La luna roja

Hace algunos días terminé de leer “La luna roja”, del escritor español Luis Leante. luna Por principio de cuentas debo decir que es un libro que no te deja en paz hasta que lo terminas; podríamos decir que es una novela de… no sé, ¿suspenso? pues hay una historia que se va develando poco a poco, con sus complicaciones y nudos, para al final mostrarse clarísima para el lector. La novela va más o menos así (copio y pego la cuarta):

Una novela sobre secretos y pasiones, sobre el amor por los libros, por las historias y por contarlas. Las vidas paralelas de un escritor, Emin Kemal, y su traductor, frustrado por su falta de talento literario. Y en el centro, una mujer ambiciosa a cuyo alrededor giran los dos hombres incapaces de escapar del círculo.

Un autor turco en el declive de su carrera muere en extrañas circunstancias. Su traductor al castellano se verá envuelto en la muerte del escritor y en una trama que lo obligará a destapar su propio pasado y el de Emin Kemal en Estambul. En la atmósfera de confusión flota la presencia oscura de Derya, esposa y amante.

Un conmovedor viaje por el tiempo, por paisajes y personajes que nos resultan cercanos y exóticos a la vez gracias a la habilidad narrativa de Luis Leante, Premio Alfaguara de Novela. La Luna Roja es un minucioso juego de espejos, un inquietante relato sobre la identidad y la literatura como parte de la vida.

La historia es muy interesante, sobre todo al principio. Ya a mediación, casi llegando al final, los personajes me empezaron a caer gordos, principalmente el de Aurelia con todo ese misterio inecesario. Creo que pudo haber sido una muy buena novela, pero a ratos el velo -“lo oculto”, digamos- me resulta tan forzado, como un recurso para obligarte a seguir leyendo. Me pasaba que leía más bien por fastidio, como un “ya, anda, dime qué es”, en lugar de “oooh ¿qué irá a pasar?”, no sé si me explico. A ratos sentía que había demasiada historia (e histeria), es decir, de pronto (y no sé si es porque regularmente la leía de madrugada) sentía la cabeza confundida, como con demasiada información que a final de cuentas no me llevaba a algo.
Sin embargo, disfruté el libro y cumplió esa difícil misión de mantenerme pegada y desvelada, aunque no sé si fue con los recursos adecuados. Sí lo recomiendo… pero no les aseguro que les cambiará la vida ni nada parecido. Si quieren algo entretenido, definitivamente esta es la opción.

la razón de mis desvelos

Toda esta semana no he dormido bien. La razón de mis desvelos es en realidad bastante sencilla: resulta que me puse a leer After dark, una novelita de Haruki Murakami de la que no tenía noticia hasta que me la topé en la librería. murakamiEs más, ni sabía que en 2004 la tradujeron al español y por eso la compré en inglés (siempre he tenido el dilema: de un idioma que no es el inglés, ¿qué será mejor? ¿leer la traducción en inglés o en español? considerando que no puedo leer suficientemente bien en otros idiomas). En fin, esta novelita se desarrolla durante una noche, empieza a las 12 y termina a las 7 de la mañana. Es de esas novelas que tratan de todo y de nada, pero que por alguna razón no puedes dejar de leer. Es el efecto de la literatura japonesa (me atrevo a afirmar) al menos de la que conozco, es una cosa así muy de observador omnisciente, de sensaciones más que de trama, como un “happening”.
La cosa va más o menos así: La historia se desarrolla en Tokyo; Mari, una chica de 19 años, está en un Denny’s a media noche. No quiere llegar a su casa, por lo que esperará a que salga el tren al siguiente día en la mañana, y piensa pasar toda la noche despierta. Estando ahí se encuentra a un conocido, un joven músico (Takahashi) que ensaya con su banda toda la madrugada, y también tomará el tren de la mañana. De ahí empieza una pequeña historia de personajes nocturnos con situaciones nocturnas: un love hotel (o motel, que es casi lo mismo), un bar, un parque, un 7-eleven… la cotidianeidad nocturna que más allá de romántica resulta bastante extraña. No es la típica historia de la maravilla de quedarse despierto y ver el mundo que poca gente ve, más bien es algo que ocurre casi por necesidad. Mari tiene una historia que la persigue, y es la de su hermana Eri, mayor y mucho más bella que Mari, que se ha quedado atrapada en un profundísimo sueño. Algo interesante es que los capítulos llevan perfectamente el conteo del tiempo, los nombres de cada capítulo corresponden a una hora particular de la noche.
Entenderán por qué esta novela sólo puede leerse de noche, cuando ya el mundo ha guardado casi silencio y sientes los ojos irritados de madrugada. Para mí no había otra forma de ser empática con los personajes. Pero ya al fin terminé y sí, la novela me gustó mucho y quizá no se convierta en una de mis favoritas pero puedo decir a su favor que me mantuvo en vela durante algunos días, sin posibilidad de dejar de leerla.

Tú por tu sueño, y por el mar las naves

Anoche no pude dormir. Lo cual es raro, porque normalmente me acuesto y a los 3 segundos ya estoy dormida. Pero para mí, como para todo ser humano, supongo, es terrible no dormir. Yo creo que tiene que ver con que en mis años de estudiante casi no dormía: empezaba a leer o a hacer los ensayos por la noche, me despertaba temprano por la mañana y como si nada. Incluso recuerdo gloriosos días en los que pasaba toda la noche en vela haciendo algún trabajo final, y en la mañana iba a la escuela a entregarlo… no diré “como si nada” porque no es cierto, pero al menos podía mantenerme en pie, hablar coherentemente e incluso ingerir alimento. Digo esto último, porque ahora dormir mal implica despertar con el estómago revuelto y enfadado. No podré desayunar hasta dentro de unas horas.
Con el paso del tiempo -creo que cuando empecé a trabajar- me empecé a aferrar al sueño. Compré completita la idea de que debes dormir al menos ocho horas, de que si duermes temprano descansas mejor. Y cómo no creerlo, si a veces me tocaba dar clase de 7.30 am, y ya estaba del lado del maestro: tenía que brincar en una pata y hacer piruetas arriba del escritorio si quería mantener despiertos a mis alumnos. No podía simplemente, como cuando era estudiante, recostarme en el banco y fingir que ponía atención.
Total que tuve insomnio. Mucho insomnio. Recordé la observación de N sobre la inutilidad de luchar contra el insomnio, así que me puse a leer, y pude leer sin problema cuatro capítulos del libro, cuando normalmente leo uno y ya estoy bostezando (no que Pamuk sea aburrido, pero ese tonito de “cuando yo estaba chiquito me gustaba dibujar” sí suena a cuento de abuelito antes de dormir). El resto de la noche la pasé durmiendo a ratos. Lo peor es cuando despiertas y sabes que es muy tarde, o muy temprano según se vea, y quieres volver a dormir pero tu cerebro dice get this party started y entonces vienen así como avalancha el recordatorio de los pendientes, la reflexión sobre tal o cual tema irrelevante, el recuerdo de algún hecho vergonzoso, algún cumpleaños olvidado, en fin, bagatelas que van activando la conciencia por las razones más inútiles y que -otra vez- te espantan el sueño. Lucho contra eso, me concentro en algún paisaje pacífico, hasta le pongo música clásica que tengo guardada en el cerebro en algún disco de vinil viejito, y más o menos puedo volver a dormir. Hasta que otra vez…

Pero bueno. Puedo seguir quejándome por muchos renglones más, pero el asunto es que es un día ajetreado y tendré que aceptar mi ojerosa realidad por mucho que me pese. Además es una excusa perfecta para recordar ese soneto de Gerardo Diego, que alguna vez alguna persona inesperada me leyó por teléfono, pero eso es el detalle más irrelevante del asunto. No soy muy conocedora de la poesía, pero este es uno de mis favoritos.

Insomnio

Tú y tu desnudo sueño. No lo sabes.
Duermes. No. No lo sabes. Yo en desvelo,
y tú, inocente, duermes bajo el cielo.
Tú por tu sueño, y por el mar las naves.

En cárceles de espacio, aéreas llaves
te me encierran, recluyen, roban. Hielo,
cristal de aire en mil hojas. No. No hay vuelo
que alce hasta ti las alas de mis aves.

Saber que duermes tú, cierta, segura
-cauce fiel de abandono, línea pura-,
tan cerca de mis brazos maniatados.

Qué pavorosa esclavitud de isleño,
yo, insomne, loco, en los acantilados,
las naves por el mar, tú por tu sueño.

recopilando blogs de escritores

Solicito la ayuda de todo aquel que lea este blog (jaja sonó bien mamilas).
Pues resulta que por azares de la vida, estoy haciendo un directorio de blogs de escritores. Ya tengo algunos pero quizá ustedes sepan de otros que yo no tenga, el requisito es que estén publicados, y mientras más “famosillos” mejor -no tiene que ser un José Saramago, pero tampoco Juan de las Piñatas que publica poesía adolescente en su fotolog, sip?
Por favor, dejen las ligas en los comments. Muchas gracias de antemano ;)