el fin de semana que no existió

Este fin de semana fue “falso” -citando a una amiga, que a veces tiene viernes falsos, o sea, que trabaja al siguiente día y realmente no se siente como un viernes. Porque conceptualmente, “viernes” implica en su significado “hoy me puedo desvelar porque mañana descanso”. Así que mi fin de semana fue de a mentiritas, porque pues… no existió.
En fin.
Hoy lunes las cosas que sucedieron en mi ausencia se me revelan. Este es el único lunes que me gusta: el lunes en que no hay trabajo.

Primero que nada, acabo de enterarme de que hace casi dos semanas, OiNK dejó de existir. ¿Qué era OiNK? Pues un site gratuito, al que podías integrarte si algún miembro te enviaba invitación. Básicamente, ahí encontrabas cualquier disco habido y por haber, en una calidad nunca menor a 190 kbps. Y como me da flojerita explicar, cito:

If you’re not familiar with Oink, here’s a quick summary: Oink was was a free members-only site – to join it you had to be invited by a member. Members had access to an unprecedented community-driven database of music. Every album you could ever imagine was just one click away. Oink’s extremely strict quality standards ensured that everything on the site was at pristine quality – 192kbps MP3 was their bare minimum, and they championed much higher quality MP3s as well as FLAC lossless downloads. They encouraged logs to verify that the music had been ripped from the CD without any errors. Transcodes – files encoded from other encoded files, resulting in lower quality – were strictly forbidden. You were always guaranteed higher quality music than iTunes or any other legal MP3 store. Oink’s strict download/share ratio ensured that every album in their vast database was always well-seeded, resulting in downloads faster than anywhere else on the internet. A 100mb album would download in mere seconds on even an average broadband connection. Oink was known for getting pre-release albums before anyone else on the internet, often months before they hit retail – but they also had an extensive catalogue of music dating back decades, fueled by music lovers who took pride in uploading rare gems from their collection that other users were seeking out. If there was an album you couldn’t find on Oink, you only had to post a request for it, and wait for someone who had it to fill your request. Even if the request was extremely rare, Oink’s vast network of hundreds of thousands of music-lovers eager to contribute to the site usually ensured you wouldn’t have to wait long.

Y dejó de existir, por las mismas razones que todo programa que facilita el intercambio musical. Lo cual es una pena, porque en efecto era el mejor y más eficiente, además gratuito. No lo creía hasta que empecé a usarlo, y descubrí que el soulseek (al que tendré que volver de nuevo) no es NADA comparado con lo que era OiNK. Al respecto, hay un artículo interesantísimo, del cual extraje la cita anterior, donde habla de la guerra disqueras vs. descargas gratuitas. Puedo apoyar prácticamente al 100% mi opinión en este artículo. Ahora la pregunta es, ¿quién podrá reemplazar a OiNk?

fornasettiEn otro tema, ayer soñé con un cenicero sucio, en cuyo fondo estaba esta imagen de Fornasetti. Y ya, eso era todo. Alguien apagaba su cigarro, sobre esta imagen llena de cenizas negras, viejas y húmedas, desde donde este ojo miraba. Cuando desperté, pensé que en algún momento de mi vida debo tener un cenicero así. Aunque yo no lo use, de seguro tendré distinguidos invitados que apagarán sus cigarros sobre un ojo. Qué loco.

Y finalmente, tuve la oportunidad de ver el espectáculo emblemático del Forum: la fragua del mundo. O algo así. Desafortunadamente estaba de pie así como en diagonal al escenario (el horno 3), por lo que no pude leer los textos que se proyectaban en la pantalla. Y pues, lo que percibimos entonces fue una historia disociada, extraña, débil y un tanto… ¿eehh?. Prometo volver a ir a ver el show, pero ahora sí pondré atención en las letritas pa’ entenderle.

viajes oníricos

Ayer soñé que estaba en Japón. No era una de esas ciudades grandes supermodernas y hollywoodizadas. Era una ciudad pequeña, y mi habitación del hotel tenía un balcón. Todo el sueño ocurre de noche. No recuerdo qué lugares visité, ni cómo era la gente, ni qué comía, ni cuántos días estaba, ni quién me acompañaba en el cuarto. Sólo sé que era Japón, que mi habitación estaba en un piso muy alto y tenía un balcón, y que si miraba a la izquierda, había una especie de río muy ancho, y del otro lado, un terreno vastísimo lleno de construcciones misteriosas. Yo intuía que esas construcciones pertenecían a otro país, porque el río parecía más bien una frontera natural. Lo extraño era que estuviese tan al alcance de la vista, casi de la mano, pero no se podía cruzar tan fácil. Yo miraba mucho hacia ese lado, imaginando que visitaba esos lugares, anhelando visitarlos, preguntándome a qué país pertenecerían (no estoy muy familiarizada con los mapas) y lamentándome porque no tenía google maps a la mano.
Otro de mis pensamientos que tuve mientras estaba recargada en la barandilla de ese balcón, era mi preocupación: “¿y si salgo a cenar y me pierdo? Ni sé cómo se llama este lugar. En primera instancia, ¿cómo le hice para llegar?”. Pero nada me asustaba porque la vista era hermosa, la noche era fresca y mi balcón tenía una barandilla en la que podía apoyarme y ver los tonos verdosos de la iluminación eléctrica sobre paredes blancas, y allá a lo lejos no-tan-lejos, palacios de adobe de quién sabe qué país.

Nunca he ido a Japón. Ni siquiera sé si me interesa ir, pero disfruté mucho del sueño.

never know how much I love you

Viernes. Siempre llego a rastras al viernes, batallo mucho para levantarme, y sobre todo esta semana que ha sido tan pero tan pero tan pesada. Mi teléfono no ha dejado de sonar, todo el día, todos los días. Decenas de emails diarios. El evento que estamos organizando (cuya principal responsable soy yo) es el próximo martes, y hay tantísimos detalles… protocolos estúpidos. El punto es que pasado el martes, el estrés no termina porque hay otras tantas cosas qué planear. Ya mero me voy, faltan dos semanas. Y lo que me queda por hacer, no se termina en dos semanas.

En fin.

Tuve una pesadilla. No recuerdo exactamente como iba, pero sí recuerdo que desperté sobresaltada (no me incorporé de golpe, así como en las películas). Pero desperté haciendo un sonido, así como… es que no sé cómo se llama ese ruido. Así como cuando te asustas y haces “¡iiih!” jalando aire desde el pecho. Resulta que en el sueño me dijeron que mi hijo había muerto. Yo tenía un hijo con el Piantado, era pequeño, y nosotros estábamos en otro lado. Luego por teléfono nos dicen que murió. Mi primera reacción es llevarme las manos a la cabeza, caerme de rodillas al suelo, y despertar haciendo un ruido. Y sentir la angustia y el horror y las ganas de llorar, pero más el miedo a la madrugada y al silencio. Supongo que es el estrés.

De entre mis sueños curiosos debo rescatar, por supuesto, el sueño recurrente de no poder hablar por teléfono. Y ayer soñé una variación interesante: no podía tomar fotos con mi cámara digital. Se veía la imagen, pero al oprimir el disparador, se quedaba enfocando la imagen y no la capturaba. Parece que mi inconsciente tiene algo en contra de la tecnología.

i drove all night

Ayer soñé con una casa casi vacía, sucia, con pocos muebles, que era utilizada como escenario para porno casero. Lo chistoso es que las partes del sueño en las que filmaban porno yo las veía como detrás de un velo, como si alguien estuviera censurando esos momentos. No mames, qué cerebrito tan agüites me cargo de pronto, jaja. (¿se acuerdan de cuando en Fenomenoide salía una viejita interumpiendo las escenas violentas? y decía con voz monótona, lenta y rasposa: “hola, soy la censura del canal. Sólo quiero decirles que en la escena anterior nadie resultó herido…”)

La mañana del día de ayer se accidentó la señora que limpia la oficina. Es una señora adorable, que los sábados nos prepara tortillas de harina con frijoles y cuando nos ve enfermos, nos prepara té. Todoas la queremos. Pero ayer la vi convulsionándose afuera del edificio, ocurrió mientras barría a un lado de los arbustos. Nunca había visto a una persona en ese estado, fue una imagen muy impactante que se me quedó grabada en el fondo del cerebro. Las extremidades tensas, los puños muy apretados, el rostro como contraído, el temblor. Inmediatamente entré a la oficina y grité algo como “AMBULANCIA EMME SEÑORA MONA ATAQUE SUELO TELÉFONO LLAMA ROSAMELIA CAYÓ”. Creo que tengo reacciones pésimas ante las emergencias. Bueno, no es que tenga mucha experiencia en emergencias, pero como que el estómago se me hace nudo, me sube la adrenalina y mi cerebro se cuatrapea todo.
Luego, intentar dar talleres para niños con la ambulancia allá afuera, las sirenas et al. Qué cosa. Siempre la monotonía y ayer, zaz. Lo bueno es que la señora está bien.
¿Por qué falta tanto tiempo para que llegue julio?

incapacidad del sueño

Era una noche muy oscura y hacía frío. Con los ojos entrecerrados y desde el fondo de la cama te dije no te vayas, pero contestaste que en algún momento tenía que amanecer. Tomé tus dedos largos entre mis manos pequeñas, y quité pequeños vestigios de piel de piano que se había pegado a tus yemas. Me besaste con una sonrisa, y tus labios me supieron a esperanza, a fruta, a vértigo. Imposible no tener ganas de hundirme en tu pecho y escuchar todas las palabras del mar guardadas en el caracol de tu corazón.
El fin de la noche trajo tu ausencia, y por más que intenté, mis sueños no pudieron recrearte.