come la realtà che incontra la mia fantasia

Directamente desde 1997, una canción que me pone de buenas cuando la escucho. De aquellas épocas en las que ponían música más variada en el radio… no me ha tocado escuchar recientemente alguna canción en otro idioma que se convierta en un éxito (fuera de Rammstein, quizá), pero pienso por ejemplo en Penso positivo de Jovanotti, o Simarik de Tarkan, o Dragonstea din tei de O-zone… ah, claro, cómo olvidar a Alizee y su chingado pescadito… en fin, que sí hay pero sería muy chido que hubiera más.

Volvamos a Jovanotti y a 1997.
Lo que me encanta de esta canción, además de cómo suena el italiano, es que le entiendo :) jajaja y que tiene imágenes muy tiernas, y diferentes… comparar la belleza de la mujer con la sombra que hay debajo de un pino, la calidez del pan, la foto de la abuela cuando era niña, la alegría, un lunes de vacaciones después de un año de trabajo… habla de una belleza real que además es muy fácil de entender.

E gira gira il mondo e gira il mondo e giro te
mi guardi e non rispondo perché risposta non c’è nelle parole
bella come una mattina d’acqua cristallina
come una finestra che mi illumina il cuscino
calda come il pane
ombra sotto un pino
mentre t’allontani stai con me forever
lavoro tutto il giorno e tutto il giorno penso a te
e quando il pane sforno lo tengo caldo per te …
chiara come un ABC
come un lunedì di vacanza dopo un anno di lavoro
bella forte come un fiore
dolce di dolore
bella come il vento che t’ha fatto bella amore
gioia primitiva di saperti viva vita piena giorni e ore batticuore
pura dolce mariposa
nuda come sposa
mentre t’allontani stai con me forever
bella come una mattina d’acqua cristallina
come una finestra che mi illumina il cuscino
calda come il pane
ombra sotto un pino
come un passaporto con la foto di un bambino
bella come un tondo
grande come il mondo
calda di scirocco e fresca come tramontana
tu come la fortuna
tu così opportuna
mentre t’allontani stai con me forever
bella come un’armonia
come l’allegria
come la mia nonna in una foto da ragazza
come una poesia
o madonna mia
come la realtà che incontra la mia fantasia.

Los balazos

La primera vez que los escuché sentí un horror indescriptible. Eran las 4 de la mañana, yo vivía sola. Los escuchaba tan cerca, como si estuvieran en la calle de enfrente, como si estuvieran justito afuera de mi ventana dándose en la madre. Mao, como curioso que es, se subió al marco de la ventana para ver de dónde provenían esos ruidos. Yo, espantada, lo bajé y le expliqué que en esos casos lo mejor era ni asomarse. Beny dormía plácidamente.
Eso fue un día de junio de 2010, no recuerdo bien, pero sí recuerdo que fue un mes antes de mi cumpleaños. Sé que es un mes porque durante todos esos días, e incluso varios meses después, no pude dormir con la luz apagada. Esa madrugada estuvimos cerca de 40 minutos escuchando todo aquello, incansable, martilleante, asesinante. Toda mi paz se fue bala tras bala, granada tras granada, mientras acostada en la cama sentía cómo la sangre se me iba a los pies y mi cara se ponía pálida. El primer mensaje que recibí fue el de Liz, que espantada, escuchaba lo mismo que yo pero unas cuadras hacia el otro lado. Luego de moverme a rastras hacia el estudio, encendí la computadora y desde el piso hablaba con mi papá, los dos estábamos incrédulos ante lo que sucedía. Cuando ya todo iba terminando, me moví con algo de miedo hacia la sala (una de las paredes era un gran ventanal) donde el noticiero ya daba los detalles sobre la ubicación del enfrentamiento: 500 metros en línea recta de donde yo vivía. Al menos no tuve la suerte de L, otra amiga, que lo vivió a una casa de distancia mientras desde su refugio en la ducha escuchaba los casquillos percutidos chocar contra la reja de su casa.
Incluso eso: palabras como “enfrentamiento”, “percutido”, “balazos”, “balacera” entre muchas otras, se han vuelto parte tan cotidiana del vocabulario que ya no asustan. Vaya, que sí asustan pero ya son parte de una realidad tan triste.
A lo que voy es que, a fuerza de presenciar tanta violencia y temer por tu vida (aunque sea un poco) cada que sales a la calle, es imposible dejar de verlo con humor, o tan así como si nada.
Hace un rato mi papá me dijo “cerré tu ventana para que no te despierten los balazos” y dos emociones quisieron salir a la par: la indignación y la risa. Y es que hoy domingo, a las 7 am, nos despertaron los balazos. No es la primera vez, pero ahora en lugar de asustar, encabrona: antes no podía dormir por el trauma psicológico y el shock de estar viviendo una realidad invivible, y ahora, además, no puedo dormir por el ruido.
Por twitter circulaba una frase que decía algo así como “dado que salir en la noche es muy peligroso, ahora las balaceras serán en la tarde”. De risa loca, en verdad. De risa, que la risa es el síntoma más claro de la angustia. Quizá por eso el mexicano le encuentre la gracia a todo.
Por eso, a mí los balazos ya me dan risa.

El gato Mustafá

El gato Mustafá
En la cuidad de los gatos vive el gato Mustafá.
Muy temprano se levanta, pues le gusta ser puntual.
Se baña en la regadera, se peina, ayuda a mamá
y toma en su desayuno: jugo, huevo, leche y pan.
Revisa bien su mochila, ¡nada debe faltar!
y cuando llega a la escuela saluda a todos :”¡Miau, Miau!”

(libro de lecturas de la SEP, 2° primaria)

Lo encontré por ahí y soy felicísima. Llevaba mucho tiempo buscando este textito :)

kahvaltı

Cuando tomamos el autobús de Estambul a Bozcaada, viajamos durante toda la noche y en la mañana paramos en un lugar, un poco en medio de la nada, donde tomamos el kahvaltı o desayuno turco. La peculiaridad del desayuno es que se sirve en muchos platos (o platitos) y son muchas las opciones que se ofrecen. Lo básico son el pan, las aceitunas, el queso, el tomate, y el té negro. Opcionalmente pueden encontrarse una variedad de pepino, que es más pequeña que la que conocemos acá y se come con cáscara, una especie de chile, miel, fruta fresca o en conserva, semillas, y otras salsas que se untan al pan tanto dulces como saladas. Ese día nos dieron huevo, una especie de omelette con especias y estaba riquísimo. Casi todo se come sobre el pan, que suele ser un pan más pesado y con menos aire (yo qué sé de pan, pero así se me ocurre describirlo) que francamente es delicioso.
Mi parte favorita del desayuno es el pan con queso y miel. El queso es cremoso y un poco ácido, y con la miel crea un contraste muy interesante. El té negro es un poco astringente, y te permite disfrutar mucho los sabores. En la casa de Gamze, cuando la mamá nos preparaba el desayuno, llenaba la mesa de la cocina de muchos platitos. La tetera humeaba en la estufa, llenando la cocina con el olor del té. Nunca había tomado un desayuno tan prolijo, tan variado en sabores y texturas que a veces son discordantes pero que por alguna razón están ahí.
Nunca le tomé foto (por tonta), pero en algunas ocasiones, hasta el chile tajín que les llevé nos acompañó en el desayuno, porque cuando le comenté a la madre de mi amiga que yo lo comía con sandía, integró ambos elementos a nuestro kahvaltı. Lo mismo cuando le comenté que me encantaban las cerezas: me compró todo un kilo que me comí con harto gusto a lo largo de esos días.
Cuando regresé a México, intenté emular el desayuno de allá sin mucho éxito: empezando por la gran diferencia en la textura y consistencia del pan. Ya desde ahí el resto no funciona igual. El queso puede emularse con algún queso casero, o incluso con jocoque natural. La miel, bueno, esa es igual en todos lados. Pero el pan… Durante algunos días estuve desayunando pan con jocoque y miel, pero ese pan que hace tantas migajas y es más salado que dulce me dio mucha pena y decidí desistir. Ya volveré a tener otro desayuno de esos.
Esta es la foto del restaurante que les hablaba al principio. Eran las 7 am y no se me ocurrió tomar más fotos, de verdad que todo se veía muy bonito. Pero en google hay muchísimas más.

kahvaltı

kahvaltı

El mar, el mar…

Mar Egeo

Yo le tengo miedo al mar. Me fascina, pero me da pavor. Nunca me había gustado ir a la playa, hasta que conocí Playa del Carmen (así de chiflada soy), donde el agua es transparente y no me da pavor imaginarme cosas pasando a mi lado. En general, temo al agua turbia, al agua oscura, al mar abierto. No me da miedo pasar por encima, me da miedo el sólo hecho de imaginarme nadando adentro. Imágenes como la de un lago lleno de lirios bien podrían ser de pesadilla para mí. No me hablen de bucear, “esnorkelear”, nadar con delfines, con peces, con tiburones. No me hablen de cenotes, de mantos subterráneos, de cuevas; pero tan sencillo como no me hablen de nadar en el mar.
Por principio de cuentas, yo no sé nadar. O sea, puedo mantenerme a flote, pero nadar como el hecho de bracear y mover el cuerpo de determinada manera para avanzar cierta distancia y luego regresar, simplemente no puedo. Recuerden: yo nací en el norte del país, aquí no hay mar, no hay mariscos, no hay cultura de aprender a nadar o comerte un pescado entero porque es cosa de todos los días.
Hace un par de meses tuve la oportunidad de conocer otros lugares de Turquía que no había visitado antes. Viajé con mi amiga Gamze y tomamos un tour por las islas de Bozcaada, ubicadas en el mar Egeo. Yo sabía que en algún punto del viaje había mar incluído, pero las fotos me mostraron playas vírgenes de arenas blancas y aguas cristalinas. Accedí.
Bozcaada

Lo normal es tomar un barquito bien buena ondi, donde hay comida, bebida y una especie de segundo piso para salir a tomar el sol. La cosa es familiar, pero igual las bocinas resuenan con lo más selecto del pop turco o el arabesque, dependiendo del mood. La gente se saluda de un barquito a otro (regularmente nos topamos con uno o dos durante el camino) y como era temporada de cerezas, las hubo al por mayor durante todo el trayecto.
Relativamente cerca de la orilla (o sea, se alcanza a ver) el barco se detiene. La gente corre a ponerse sus trajes de baño y… brincan al mar. Dije “relativamente” cerca de la orilla, pero para mi aquella distancia era enorme… no sé, dos cuadras, tres cuadras. Yo me puse mi traje de baño porque pensé “nos acercaremos a la orilla y ya, ahi nadamos”. Pues nada. La gente se fue a la parte posterior del barquito, y a nadar se ha dicho. El agua era… AZUL OSCURO. Y profundisisisisisisísima. Fikri (nuestro guía) dijo que iba a investigar qué tan profundo estaba, y se zambulló. Tres horas Algunos segundos después salió y dijo que no había tocado el fondo. ¿Y querían que yo saltara a eso? ¿Cómo les explico el pánico, el TERROR que me provocaba la sola idea? Gamze y Fikri me decían, jump, jump, jump. Yo pensaba no: eso no está a discusión. Pero al mismo tiempo meditaba sobre si sería una buena oportunidad de vencer mi miedo.
Entonces dejé de pensar y salté.
El Egeo me tragó mitológicamente hasta el fondísimo de sus entrañas, donde quién sabe qué pueda uno encontrar. Por algunos segundos estuve en una oscuridad helada, total, que me presionaba desde todos los puntos posibles y me llenaba el cerebro de imágenes donde el agua era mi principal horror. Agité los brazos para regresar a la superficie lo más pronto posible. Cuando saqué la cabeza del agua y me limpié la sal de los ojos, todo lo que vi fue MAR. Esto es, azul intenso, una isla a lo lejos: eso es todo y nada más.
Yo sentía que el mismísimo kraken me iba a agarrar de las patas para ahogarme. Que todas las colonias de peces que alguna vez vi en el Discovery Channel iban a venir a rozarme las piernas. Que alguna serpiente marina/anguila/tiburón/aguamala me iba a quemar/morder/rozar los pies. Está de más decir que sentí claramente cómo me bajó la presión y en medio de todo ese calor y ese jaleo, yo estaba temblando pero de miedo adentro del agua. Empecé a tener dificultad para respirar, cuando Gamze me dijo “vamos a nadar”. ¿Nadar? ¿Qué acaso este acto de supervivencia en el que me mantengo a flote a pesar de todo… no es nadar? Me despegué como pude del bote, me alejé como 4 metros… y hasta ahí llegué. Regresé lo más rápido y me agarré de la baranda. Me quedé flotando ahí, como tonta, cuando el graciosísimo Fikri llegó por debajo del agua y me jaló de los pies.
Afortunadamente no hice ningún ridículo, estuve lo más que pude dentro del agua, y finalmente decidí terminar con el tormento y renunciar a los innecesarios actos de valentía psicológica y física. Al tocar el piso firme, sentí las piernas de atole y mi respiración se normalizó pasados algunos minutos. Me tomé una cerveza, claro está, y traté luego de seguir mi vida con normalidad.
Es una de las experiencias más fuertes que he tenido; no sé si sentirme orgullosa u horrorizada de mi supuesta valentía, pero aparte de eso, no creo que haya disminuído mi miedo a encontrarme en ese tipo de situaciones. A veces basta con estar nadando bajo el agua de la alberca y cerrar los ojos, y con eso tengo para sentir que me invaden todos los pánicos del mundo. Obviamente me gusta el agua, mantenerme en la orilla del mar es lo que más me gusta. Y afortunadamente en el viaje hubo más agua pero ya en la decencia de una playa heladísima, como dicen que es todo el Egeo.
Bozcaada

Sí, pueden estar seguros de que el agua era muy muy muy transparente. Si no, no hubiera entrado. Esta agua sí me gusta, matarilerileró.
Bozcaada

No sé cuándo vuelva a tener otra oportunidad de tener contacto con agua “en estado salvaje” y tampoco sé cuál será el resultado… pero por lo pronto, prefiero la seguridad de las albercas y las playas, sobre todo si éstas incluyen cervezas y cocteles coloridos. He dicho.

te quiero más y más

Yo cantaba esta canción cuando tenía como tres o cuatro años (se supone que el disco es del 83, 84… no hagan las cuentas). No sé por qué demonios me vino a la cabeza… ¡y la encontré!

Por ahí anda rodando un caset donde mis papás me grabaron cantando el coro de esta canción. Looooong time ago.
Ah y por si quieren el disco, está acá (wtf?).