de incendio mis besos;
y sería vano intento
el tornar mi mente obscura
si me enciende el pensamiento
la locura.

Clara está la mente mía
de llamas de amor, señora,
como la tienda del día
o el palacio de la aurora.

Y al perfume de tu ungüento
te persigue mi ventura,
y me enciende el pensamiento
la locura.

Mi gozo tu paladar
rico panal conceptúa,
como en el santo Cantar:
Mel et lac sub lingua tua.
La delicia de tu aliento
en tan divino vaso apura,
y me enciende el pensamiento
la locura.

el museo de la inocencia

Todavía no sé qué pensar. O sea sí, me gustó, pero creo que hay partes muuuy prescindibles. Esta es la historia de Kemal, narrada por él mismo, en el que cuenta su amor-obsesión por Füsun, una pariente muy lejana que se encuentra por casualidad trabajando en una tienda, luego de muchos años de no saber de ella. Kemal está por casarse con Sibel, la mujer perfecta y adorable que todo mundo quiere. Kemal sabe que Füsun está por presentar el examen para ingresar a la universidad, así que se ofrece a ayudarla a estudiar en un departamento desocupado que pertenece a la mamá de Kemal, a lo que Füsun accede. El libro empieza cuando Kemal y Füsun acaban de tener relaciones y ella pierde un arete. Y así viven durante varias semanas, Kemal a punto de tener su fiesta de compromiso con Sibel, a quien ama, pero perdidamente obsesionado con Füsun.
Por ahí hay muchas páginas en internet que cuentan la historia de la novela, de hecho hay una reseña (muy mala, por cierto) de un periódico en donde te cuentan TODO, hasta el final. A mi no me gusta echar a perder estas historias, así que trataré de que mi comentario sea lo más críptico posible para que si la quieren leer, lo hagan sin saber qué sucede.
El principio de la novela, digamos la primera mitad, es intensa. Kemal pertenece a una familia de la alta sociedad istanbulí de los años 70. Füsun, obviamente, tiene un origen humilde. La virginidad es el valor más grande con el que puede contar la mujer en esta sociedad musulmana, y ambas la cedieron a Kemal: una, con la promesa del matrimonio y por influencia del pensamiento occidental (Sibel había estudiado en París); la otra, por amor. Y uno no sabe qué sucedera con este triángulo amoroso, así que la lectura se va rápido por el tono casi de chisme con que se cuentan las hechos.
Luego hay un llano. Tortuoso, lento y hasta cierto punto, aburrido. Me parece que el autor marca y remarca algo que nos queda claro con que lo diga dos, tres veces. Un exceso de detalle que le quita fluidez a la narración, y un detenimiento en acontecimientos que me parecen irrelevantes. Muchas descripciones, reiteraciones. Para otro lector quizá sea un paisaje bordado de la primorosa poesía del amor, pero para mí fue un “bueno ya, ¿qué más?”. Aunque claro, es la excusa perfecta para contar todo en torno al Estambul de esa época.
El final de la historia es… explosivo. Hasta cierto punto inesperado y a mi parecer, bastante malo. Peeero, luego se recupera en el capítulo titulado “El museo de la inocencia”, donde TODO tiene sentido y la novela se resignifica, para luego regarla por entrar en el juego narrador/autor/fautor, etcétera.
El Museo de la inocencia es un lugar donde se exhiben todos los objetos relacionados con el ser amado. Desde las colillas de cigarros que se fumó, pasando por sus peines y broches, hasta el salero que usó en la cena el jueves pasado. Es un homenaje a una obsesión, un altar al amor al que todo mundo tendrá acceso, como esos pequeños museos europeos que quizá no muchos visitan, pero llenos de pequeños tesoros.
La idea es tan encantadora, que según el autor, este museo abrirá sus puertas dentro de dos años aproximadamente, en el mismo barrio donde fue filmada la película de Akın The edge of heaven.

La novela en general es buena (en goodreads le puse 4 de 5 estrellas) pero me pasó que hubo ratos en que me desesperó mucho, quizá mi personalidad no es la adecuada para este tipo de lecturas. Pero me parece raro, porque no me ha sucedido con otras novelas de Pamuk, así que no sé si soy yo o si realmente hay cosas que le sobran. Léanla y me dicen.

Después del salto, hay una pequeña nota que apareció en El Clarín sobre los viajes y búsquedas que le permitieron a Pamuk concebir este museo.
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No me gusta la poesía pero…

Bueno sí me gusta. A veces.

Fire and Ice – Robert Frost

Some say the world will end in fire,
Some say in ice.
From what I’ve tasted of desire
I hold with those who favor fire.
But if I had to perish twice,
I think I know enough of hate
To say that for destruction ice
Is also great
And would suffice.

A propósito del trabajo que estoy haciendo…

Nietzsche es un brownie de chocolate

Eso lo dijo uno de mis maestros. Yo moría de la risa. Claro, descontextualizado suena escandalizante, pero les juro que venía completamente al caso. Me gusta mucho su clase porque él se habla de tú con la filosofía, y la neta, me facilita la vida y entiendo mejor muchas cosas que antes simplemente no me interesaban.
El asunto es que hasta ahora voy bien con mis clases, es un poco chistoso volver al tema de la escuela, llegar a tiempo a clase, sacar tus libretas de notas (ya habíamos aclarado el punto de que soy bien ñoña y tomo apuntes), hacer tarea, leer por obligación -sin que esto sea para nada malo. Me siento como novata, tenía cuatro años de no pisar mi universidad. Entonces ahora hasta le dudo un segundito cuando busco tal o cual aula, o determinado servicio que no recuerdo dónde brindan.
Lo más interesante -o traumático, o chistoso, según como se vea- es que me encuentro a mis alumnos de la prepa, ya unos cuantos metros y kilos después. Pensar que yo los conocí cuando tenían 16 y ahora tienen, no sé, alrededor de 20. Que a esas edades los cambios son, bueno, muy notorios. Hoy en particular me encontré a uno de ellos que recuerdo particularmente (como otros que recuerdo particularmente por diversas razones, unas más platicables que otras) porque escribía muy bien. Tomaba el taller de creación literaria que yo di por varios semestres, y de hecho ganó un concurso mientras era mi alumno (no por mí, el talento no se aprende y de dónde me iba a aprender a mí el talento para escribir si… ejem, bueno). El punto es que ahora está estudiando letras y lleva clases con algunos maestros con los que yo tomé clases hace… en fin, mucho tiempo. Yo no sabía si felicitarlo o darle el pésame; al final elegí felicitarlo. Digo, si en parte fue mi culpa debería sentirme orgullosa. Y si no, pos también, total, que al rato seremos colegas.
Y así, he encontrado al menos unos 5 ó 6 alumnos, que es bastante dado el tamaño del campus. Algunos me dicen todavía “miss” y otros ya me dicen por mi nombre y me hablan de tú (mis alumnos jamás me hablaron de tú cuando fui su maestra). El otro día una de mis ex-alumnas, una de las que todavía me dice “miss”, me abrazó y saludó con harto gusto. Cuando me alejé, escuché que les dijo a sus compañeros “ella es la mejor miss del mundo”. Sin entrar en detalles de forma, ¿no se sentirían estúpidamente orgullosos de escuchar algo así? Joder, yo sí. Ese tipo de cosas me hacen pensar que quizá algunas de mis acciones no estuvieron tan mal, que quizá algunas rutas que elegí sobre otras fueron las acertadas, que tantos errores se compensan con un acierto. Y cada vez siento con más fuerza que regresar a estudiar es, en definitiva, un acierto.

Se busca hombre

El Colectivo Nuray se encuentra actualmente en búsqueda de:

– Hombre (actor/poeta/lector/aficionado a la poesía, o todas juntas)
– Buena voz y dicción
– Gusto por la literatura
– No es necesario que tenga experiencia actoral, pero sí es favorable
– Responsable

Para trabajar en proyectos multidisciplinarios de promoción a la lectura, entre ellos, el performance Siete Días, que se ha presentado ya en 2005 y 2008.

Los interesados pueden presentarse el día jueves 20 de agosto a las 19:00 hrs en el Auditorio de la Facultad de Filosofía y letras de la UANL. Favor de traer su poema favorito.

Para mayores informes, pueden comunicarse al email: susana.re@gmail.com, al teléfono (044) 811-255-2820 o visitar la página http://sietedias.estigia.net/

colectivo_nuray