El árbol navideño

No había puesto fotos, no sé por qué, le tomé algunas al pino pero no me gustaron. Luego me encontré esta que tomo Lix (o Raúl, no sé) y como siempre me la robo de su blog. Pero es que es la foto más linda que hay de nuestro árbol navideño, el primero que pusimos juntos el Piantao y yo. Quisiera subir la foto donde sale colocando la estrella pero temo por su reputación profesional, jaja. En la foto se ve la parte posterior de la sala (“parte posterior” como si la sala midiera kilómetros) y debajo del árbol, los regalos navideños visigodos.
Así que helo aquí: el árbol navideño cuya decoración sólo vivirá hasta el próximo domingo.
Hasta el próximo año, arbolito. Bien por ti que sobreviviste a los gaturros.

In my life

Suelo ser una persona muy nostálgica. Me encanta recordar cosas, leer cartas/mails/dedicatorias viejas. Repasar historias, contar anécdotas del pasado una y otra vez. Tal vez sea la edad -digo, honestamente no creo, tampoco es como que le estoy contando mis chocoaventuras a los nietos. También puede ser la felicidad: esa me hace recordar lo mejor de lo que he vivido, la gente que he querido y sigo queriendo, la que ya no está. Todo lo cual no me impide vivir en el presente que, debo admitir a riesgo de -supersticiosamente- jinxearlo, es hermoso.
Me gusta que la gente sea feliz. Hay gente de la cual me interesa particularmente su felicidad, por supuesto, amigos, familia, etcétera. Y me siento muy triste en este momento porque hay una persona en mi vida a la que he conocido desde hace muchos, muchos años, a la que quiero más por nostalgia que por otra cosa, que ha hecho algo que me parece reprobable. Tampoco soy quién para decírselo, pero no tengo el corazón para festejárselo. Así que heme aquí, un poco confundida sobre cómo me debo sentir o cómo me siento, triste porque alguna vez tuvimos una hermosa amistad y hoy no puedo sino desconocer y reprobar muchas de sus acciones. Me da mucha nostalgia, porque quisiera que esta persona fuera como antes -antes de que cambiara, o antes de que yo la conociera del todo. Pero desgraciadamente las cosas son como son, no se puede cambiar lo que hemos hecho y supongo que es normal que gente a la que quieres o quisiste te decepcione. Supongo que a veces lo más sano es alejarte de lo que repruebas o, de lo contrario, arriesgar tu propia paz mental.

Las plantitas

El otro día el señor de las plantas me trajo unas tan lindas, que no pude decirle que no. Tampoco es que tenemos tantas plantas, apenas estamos comprando una que otra, porque no tenemos experiencia cuidándolas y me da miedo que se me mueran. Todavía recuerdo mi primera planta: se llamaba Penélope, era púrpura. Me la regaló mi mamá porque cumplí años. La puse en la ventana de mi entonces hermosa oficina, una casa antigua en el Obispado. Pues nada, la pobre no se tiró porque no pudo pero como quiera se secó. Nunca supe por qué. Desde entonces me da un poco de miedo tener plantas, por eso tengo gatos, porque esos sí los sé cuidar jaja.



Total que estas muchachitas llegaron. El Piantao y yo estábamos obsesionados con una maceta que vimos, así que plantita sin maceta + maceta chida = vamos ahora mismo a comprarla. Y este es el resultado.
Bueno la foto no es la mejor, pero es que el sol estaba pegando muy duro y recortó muy feo la imagen. Pero es una maceta de espejitos, que cuando le da la luz se ve divina. También en nuestra expedición a Los Cavazos, donde compramos la maceta, encontramos un lugar que vende mugrero antigüedades dignas de Los cazadores de tesoros, programa que al viejito Piantao le encanta ver. Vimos algunas cosas HERMOSAS que pienso comprar algún día, cuando tenga dinero (denme dinero).
Ok, pero la maceta. La idea es poner en el balconcito macetas locochonas, coloridas, felices, y llenar de colores el balcón ya que la casa tiene el color más feo del planeta y como obviamente no es nuestra, es imposible cambiarlo. Bueno no es el más feo del planeta, sólo que casualmente es el que menos me gusta, jaja. El asunto es que hemos descubierto que el verde es vida… en serio! plantita a plantita la casa va tomando otra luz, como… es que no sé explicarlo. Nunca había tenido plantas, nunca había experimentado el “querer” a una planta, nada de eso… pero la sensación de su compañía, de que están ahí simplemente siendo bellas, de que dependen de ti… no sé, es una cosa muy rara que mejor dejaré de tratar de explicar porque temo que me juzguen más loca. Así que mejor veamos a Julieta (que no es una julieta, pero así se me ocurre que se pueda llamar) mirando hacia la sierra madre. Díganle “hola” a Julieta… ¡hola! :)

La tragedia en facebook

Facebook no deja de ser tema de conversación casi a donde quiera que voy, por cuantas razones se les ocurran. El otro día platicábamos cómo es que la vida ha venido a convertirse en el apéndice de facebook (la vida: ese lugar de donde sacas las fotos para el facebook) en lugar de que fuera al revés. Etcétera.
Hoy me entero de una tragedia. Una conocida redacta un mensaje un poco críptico, no voluntariamente críptico sino más bien con una redacción enredada. Dice algo sobre alguien cuidando a alguien desde el cielo, un fallecimiento y una velación. Entro a su perfil y entiendo que se trata del fallecimiento del novio de su hermana (los apellidos son iguales, y en las fotos se ven idénticas). Entro al perfil de la hermana (no la tengo en mi lista) y puedo ver su muro y en su información, el nombre del novio. Entro al perfil del novio, que está un poco más protegido, pero aún así me doy cuenta de que el último mensaje que escribió fue a su novia, apenas hace 24 horas, y en él le decía “te extraño muchísimo”.
Al leer eso, siento como si me hubieran sacado el aire de un chingazo.
En el perfil de la hermana (la que perdió al novio) muchos mensajes de condolencias, apoyo, oraciones. Entre ellos, encuentro algunas palabras como “justicia ante las autoridades”, “justicia ante dios”, “esta ciudad maldita”, etcétera. Ya más o menos se me va aclarando (u obscureciendo) el panorama. No he buscado en google el nombre del chico, pero supongo que dentro de poco lo encontraré nadando en notas poco amenas.
Llámenme stalker o metiche, pero la verdad es que saber todo lo anterior me tomó dos minutos. Y no porque esté a la vista de todos la nota duele menos, por el contrario, me siento falsamente involucrada, dolida: ¿cómo se vive el duelo desde facebook? ¿qué es la muerte para las redes sociales? Claramente no voy a ir a pararme a las capillas, yo no conozco a la chica y mucho menos al chico. Tampoco le voy a decir que comparto su dolor, aunque lo sienta dentro de mí. Pero me siento con algo de deber, sobre todo después de haber atisbado algo tan íntimo, algo que no debería estar tan al alcance pero lo está.
En fin. Qué triste.

“Yo nací esencialmente pintor”

El pasado 31 de octubre, falleció el último gran muralista mexicano José Reyes Meza. Tamaulipeco de nacimiento, ahora sus cenizas flotan en la laguna del Champayán que él tanto repitió en sus pinturas (mismas aves, misma vegetación), cenizas que se esparcieron por el agua al son del huapango, tal como fuera su última voluntad.
Todos los que de alguna manera lo conocimos nos dolemos por su partida; aquel que le escuchó al menos un par de palabras, que tuvo la oportunidad de husmear en su estudio, que hasta pudo probar alguno de sus afamados platillos. Yo lo conocí a través de sus cuadros. Un día entré a casa de mi gran amiga Ximena -su nieta-, y lo primero que me impresionó fue su gran biblioteca, la vibra de su casa (“la casa del pintor”) lo colorido de sus objetos, la tradición en sus libreros, las pinturas en las paredes. “Esas pinturas son del abuelo”. Y luego el estudio. Qué lugar lleno de colores, lienzos, objetos misteriosos, trazos en las altas paredes, cuadros embalados y otros a medio hacer. Cuando pienso en su obra pienso en México, en colores colores y más colores, en vida (incluso en la muerte), en belleza.
Nunca se vendió, él siempre lo dijo, Ximena siempre nos lo contó. Nunca siguió por la línea que le trazaron, por eso es que no está por todos lados, por eso es que su obra no es tan comercial como la de otros. Afortunadamente, aunque él ya no esté en este mundo, estamos muy a tiempo de conocerlo y difundir su obra para que muchos otros la conozcan y reciban.
Sé que mis palabras no llegan a hacerle homenaje, pero no quería que el hecho pasara sin que al menos pudiera hacer manifiesta la admiración y el respeto que siento por él, por su arte y su sabiduría. Si no lo conocen, este video donde se le entrevista es la oportunidad perfecta.

Descanse en paz el pintor José Reyes Meza.

El viaje a ninguna parte

No les traje fotos del concierto de Beirut, ni de las comilonas, chocoaventuras, recurrentes visitas a cielito querido, el quick-tour al Soumaya, conatos de accidentes automovilísticos en el tráfico del DF, caminatas domingueras por reforma, el metro o la lagunilla, pero tendrán que creerme cuando les digo que todo el fin de semana estuvo genial.
Ahora, de vuelta a la realidad (TESIS TESIS TESIS, realidad que por si acaso se preguntan será la misma de aquí a verano de 2013) y con los gatitos. Bueno al menos otras personas sí se preocuparon por reunir un poco de evidencia.